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EL MUNDO DE
HIELO Y FUEGO
LA HISTORIA NO CONTADA DE PONIENTE
Y JUEGO DE TRONOS
GEORGE R. R. MARTIN
ELIO GARCÍA JR. Y LINDA ANTONSSON
El Mundo de Hielo y Fuego es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y
hechos ocurridos son producto de la imaginación del autor o son usados ficcionalmente.
Cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas, eventos o locales es una entera
coincidencia.
Copyright © 2014 by George R. R. Martin
All rights reserved.
Published in the United States by Bantam Books, an imprint of Random House, a division
of Random House LLC, a Penguin Random
House Company, New York.
BANTAM BOOKS and the HOUSE colophon are registered trademarks of Random House LLC.
LIBRARY OF CONGRESS CATALOGING-IN-PUBLICATION DATA
Martin, George R. R.
The World of Ice & Fire : the Untold History of Westeros and the Game of Thrones /
George R.R. Martin, Elio Garcia, and Linda
Antonsson.
pages cm — (A song of ice and fire)
Includes index.
ISBN 978-0-553-80544-4
eBook ISBN 978-0-345-53555-9
1. Martin, George R. R. Song of ice and fire. 2. Game of thrones (Television program)
I. Garcia, Elio. II. Antonsson, Linda. III. Title.
PS3563.A7239S5936 2014
813’.6—dc23 2014013093
www.bantamdell.com
Book design by Rosebud Eustace
EQUIPO DE TRADUCTORES
Simon Romera Klement
Paolo Villanueva
Kevin Leon
María Camila Meléndez
Ricardo Berrios
"Caras Teorias Locas Manchada"
Lu Hermida
Maria Gay
Niko Ignacio Ferreyra
Luis Alfonso Figueroa Bockelmann
Alejandra Martinez Cruz
Denisse Brust
Klau Correa
Guillermo E Lengua Camelo
Raúl Vega Mendicuti
Y agradecemos la inestimable ayuda de las traducciones del portal:
juegodetronos.1foro.com, sin cuyas traducciones esto no hubiera sido posible, o tal vez
dentro de un milenio ya que fueron los banderizos a quienes llamamos en tiempos de
urgencia.
GRACIAS.
La presente es una traducción libre y desinteresada del texto
original, sin ánimos de lucro por parte de los traductores, movidos
por el mero ánimo de hacer accesible la cultura a personas
hispanoparlantes. Todos los derechos pertenecen al autor del libro y
los traductores o quien publica esta traducción no tienen
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Recomendamos comprar el original para ayudar a editorial, escritor
y a todo lo que implica el realizar un libro.
Bastión de Tormentas
PREFACIO
SE DICE con certeza que cada edificio se construye piedra tras piedra, y lo mismo
puede decirse del conocimiento, extraído y compilado por muchos hombres instruidos,
cada uno de los cuales construye sobre el trabajo de aquellos que les precedieron. Lo
que uno de ellos no sabe es sabido por otro, y poco permanece como verdaderamente
desconocido si uno busca lo suficiente. Ahora yo, el Maestre Yandel, tomó mi turno
como constructor, aportando lo que sé para colocar una piedra más en el gran bastión
del conocimiento que ha sido construido a lo largo de los siglos tanto dentro como fuera
de los confines de la Ciudadela—un bastión construido por incontables manos que aun
llegando antes, y el cual sin duda, continuará creciendo con la ayuda de incontables
manos aún por venir.
Yo fui un niño huérfano desde mi nacimiento, en el décimo año del reinado del último
rey Targaryen, abandonado en una mañana cerca de un tenderete vacío en el Hogar de
los Escribas, donde los acólitos practicaban el arte de las letras para aquellos que lo
necesiten. El curso de mi vida fue determinado ese día, cuando fui encontrado por un
acólito que me llevó ante el Senescal de ese año, el Archimaestre Edgerran. Edgerran,
cuyo anillo, barra y máscara eran de plata, completó mi rostro berreante y anunció que
yo podría serles de gran utilidad. La primera vez que me dijeron esto de pequeño, lo
interpreté como que él había previsto mi destino como maestre; pero tiempo después
supe del Archimaestre Ebrose que Edgerran estaba escribiendo un tratado sobre como
envolver a los niños y quería confirmar ciertas teorías.
Pero por poco prometedor que aquello suene, el resultado fue que me dejaron al
cuidado de los sirvientes y recibí la atención ocasional de los maestres. Yo mismo fui
criado como un sirviente entre los salones, cámaras y bibliotecas, pero recibí el don de
las letras del Archimaestre Walgrave. Así llegue a conocer y amar la Ciudadela y a los
caballeros de la mente que protegían su preciosa sabiduría. Deseaba más que nada
llegar a ser uno de ellos—leer sobre lugares lejanos y hombres hace mucho muertos,
contemplar las estrellas y medir el paso de las estaciones.
Y eso hice. Forjé el primer eslabón de mi cadena a los trece, y otros eslabones después
de ese. Completé mi cadena e hice el juramento en el noveno año del reinado del Rey
Robert, el Primero de su Nombre, y sentí bendecido de seguir en la Ciudadela, para
servir a los Archimaestres y ayudarles en todo lo que hicieran. Era un gran honor, pero
mi gran deseo era crear una obra propia, un trabajo que tanto hombres humildes como
letrados pudieran leer—y leerlo para sus esposas e hijos—de modo que aprendieran
sobre cosas tanto buenas como malas, justas e injustas, grandes y pequeñas, y de aquel
modo saber más acera del conocimiento que se recoge en la Ciudadela. Así que me
puse a trabajar nuevamente en mi forja, para crear contenido valioso acerca de las
obras maestras de aquellos maestres fallecidos hace tiempo que me precedieron.
Lo que sigue a continuación nació de aquel deseo: una historia de los hechos galantes y
malvados, de personajes familiares y extraños, y de las tierras cercanas y las lejanas.
Aegon el Conquistador sobre Balerion, el Terror Negro.
Construyendo el Muro.
LA EDAD DEL AMANECER
NO HAY NADIE que pueda decir con certeza cuándo empezó el mundo, aunque esto no
ha detenido a muchos maestres y eruditos de buscar la respuesta. Tiene cuarenta mil
años de antigüedad, según algunos, o tal vez un número tan grande como quinientos
mil—o ¿quizás más? No está escrito en ningún libro conocido, ya que en la primera
edad de este mundo, la Edad del Amanecer, los hombres no conocían las letras.
De todas formas, podemos estar seguros de que el mundo era mucho más primitivo, un
mundo bárbaro poblado de tribus que vivían directamente de la tierra sin saber cómo
trabajar el metal o como adestrar a las bestias. Lo poco que sabemos de aquellos días
está contenido en los textos más antiguos: las historias escritas por los Ándalos, los
Valyrios y por los Ghiscarios, e incluso por aquellas distantes gentes de la legendaria
Asshai. Aun así, por más viejos que fueran estos pueblos letrados, no eran más que
niños durante la Edad del Amanecer. Así que las verdades que puedan contener sus
historias son difíciles de encontrar, como intentar separar los granos de la paja.
