El poema describe a un oso que vive en las altas montañas más allá del sol. El oso teje el día y la noche con sus manos y usa el rayo como aguja y los ríos como hilos de colores. Su primer rugido estremeció la tierra y su primera palabra explotó en la boca de un volcán. Aunque tiene algo de humano en sus venas y estrellas en sus ojos de semidiós, sigue despertando cantos de libertad con sus brazos potentes.