¿Qué podemos decir con certeza sobre la Edad del Amanecer? Las tierras del este
estaban inundadas de gente, incivilizadas, ya que todo el mundo lo era, aunque
numerosas. Pero en Poniente, desde las Tierras del Eterno Invierno hasta las costas del
Mar del Verano, existían solo dos pueblos: los niños del bosque y la raza de criaturas
conocidas como gigantes.
Poco, y quizás menos, puede ser dicho de los gigantes de la Edad del Amanecer, ya que
nadie recopiló sus relatos, sus leyendas, o sus historias. Los Hombres de la Guardia
dicen que los salvajes tienen relatos de gigantes viviendo de forma intranquila entre los
niños, yendo por donde querían y tomando lo que deseaban. Todos los reportes indican
que eran inmensas y poderosas criaturas, pero ingenuas. Reportes de confianza de los
exploradores de la Guardia de la Noche, quienes fueron los últimos en ver a los gigantes
mientras vivían, afirman que estaban cubiertos por un tupido pelaje, en vez de ser
simplemente hombres de gran tamaño, como dicen los cuentos de niños.
Existe evidencia considerable de entierros entre los gigantes, como registra "Pasajes de
los Muertos" del Maestre Kennet, un estudio de los túmulos y los sepulcros del Norte
en su tiempo al servicio de Invernalia, durante el largo reinado de Cregan Stark. De los
huesos hallados en el Norte y enviados a la Ciudadela, algunos maestres calculan que el
más grande de los gigantes pudo alcanzar los cuatro metros, mientras que otros dicen
que tres metros y medio es más cercano a la verdad. Los relatos de los exploradores,
hace mucho fallecidos, concuerdan en que los gigantes no construían casa ni
confeccionaban vestimentas, y no conocían mejores herramientas o armas además de
ramas arrancadas de los árboles.
Los archivos de la Ciudadela contienen una carta del Maestre Aemon, enviada en los primeros
años del reinado de Aegon V, informando sobre el relato de un explorador llamado Redwyn,
escrito en los días del Rey Dorren Stark. Es el recuento de un viaje a Punta Lorn y la Costa
Helada, en el cual se dice que el explorador y sus compañeros pelearon contra los gigantes y
comerciaron con los niños del bosque. La carta de Aemon afirmaba que había encontrado
muchos de estos relatos en sus búsquedas en los archivos de la Guardia en el Castillo Negro, y
los consideró creíbles.
Los gigantes no tenían rey ni señores, no construían hogares excepto en cavernas o bajo
árboles altos, y no trabajaban ni el metal ni los campos. Permanecieron como criaturas
de la Edad del Amanecer incluso después de que las eras transcurrieran, los hombres se
volvieron cada vez más numerosos, y los bosques fueron dominados y reducidos. Ahora
los gigantes se han ido incluso de las tierras de Mas-allá-del-Muro, y los últimos
informes de su avistamiento tienen más de cien años de antigüedad. E incluso esos son
dudosos, historias de los exploradores de la Guardia podrían contar junto a una cálida
hoguera.
Los niños del bosque eran, en muchos aspectos, lo opuesto a los gigantes. Pequeños
como niños pero de piel oscura y hermosa apariencia, vivían de una forma que hoy en
día podríamos considerar ordinaria, sin embargo eran menos barbáricos que los
gigantes. No trabajaban el metal, pero tenían gran habilidad trabajando la obsidiana
(lo que el pueblo llano conoce como vidriagón, mientras que los Valyrios lo conocían
por una palabra que significaba "fuego helado") para fabricar herramientas y armas
para cazar. No tejían ropas pero tenían talento en la confección de prendas hechas de
hojas y corteza de árbol. Aprendieron a hacer arcos de arciano y a construir trampas de
hierba, que ambos sexos utilizaban para cazar.
Se dice que su música era tan hermosa como ellos, pero lo que cantaban ya no se
recuerda, salvo en pequeños fragmentos transmitidos desde días antiguos. "Reyes del
Invierno, o las Leyendas y Linajes de los Stark de Invernalia" del Maestre Childer,
contiene un fragmento de una balada que supuestamente habla del tiempo en el que
Brandon el Constructor buscó la ayuda de los niños mientras construía el Muro. Fue
llevado a un lugar secreto para reunirse con ellos, pero al principio no fue capaz de
entender su lenguaje, que fue descrito como el sonido de las piedras en un arroyo, o del
viento soplando a través de las hojas, o de la lluvia al caer sobre el agua. La forma en
que Brandon llegó a comprender el lenguaje de los niños es un relato en sí mismo, y no
vale la pena repetirlo aquí. Pero parece ser que su lenguaje se originó, o tomó
inspiración de los sonidos que escuchaban a diario.
Los dioses que adoraban los niños eran los dioses sin nombre que algún día se
convertirían en los dioses de los Primeros Hombres, los innumerables dioses de los
ríos, los bosques y las piedras. Fueron los niños quienes tallaron los rostros en los
arcianos, tal vez para que sus dioses pudieran observar a sus fieles y sus oraciones.
Otros, con poca evidencia, dicen que los verdevidentes—los sabios entre los niños—eran
capaces de ver a través de los ojos de los arcianos tallados. La supuesta prueba de ello
sería el hecho de que los Primeros Hombres creían en esto. Fue su miedo a que los
arcianos los espiaran lo que los llevó a cortar muchos de los árboles tallados y las
arboledas de arcianos, para negarles a los niños tal ventaja.
Sin embargo, los Primeros Hombres eran menos instruidos de lo que somos ahora, y
creían en cosas que sus descendientes actuales no; consideremos "Casado con el Mar,
un Relato de la Historia de Puerto Blanco desde sus Primeros Días” del Maestre
Yorrick, el cual relata la práctica del sacrificio de sangre para los antiguos dioses.
Dichos sacrificios persistieron hasta hace tan poco como cinco siglos atrás, de acuerdo a
los relatos de los predecesores del Maestre Yorrick en Puerto Blanco.
Esto no quiere decir que los verdevidentes no conocían artes perdidas que pertenecían
a los misterios mayores, como ver eventos a gran distancia, o comunicarse a través de
medio reino (como hacían los valyrios, los cuales llegarían mucho tiempo después que
ellos). Pero tal vez algunas de estas proezas que los verdevidentes poseían, tenían más
que ver con charlatanería que con la verdad. Ellos no podían transformarse en bestias,
como decían algunos, pero parece ser cierto que eran capaces de comunicarse con los
animales de una manera que no podemos conseguir hoy en día. Así es como surgieron
las leyendas de cambiapieles y hombres bestia.
Un gigante
A decir verdad, son muchas las leyendas sobre cambiapieles, pero la más común—
traída desde más-allá-del-Muro por hombres de la Guardia de la Noche, y registradas
en el Muro por septones y maestres de siglos anteriores—sostienen que los
cambiapieles no solo se comunicaban con las bestias, sino que podían controlarlas al
unir sus espíritus. Aun entre los salvajes, estos cambiapieles eran temidos como
hombres antinaturales que podían convocar a los animales para ser sus aliados.
Algunos relatos hablan de cambiapieles que se pierden dentro de sus bestias, y otros
dicen que los animales podían hablar con voz humana cuando un cambiapieles los
controlaba.
Pero todos los relatos acuerdan en que los cambiapieles más comunes eran aquellos
que controlaban lobos—incluso huargos—y estos tenían un nombre especial entre los
salvajes: wargs.
Además, las leyendas sostienen que los verdevidentes podían ahondar en el pasado y
ver lejos en el futuro. Pero como nuestro aprendizaje nos ha enseñado, los misterios
mayores que afirman este poder también afirman que las visiones de los eventos por
venir son confusas y a menudo malinterpretadas, algo útil que decir cuando se intenta
engañar a los desprevenidos con adivinaciones del futuro. A pesar de que los niños
tienen sus propias artes, siempre debemos procurar separar la verdad de la
superstición, y el conocimiento debe ser probado y confirmado. Los misterios mayores
y las artes mágicas, fueron y están más allá de los límites de nuestra capacidad mortal
para entenderlos.
Aunque actualmente es considerado desacreditado, un fragmento de "Historia antinatural"
del Septon Barth se ha convertido en fuente de controversias en la Ciudadela. Reclamando
haber consultado en los textos que se dice son conservados en el Castillo Negro, el Septon
Barth asegura que los niños del bosque podían hablar con los cuervos y hacer que repitieran
sus palabras. Según Barth, este misterio mayor les fue enseñado a los Primeros Hombres por
los niños para que pudieran transmitir mensajes a gran distancia. Esto fue transmitido, de
forma degradada, hasta los maestres de hoy en día, quienes ya no saben cómo hablar con
estas aves.
Es cierto que nuestra orden entiende el lenguaje de los cuervos… pero esto supone los
propósitos básicos de sus graznidos y ronquidos, sus signos de miedo e ira, y las formas en las
que ellos muestran su disposición para aparearse o su falta de salud.
Los cuervos están entre los pájaros más inteligentes, pero no son más listos que los niños
pequeños, y son considerablemente menos capaces de poseer un verdadero lenguaje, fuera lo
que fuera que el Septon Barth pueda haber creído. Unos pocos maestres, dedicados al eslabón
de acero valyrio, han dicho que Barth estaba en lo cierto, pero ninguno ha sido capaz de
probar sus afirmaciones respecto a la comunicación entre cuervos y hombres.
Sin importar la veracidad de sus artes, los niños fueron guiados por los verdevidentes, y
no cabe duda de que en algún momento se los pudo encontrar desde las Tierras del
Eterno Invierno hasta las costas del Mar del Verano. Erigieron sus casas con sencillez,
sin construir fuertes, ni castillos, ni ciudades. En lugar de esto, vivían en los bosques,
en chozas sobre los pantanos y ciénagas, y hasta en cavernas y colinas huecas. Se dice
que, en los bosques, construyeron refugios de hojas y juncos sobre las ramas de los
árboles, "ciudades" secretas entre los árboles.
Un niño del bosque
Durante mucho se ha creído que hacían esto para protegerse de predadores como los
huargos o los gatosombras, contra los que sus simples armas de piedra—y hasta sus
alardeados verdevidentes—no podían hacer nada. Pero otras fuentes niegan esto,
afirmando que sus mayores enemigos eran los gigantes, tal como insinúan los relatos
contados en el Norte, y como probablemente fue probado por el Maestre Kenneth en su
estudio de los túmulos cerca del Lago Largo—la tumba de un gigante con puntas de
flecha de obsidiana encontrados entre las sus costillas. Trae a la mente una
transcripción de una canción salvaje en la "Historia de los Reyes de Mas-Allá-del-
Muro" del Maestre Herryk, con respecto a los hermanos Gendel y Gorne. Ellos fueron
llamados a mediar en una disputa entre un clan de niños y una familia de gigantes
sobre la posesión de una caverna. Se dice que Gendel y Gorne resolvieron el asunto a
través de engaños, haciendo que ambas partes renunciaran a cualquier deseo sobre la
caverna, después de que los hermanos descubrieran que esta era parte de una cadena
de cavernas mucho más grande que en algún punto pasaba por debajo el Muro. Pero
teniendo en cuenta que los salvajes no eran letrados, sus tradiciones deben ser vistas
con cierta dosis de escepticismo.
Sin embargo, las bestias de los bosques y los gigantes eventualmente se unieron a causa
de otro, aun mayor peligro.
Surge la posibilidad de que una tercera raza haya habitado los Siete Reinos en la Edad del
Amanecer, pero es tan especulativa que sólo necesita ser tratada con brevedad.
Entre los hombres del hierro, se dice que los primeros de los Primeros Hombres que llegaron a
las Islas del Hierro encontraron la famosa Silla de Piedramar en Viejo Wyk, pero las islas
estaban deshabitadas. De ser cierto esto, la naturaleza y origen de los creadores de la silla son
un misterio. El Maestre Kirth, en su colección de leyendas sobre los hombres del hierro
"Canciones que cantan los Hombres Ahogados", sugiere que la silla fue dejada por visitantes
venidos desde el otro lado del Mar del Ocaso, pero no hay evidencias de esto, tan sólo son
especulaciones.
LA LLEGADA DE LOS PRIMEROS HOMBRES
DE ACUERDO A los informes más prestigiosos de la Ciudadela, hace entre ocho mil a
doce mil años, en los confines meridionales de Poniente, un nuevo pueblo cruzó la
franja de tierra que unía el Mar Angosto y conectaba las tierras orientales con las tierras
donde los niños y los gigantes vivían. Fue aquí cuando los Primeros Hombres llegaron a
en Dorne a través del Brazo Roto, que en ese entonces aún no estaba roto. El por qué
estas personas dejaron su tierra natal es totalmente desconocido, pero cuando llegaron
lo hicieron en cantidad. Miles entraron y comenzaron a establecerse en las tierras, y con
el paso de las décadas, se fueron estableciendo cada vez más hacia el norte. Los cuentos
que tenemos de aquellos días de migración no son confiables, porque sugieren que, en
unos pocos años, los primeros hombres lograron moverse más allá del Cuello e incluso
en el Norte. Sin embargo, en realidad, habría tomado décadas, sino siglos, para que
esto ocurriese.
No obstante, lo que sí parece ser cierto de todos los cuentos es que los Primeros
Hombres pronto entraron en conflicto con los niños del bosque. A diferencia de los
niños, los Primeros Hombres cultivaban la tierra y levantaron fuertes circulares y
aldeas. Y al hacerlo, talaron los arcianos, incluyendo aquellos con rostros tallados, y fue
por esto que los niños les atacaron, lo que llevó a cientos de años de guerra.
Los Primeros Hombres—que habían traído consigo otros dioses, caballos, ganado y
armas de bronce—eran también más grandes y fuertes que los niños, por lo que
representaban una amenaza significativa.
Los cazadores entre los niños—sus danzarines del bosque—se convirtieron también en
sus guerreros, pero todas sus artes secretas sobre los árboles y las hojas, no pudieron
hacer nada más que retrasar el avance de los Primeros Hombres. Los verdevidentes
emplearon sus artes, y lo cuentos dicen que podían llamar a las bestias de los pantanos,
los bosques y los cielos para que lucharan por ellos: lobos huargo y monstruosos osos
de las nieves, leones de las cavernas y águilas, mamuts y serpientes, y muchos más.
Pero los Primeros Hombres resultaron demasiado poderosos, y se dice que los niños se
vieron forzados a tomar acciones desesperadas.
Un arciano tallado
Las leyendas dicen que las grandes inundaciones que rompieron el puente de tierra que
ahora es el Brazo Roto y convirtieron al cuello en un pantano fueron la obra de los
verdevidentes, quienes se reunieron en Foso Cailin para llevar a cabo su magia oscura.
Sin embargo, algunos discuten esto: los Primeros Hombres ya estaban en Poniente
cuando esto ocurrió, y detener las invasiones provenientes del este no hizo más que
ralentizar su avance. Además, tales poderes estaban más allá de lo que se decía que los
verdevivientes tradicionalmente han sido capaces de hacer… y hasta esos cuentos
parecen exagerados.
Es más probable que las inundaciones del Cuello y la ruptura del Brazo fueran eventos
naturales, posiblemente causados por un hundimiento natural de la tierra. Es bien
sabido lo que ocurrió en Valyria, y en las Islas del Hierro, el castillo de Pyke se asienta
sobre pilares de piedra que fueron en alguna ocasión parte de una isla más grande,
antes de segmentos de la misma se derrumbaran en el mar.
En cualquier caso, los niños del bosque pelearon tan ferozmente como los Primeros
Hombres para defender sus vidas.
Inevitablemente, la guerra se extendió por generaciones, hasta que al final los niños
entendieron que no podrían ganar. Los Primeros Hombres, quizás cansados de la
guerra, también querían ponerle fin al conflicto. Los más sabios de ambas razas se
hicieron oír, y los jefes, héroes y gobernantes de ambos bandos se reunieron en la isla
del Ojo de Dioses para llevar a cabo un Pacto.
Renunciando a todas las tierras de Poniente salvo por los espesos bosques, los niños
obtuvieron de los primeros hombres la promesa de que ellos ya no volverían a talar sus
arcianos. Se tallaron rostros en todos los arcianos de la isla en la cual el Pacto fue
forjado de forma que los dioses pudieran atestiguarlo, y se formó la orden de los
hombres verdes para atender a los arcianos y proteger la isla.
Los niños del bosque y los Primeros Hombres llevando a cabo el Pacto.
Con el pacto, la Edad del Amanecer del mundo llegó a su fin y la Edad de los Héroes le
sucedió.
No está claro si los hombres verdes aún sobreviven en su isla, aunque hay relatos ocasionales
de algún joven temerario señor de los ríos que toma un bote hacia la isla para observarlos
antes de los vientos los desvíen o una bandada de cuervos lo termine alejando. Los cuentos de
niños afirman que ellos poseen cuernos y tienen la piel de un color verde muy oscuro, pero esto
es una corrupción de la probable verdad, ya que los hombres verdes llevaban prendas de color
verde y tocados astados.
LA EDAD DE LOS HÉROES
LA EDAD DE LOS HÉROES duró miles de años, en los cuales reinos florecieron y se
marchitaron, casas nobles fueron fundadas y se extinguieron, y grandes hazañas fueron
llevadas a cabo. Sin embargo, lo que realmente sabemos de esos antiguos tiempos es
poco más de lo que sabemos de la Edad del Amanecer. Las historias que tenemos ahora
son producto del trabajo de septones y maestres quienes las escribieron miles de años
después de sucedieran los hechos—no obstante, a diferencia de los niños del bosque y
los gigantes, los Primeros Hombres de la Edad de los Héroes dejaron atrás algunas
ruinas y antiguos castillos que pueden corroborar parte de estas leyendas, y existen
algunos monumentos en los túmulos y en otras partes marcados con sus runas. Es a
través de estos restos que podemos empezar a desentrañar la verdad oculta en los
cuentos.
Lo que es comúnmente aceptado de la Edad de los Héroes es que comenzó con el Pacto
y se extendió por de miles de años en los cuales los Primeros Hombres y los niños
vivieron de forma pacífica entre ellos. Con tanta tierra a su disposición, los Primeros
Hombres por fin tuvieron espacio para expandirse. Desde las Tierras del Eterno
Invierno hasta las costas del Mar del Verano, los Primeros Hombres gobernaron desde
sus fuertes circulares. Los reyes menores y los señores poderosos proliferaron, pero con
el tiempo algunos demostraron ser más fuertes que el resto, plantando las semillas de
los reinos que son los ancestros de los Siete Reinos que conocemos hoy en día. Los
nombres de los reyes de esos reinos primitivos están envueltos en leyenda, y los cuentos
que afirman que sus reinados individuales duraron cientos de años deben ser
entendidos como errores y fantasías introducidos por otros en los días posteriores.
Nombres tales como Brandon el Constructor, Garth Manoverde, Lann el Astuto y
Durran Pesardedioses son figuras destacadas de esta era, pero es probable que sus
leyendas contengan menos verdad que fantasía. En otro lugar, me esforzaré por
discernir los granos de verdad entre la paja, pero por ahora es suficiente con reconocer
estos cuentos.
Y además de los legendarios reyes y los cientos de reinos de los cuales nacieron los Siete
Reinos, historias tales como las de Symeon Ojos de Estrella, Serwyn del Escudo Espejo,
y otros héroes se convirtieron en pasto tanto para septones como para bardos. ¿Tales
héroes alguna vez existieron? Podría ser. Pero cuando los bardos cuentan a Serwyn del
Escudo Espejo como un miembro de la Guardia Real—una institución que fue formada
durante el reinado de Aegon el Conquistador—podemos ver porque es que pocos de
estos cuentos pueden ser considerados verdaderos. Los primeros septones que
escribieron sobre ellos tomaron los detalles que les convenían y añadieron otros, y los
bardos los cambiaron—algunas veces más allá de todo parecido—con tal de obtener un
lugar en el cálido salón de algún señor. De tal manera que algunos de los Primeros
Hombres hace mucho tiempo fallecidos se convirtieron en caballeros que seguían la Fe
de los Siete y protegían a los reyes Targaryen miles de años después de que haber
existido (si es que en verdad lo hicieron).
Son incontables las legiones de niños y jóvenes que son engañados con estos cuentos
tontos sobre la historia pasada de Poniente.
Es mejor recordar que cuando hablamos de esos legendarios fundadores del reino, hablamos
simplemente de algunos dominios primitivos—generalmente centrados en un gran
asentamiento, como Roca Casterly o Invernalia—que con el tiempo incorporaron más tierras
y poder a sus dominios. Si Garth Manoverde alguna vez gobernó sobre lo que él afirmaba era
el Reino del Dominio, es probable que su mandato no se extendiera más allá de quince días de
marcha desde los salones de su castillo. Pero es desde estos pequeños dominios de donde
surgieron los más poderosos reinos que llegaron a dominar Poniente en los milenios
siguientes.
Un fuerte circular en ruinas de los Primeros Hombres.
LA LARGA NOCHE
A MEDIDA QUE LOS PRIMEROS HOMBRES establecían sus reinos tras el Pacto, poco
les preocupaba a excepción de sus propias peleas y guerras, o al menos eso nos dicen
las historias. Es también de estas historias de donde aprendemos sobre la Larga Noche,
cuando llegó una estación de invierno que duró una generación—una generación en la
cual los niños nacían, crecían y llegaban a la adultez, y en muchos casos morían sin
llegar a ver la primavera. De hecho, algunos de los cuentos más antiguos dicen que
nunca llegaron a ver la luz del día, así de terrible fue el invierno que cayó sobre el
mundo. Mientras que esto último podría no ser más que fantasía, el hecho de que algún
tipo de cataclismo tuviera lugar hace muchos miles de años parece ser cierto. Lomas
Pasolargo, en sus “Maravillas creadas por el Hombre”, relata haberse reunido con
descendientes de los Rhoynar en las ruinas de la ciudad festiva de Chroyane, quienes
tenían cuentos de una oscuridad que hizo que el Rhoyne menguara y despareciera, sus
hacia se congelaron incluso tan al sur como en la unión con el Selhoru. De acuerdo a
esos cuentos, el sol tan sólo regreso cuando un héroe convenció a los múltiples hijos de
la Madre Rhoyne—dioses menores como el Rey Cangrejo y el Viejo Hombre del Rio—de
dejar a un lado sus disputas y unirse para cantar una canción secreta que trajo de vuelta
al día.
También está escrito que existen anales en Asshai sobre tal oscuridad, y sobre un héroe
que la combatió usando una espada roja. Se dice que sus hazañas se realizaron antes
del surgimiento de Valyria, en la edad temprana cuando el Viejo Ghis recién empezaba
a formase como un imperio. Esta leyenda se ha extendido al oeste de Asshai, los
seguidores de R’hllor afirman que este héroe fue llamado Azor Ahai, y profetizan su
regreso. En el “Compendio Jade”, Colloquo Votar relata una curiosa leyenda de Yi Ti, la
cual establece que el sol ocultó su rostro del mundo por una eternidad, avergonzado por
algo que nadie pudo descubrir, y que ese desastre fue evitado tan sólo por las hazañas
de una mujer con cola de mono.
A pesar de que durante mucho tiempo la Ciudadela ha buscado aprender la manera de
predecir la duración y el cambio de las estaciones, todos sus esfuerzos han resultado en vano.
El septon Barth parece argumentar, en un tratado fragmentario, que la inconstancia de las
estaciones era una materia de las artes mágicas más que del conocimiento confiable.
“Medición de los Días” del maestre Nicol—de otra manera, un trabajo loable que contiene
cosas de mucha utilidad—parece influenciado por este argumento. Basado en su estudio sobre
el movimiento de las estrellas en el firmamento, Nicol sostiene de forma muy convincente que
las estaciones podrían haber tenido, en el pasado, una duración regular, determinada
únicamente por la forma en la cual el mundo se coloca respecto al sol en su curso celestial. La
idea detrás de este argumento parece ser cierta—que el alargamiento y acortamiento de los
días, si hubiese sido más regular, hubiera llevado a estaciones más regulares—pero fue
incapaz de encontrar evidencia de que aquel hubiera sido el caso, salvo lo que decían los
antiguos cuentos.
No obstante, si este cruel invierno tuvo lugar como lo describen los cuentos, la miseria
que debió haber provocado de seguro fue un espectáculo atroz. Durante los inviernos
más duros, entre los norteños, es costumbre que los más viejos y los enfermos digan
que van a salir de cacería—sabiendo muy bien que nunca regresaran pero dejando así
un poco más de comida para aquellos con más probabilidades de sobrevivir. Sin duda
esta práctica era común durante la Larga Noche.
Sin embargo, existen otros cuentos—más difíciles de dar crédito pero aún más
importantes en las viejas historias—sobre criaturas conocidas como los Otros. De
acuerdo con esos cuentos, ellos venían de las congeladas Tierras del Eterno Invierno,
trayendo consigo el frío y la oscuridad buscando extinguir toda luz y calidez. Los
cuentos dicen que montaban monstruosas arañas de hielo y los caballos de los muertos,
resucitados para servirles, así como que también resucitaban a los hombres muertos
para que peleen por ellos.
Los Otros montados en arañas de hielo y caballos muertos, como afirman las
leyendas.
El cómo llegó a su fin la Larga Noche es materia de leyendas, así como todas las
cuestiones del pasado parecen serlo. En el Norte, hablan de un último héroe quien
buscó la intercesión de los niños del bosque, sus compañeros lo abandonaron o
murieron uno tras otro mientras se enfrentaban a gigantes hambrientos, sirvientes del
frío, y a los mismos Otros. Sólo, al final, llegó donde los niños, a pesar de los esfuerzos
de los caminantes blancos, y todos los cuentos coinciden en que este fue un momento
decisivo.
Gracias a los niños, los primeros hombres de la Guardia de la Noche, se unieron y
fueron capaces de pelear—y ganar—la Batalla por el Amanecer: la última batalla que
acabó con el invierno sin fin y envió a los Otros de regreso al norte congelado. Ahora,
seis mil años después (u ocho mil como propone “Historia Verdadera”), el Muro,
construido para defender los reinos de los hombres aún esta al mando de las hermanos
juramentados de la Guardia de la Noche, y ni los Otros ni los niños han sido vistos en
muchos siglos.
“Las Mentiras de los Antiguos” del Archimaestre Fomas—aunque poco apreciada en estos días
por sus afirmaciones erróneas sobre la fundación de Valyria y ciertos reclamos limítrofes en el
Dominio y las tierras de Occidente—especula que los Otros de las leyendas no fueron más que
una tribu de los Primeros Hombres, ancestros de los salvajes, que se habían establecido en el
lejano norte.
A causa de la Larga Noche, esos primitivos salvajes se vieron obligados a comenzar una ola de
conquistas hacia el sur. El que se conviertan en monstruos en los relatos contados
posteriormente, según Fomas, refleja el deseo de la Guardia de la Noche y los Stark de darse
una identidad más heroica como salvadores de la humanidad, y no simplemente como los
vencedores de una lucha sobre el dominio de sus tierras.
Los Señores dragón de Valyria.
EL ASCENSO DE VALYRIA
MIENTRAS PONIENTE SE RECUPERABA de la Larga Noche, un nuevo poder nacía en
Essos. El vasto continente, extendiéndose desde el Mar Angosto hasta el legendario
Mar de Jade y el lejano Ulthos, parece ser el lugar donde la se desarrolló la civilización
como la conocemos. La primera de estas (sin considerar las dudosas afirmaciones de
Qarth, las leyendas de Yi Ti del Gran Imperio del Amanecer, y las dificultades al buscar
cualquier rastro de verdad en los cuentos de la legendaria Asshai) tenía sus raíces en el
Viejo Ghis: una ciudad construida sobre la esclavitud. El legendario fundador de la
ciudad, Grazdan el Grande, sigue siendo tan reverenciado que los hombres de las
familias esclavistas con frecuencia son nombrados como él. Grazdan fue quien, según
las más viejas historias de los Ghiscaris, fundó las legiones de marcha sincronizada, con
sus altos escudos y sus tres lanzas, las cuales fueron las primeras en pelear como
cuerpos disciplinados. El Viejo Ghis y su ejército procedieron a colonizar sus
alrededores, luego, ejerciendo presión, subyugaron a sus vecinos. Así fue que el primer
imperio nació, y por varios siglos reinó con supremacía.
Fue en la gran península al otro lado de la Bahía de los Esclavos donde se originaron
aquellos que pusieron fin al imperio del Viejo Ghis—aunque no del todo. Allí,
resguardados entre las montañas volcánicas conocidas como los Catorce Fuegos, fueron
los Valyrios, quienes aprendieron a domar a los dragones y a convertirlos en las armas
de guerra más temibles que el mundo jamás ha visto. Los relatos que los Valyrios
contaban de sí mismos decían que ellos descendían de los dragones y eran parientes de
los que controlaban.
En fragmentos de “Historia Antinatural” de Barth, el septon parece haber considerado varias
leyendas examinando el origens de los dragones y como estos llegaron a ser controlados por
los Valyrios. Los Valyrios afirmaban que los dragones brotaron como los hijos de las Catorce
Llamas, mientras que en Qarth los cuentos manifiestan que una vez existió una segunda luna
en el cielo. Un día esta luna fue calentada por el sol y se rompió como un huevo, y un millón de
dragones brotaron de ella. En Asshai, los relatos son variados y confusos, pero algunos
textos—todos muy antiguos—afirman que los dragones llegaron de la Sombra, un lugar donde
todo nuestro conocimiento nos falla. Estas historias de Asshai dicen que un pueblo, tan antiguo
que no tenía nombre, fue el primero en domar a los dragones en la Sombra y los llevaron a
Valyria, donde les enseñaron a los Valyrios sus artes antes de desaparecer de los anales de la
historia.
Sin embargo, si estos hombres de la Sombra fueron los primeros en domar a los dragones,
¿por qué no conquistaron el mundo como hicieron los valyrios? Lo más probable es que el
relato Valyrio sea el verdadero. Pero también hubo dragones en Poniente, mucho antes que
llegaran los Targaryen, como nuestras propias leyendas e historias nos dicen. Si los dragones
en verdad surgieron de las Catorce Llamas, deben haberse extendido por gran parte del
mundo conocido antes de que fueran domados. Y, en efecto, existe evidencia de esto, ya que se
han encontrado huesos de dragón tan al norte como en Ib, e incluso en las junglas de
Sothoryos.
Pero los Valyrios los entrenaron y dominaron como nadie más pudo.
La gran belleza de los Valyrios—con su cabello color plata o dorado y ojos en tonalidad
de color púrpura no encontrados entre otras razas del mundo—es bien conocida, y a
menudo presentada como una prueba de que los Valyrios no eran completamente de la
misma sangre que otros hombres. Aunque, hay maestres quienes señalan que,
mediante la reproducción selectiva de animales, uno puede hacer resaltar una
característica deseable, y que poblaciones en aislamiento con frecuencia pueden
mostrar notables variaciones que podrían considerarse fuera de lo común. Esto puede
ser una respuesta más probable para el misterio de los orígenes Valyrios, aunque esto
no explica la afinidad con los dragones que aquellos con sangre Valyria claramente
tenían.
Los Valyrios no tuvieron reyes, en lugar de eso se llamaron el Feudo Franco porque
todos los ciudadanos que poseían tierras tenían voz. Se elegían arcontes para ayudar
con el gobierno, pero eran elegidos por los señores del Feudo de entre ellos mismos, y
por un periodo limitado de tiempo. No era frecuente que Valyria fuera gobernada por
una sola familia del Feudo aunque tampoco era del todo imposible.
Las cinco grandes guerras entre el Feudo Franco y el Viejo Ghis cuando el mundo aún
era joven, son materia de leyendas—enfrentamiento que siempre terminaron con la
victoria de los Valyrios sobre los Ghiscaris. Fue durante la quinta y última guerra que el
Feudo Franco decidió asegurase de que no existiera una sexta guerra. Las antiguas
murallas adoquinadas del Viejo Ghis, levantadas en tiempos antiguos por Grazdan el
Grande, fueron arrasadas. Las colosales pirámides, templos y hogares cedieron ante las
llamas de dragón. Los campos fueron sembrados con sal, cal y cráneos. Muchos de los
Ghiscaris fueron asesinados, y muchos otros fueron esclavizados y perecieron
trabajando para sus conquistadores. Así los Ghiscaris se convirtieron en parte del
nuevo imperio Valyrio, y con el tiempo olvidaron la lengua que hablaba Grazdan,
aprendiendo en su lugar el Alto Valyrio. Así fue como unos imperios cayeron y en su
lugar surgieron otros.
Ahora queda muy poco de lo que alguna vez fue el orgulloso imperio del Viejo—un par de
ciudades que se aferran como llagas a la Bahía de los Esclavos y otra que pretende ser el Viejo
Ghis renacido.
Después de que la Maldición llegará a Valyria, las ciudades de la Bahía de los Esclavos fueron
capaces de liberarse del último de los grilletes Valyrios, gobernándose a sí mismos en verdad
en vez de hacerlo sólo en apariencia. Y los Ghiscaris restante rápidamente restablecieron su
comercio de esclavos—aunque donde alguna vez los ganaban por conquista, ahora tan sólo
los compraban y reproducían.
Una vieja rima dice “con adoquines y sangre se construyó Astapor, y con adoquines y sangre
su gente”, refiriéndose a las murallas adoquinadas de la ciudad y la sangre derramada por los
miles de esclavos quienes vivieron, trabajaron y murieron construyéndolas. Gobernada por
hombres quienes se llamaban a sí mismos como los Bondadosos Amos, Astapor es mejor
conocida por la creación de los esclavos soldados eunucos llamados Inmaculados—hombres
criados desde su niñez para convertirse en feroces guerreros incapaces de sentir dolor. Los
Astaporis pretenden que son las legiones de marcha sincronizada del Viejo Imperio renacidas,
pero aquellos hombres eran libertos, y los Inmaculados no lo son.
De Yunkai, la ciudad amarilla, poco necesita decirse, pues es un lugar con aún peor
reputación. Los hombres que la gobiernan se llaman a sí mismos los Sabios Amos, están
inmersos en la corrupción, vendiendo esclavas de cama, niños prostitutos y cosas peores.
La más formidable de las ciudades en la Bahía de los Esclavos es la antigua Meereen, pero a
diferencia del resto, es un lugar en ruinas, su población es una fracción de lo que alguna vez
albergó el Viejo Imperio en sus tiempos de gloria. Sus murallas de adoquines multicolores
contienen sufrimiento sin fin, ya que los Grandes Amos de Meereen entrenan esclavos para
pelear y morir para su entretenimiento en las sangrientas arenas de lucha.
Se sabe que las tres ciudades pagan tributos a los khalasars que las visitan en vez de
enfrentarlos en batalla abierta, pues los dothrakis les proveen muchos de los esclavos que los
Ghiscaris entrenan y venden —esclavos tomados de sus conquistas y vendidos en los mercados
de carne de Meereen, Yunkai y Astapor.
La más importante de las ciudades Ghiscaris es también la más pequeña y la más joven, y no
menos presta a la grandeza: Nuevo Ghis, legada en su isla y en sus propias costumbres. Ahí,
los Amos han formado legiones de hierro a semejanza de las legiones del Viejo Ghis, pero a
diferencia de los Inmaculados, estos son hombres libres, como lo fueron los soldados del Viejo
Imperio.
La caída del Viejo Ghis
LAS HIJAS DE VALYRIA
LOS VALYRIOS APRENDIERON algo deplorable de los Ghiscari: la esclavitud. Los
Ghiscari que ellos conquistaron fueron los primeros en ser esclavizados, pero no los
últimos. Las montañas ardientes de los Catorce Fuegos eran ricas en minerales, y los
Valyrios los anhelaban: cobre y estaño para el bronce de sus armas y monumentos;
también hierro para el acero de sus legendarias espadas; y como siempre, también oro y
plata para pagarlo todo.
Las propiedades del acero Valyrio son bien conocidas, y son el resultado tanto de plegar el
hierro varias veces para balancearlos y remover las impurezas, y el uso de hechizos—o al
menos artes que nosotros no conocemos—para darle una fuerza supernatural al acero
resultante. Esas artes ahora se han perdido, aunque los herreros de Qohor afirman aún
conocer los hechizos para reforjar el acero Valyrio sin que éste pierda su fuerza o su capacidad
inigualable para mantener el filo. Las espadas de acero Valyrio que quedan en el mundo
pueden contarse por miles, pero en los Siete Reinos hay solo 227 de tales armas según
“Inventarios” del Archimaestre Thurgood, desde entonces algunas se han perdido o han
desaparecido de los anales de la Historia.
Nadie puede decir cuántos perecieron, trabajando en las minas Valyrias, pero
ciertamente el número es tan grande que desafía la comprensión. A medida que Valyria
crecía, también lo hacía su necesidad de minerales, lo que los llevó a más conquistas
para mantener sus minas abastecidas de esclavos. Los Valyrios se expandieron en todas
las direcciones, extendiéndose hacia el este, más allá de las ciudades Ghiscari y al oeste,
hasta los confines de Essos, donde ni siquiera los Ghiscari habían hecho incursiones.
Esta primera incursión del nuevo imperio fue de suma importancia para Poniente y
para el futuro de los Siete Reinos. Mientras Valyria buscaba conquistar más y más
tierras y pueblos, algunos huyeron buscando seguridad, liberándose del yugo Valyrio.
En las costas de Essos, levantaron ciudades, que conocemos hoy en día como Ciudades
Libres. Sus orígenes fueron muy diversos.
Qohor y Norvos fueron fundados siguiendo cismas religiosos. Otras, como la Antigua
Volantis y Lys, fueron las primeras colonias mercantes de importancia, fundadas por
mercaderes adinerados y nobles quienes compraron el derecho para gobernarse a sí
mismos como clientes del Feudo Franco y no como sus súbditos. Estas ciudades
prefirieron elegir a sus propios líderes en vez de recibir arcontes provenientes de
Valyria (a menudo montados en dragones) para supervisarlos. En algunas historias se
afirma que Pentos y Lorath eran de un tercer tipo—ciudades que ya existían antes de
que los Valyrios llegaran, cuyos gobernantes pagaban tributos a Valyria y por tanto
mantenían su derecho a gobernarse. En estas ciudades, la afluencia de sangre Valyria
llegó mediante emigrantes del Feudo Franco, o a través de matrimonios políticos
utilizados para consolidad los vínculos entre estas ciudades y Valyria. Sin embargo, la
mayoría de las historias que recuentan esto utilizan como fuente a “Antes de los
Dragones” de Gessio Haratis. Haratis era de Pentos, y en ese tiempo, Volantis
amenazaba con restaurar el imperio Valyrio bajo su control, así que la idea de una
Pentos independiente con orígenes alejados de Valyria hubiera sido de mayor
conveniencia política.
No obstante, es evidente que Braavos era única entre todas las Ciudades Libres, ya que
no fue fundada por voluntad del Feudo, ni por sus ciudadanos, sino por sus esclavos.
Según los relatos de los Bravoosi, una gran flota esclavista que había estado
recolectando tributos humanos en las tierras del Mar del Verano y del Mar de Jade, fue
víctima de un levantamiento de esclavos; el éxito de éste levantamiento sin duda
dependió del hecho de que los Valyrios solían usar esclavos como remeros, e incluso
como marineros, y estos hombres terminaron uniéndose a la revuelta. Tomando
control de la flota pero dándose cuenta de que no había ningún lugar cercano en el cual
esconderse del Feudo, los esclavos decidieron buscar una tierra alejada de Valyria y de
sus súbditos, y a escondidas fundaron su propia ciudad. La leyenda dice que las
Cantantes Lunares (o Bardos Lunares) profetizaron que la flota debía viajar al lejano
norte, a un rincón desolado de Essos—un lugar de marismas, aguas salobres y neblinas.
Allí, los esclavos empezaron a sentar las bases de su ciudad.
Por siglos, los Braavosi permanecieron ocultos del mundo en su remota laguna. Y aún
Después de revelarse, Braavos siguió siendo conocida como la Ciudad Secreta. Los
Bravoosi eran un pueblo que no era un solo pueblo: decenas de razas, cientos de
lenguas, y cientos de dioses. Todos tenían en común el lenguaje Valyrio, que se
convirtió en el idioma de comercio en Essos, y el hecho de que ahora eran libres,
cuando antes habían sido esclavos. Las Cantantes Lunares fueron honradas guiarlos a
su ciudad, pero los más sabios entre los esclavos libertos determinaron que, para
unificarse, debían aceptar todos los dioses que los esclavos habían traído consigo, sin
honrar a ninguno con preferencia sobre el resto.
En resumen, hoy en día se desconoce el número de pueblos que cayeron ante Valyria.
Los reportes que los Valyrios mantenían de sus conquistas fueron completamente
destruidos durante la Maldición, y muy pocos de estos pueblos documentaron sus
propias historias de un modo que sobrevivieran al dominio del Feudo Franco.
Los fuegos de las Catorce Flamas fluyendo a través de Valyria, combustible de la
magia de los piromantes.
Algunos pocos, como los Rhoynar, resistieron su avance durante siglos, incluso
milenios. Se decía que los Rhoynar, quienes fundaron grandes ciudades a lo largo del
Rhoyne, fueron los primeros en aprender a trabajar el hierro. Además, la confederación
de ciudades posteriormente conocida como el Reino de Sarnor sobrevivió la expansión
Valyria gracias a la gran llanura que separaba a unos de los otros… pero esa llanura y la
gente que la ocupaba—los Dothraki o Señores de los Caballos—fueron el origen de la
caída de Sarnor después de la Maldición.
De la historia de Valyria como es conocida hoy en día, muchos volúmenes han sido escritos
durante los siglos, y los detalles de sus conquistas, sus colonizaciones, los feudos de los Señores
Dragón, los dioses que adoraban, y más, podrían llenar bibliotecas y aun así estar
incompletos. “Los Fuegos del Feudo Franco” de Galendro es considerado la historia más
completa de Valyria, y aún de este, a la Ciudadela le faltan veintisiete de sus pergaminos.
Y aquellos que querían ser esclavos, pero eran incapaces de resistir ante el poderío de
Valyria, huyeron. Muchos fracasaron y fueron olvidados. Pero un pueblo, alto y de
cabello rubio, valiente e indomable gracias a su fe, tuvo éxito en su escape de Valyria. Y
aquellos hombres fueron los Ándalos.
LA LLEGADA DE LOS ÁNDALOS
LOS ÁNDALOS SE OGIRINARON en las tierras de El Hacha, al noreste de donde ahora
se ubica Pentos, aunque por muchos siglos fueron un pueblo migratorio que no
permanecía en un sólo lugar por demasiado tiempo. Desde el corazón de El Hacha—un
gran espolón de tierra rodeado por el Mar de los Escalofríos—ellos viajaron al suroeste
para forjar Andalia: el antiguo reino que los Ándalos gobernaron antes de cruzar el Mar
Angosto.
Andalia se extendía desde El Hacha hasta lo que ahora es la Costa Braavosi, y al sur
hasta las Llanuras y las Colinas de Terciopelo. Los Ándalos trajeron consigo armas de
hierro y armaduras de placas de hierro, contra los cuales las tribus que habitaban estas
tierras no pudieron hacer nada. Una de estas tribus era la de los hombres peludos; su
nombre ha sido olvidado, pero aún se recuerdan en ciertas historias Pentoshi. (Los
Pentoshi creían que estaban emparentados con los hombres de Ib, y las historias de la
Ciudadela concuerdan, aunque algunos argumentan que los hombres peludos se
establecieron en Ib, y otros dicen que los hombres peludos llegaron desde Ib.)
El hecho de que los Ándalos forjaran el hierro ha sido tomado por algunos como prueba
de que los Siete los guiaban—que el Herrero mismo les enseño este arte—y así lo
enseñan los textos sagrados. Pero los Rhoynar ya eran una civilización avanzada en ese
entonces, y ellos también sabían del hierro, así que tan sólo hace falta revisar un mapa
para darse cuenta que los primeros Ándalos deben haber tenido contacto con los
Rhoynar. El Olas Oscuras y el Noyne yacen directamente en el trayecto de la migración
de los Ándalos, y según el historiador norvoshi Doro Golanthis aún existen restos de
asentamientos Rhoynar en Andalia. Y no sería la primera vez que los hombres
aprendieran a trabajar el hierro de los Rhoynar; se dice que los Valyrios también
aprendieron el arte de ellos, aunque los Valyrios eventualmente los superaron.
Durante miles de años los Ándalos moraron en Andalia, haciéndose cada vez más
numerosos. En el más antiguo de los libros sagrados, “La Estrella de Siete Puntas”, se
dice que los Siete caminaban entre su gente en las colinas de Andalia, y que fueron ellos
quienes coronaron a Hugo de la Colina y le prometieron a él a sus descendientes
grandes reinos en una tierra lejana. Esto es lo que los septones y septas enseñan como
la razón por la cual los Ándalos dejaron Essos y marcharon rumbo al oeste hacia
Poniente, pero la historia que, a través de los siglos, la Ciudadela ha descubierto podría
proporcionar una mejor explicación.
Aventureros ándalos en el Valle, con las Montañas de la Luna en la distancia.
Una vieja leyenda contada en Pentos afirma que los Ándalos asesinaron a las doncellas cisne
que atraían a los viajeros hacia su muerte en las Colinas de Terciopelo, que se encuentran al
este de la Ciudad Libre. Un héroe que los Pentoshi llaman Hukko guiaba a los Ándalos en ese
entonces, y se dice que asesinó a las siete doncellas no por los crímenes que cometieron, sino
para entregarlas como sacrificio a sus dioses.
Algunos maestres piensan que Hukko podría ser una traducción del nombre Hugor. Pero las
antiguas leyendas del este deben ser desconfiadas, incluso más que aquellas de los Siete
Reinos. Demasiados pueblos han viajado de un lado a otro, y muchas leyendas y cuentos han
sido entremezclados.
Durante un par de siglos, mientras los Ándalos prosperaban en las Colinas de Andalia,
fueron dejados en paz. Pero con la caída del Viejo Ghis llegó la gran oleada de
conquistas y colonización del Feudo Franco de Valyria, mientras estos expandían sus
dominios y buscaban más esclavos. Al comienzo, el Rhoyne y los Rhoynar sirvieron
como un escudo. Para cuando los Valyrios llegaron al gran río, descubrieron que sería
difícil cruzarlo a la fuerza. Los señores dragón no tendrían problemas, pero los que iban
a pie y los jinetes a caballo encontraban desalentadora la perspectiva de enfrentarse a la
resistencia Rhoynar, dado que los Rhoynar eran de momento tan poderosos como lo
había sido Ghis en su gloria. Hubo una tregua durante años entre los Valyrios y los
Rhoynar, pero tan sólo protegió a los Ándalos de momento.
En la desembocadura del Rhoyne, los Valyrios fundaron la primera de sus colonias.
Allí, Volantis fue erigida por los hombres más ricos del Feudo con el fin de reunir la
riqueza que discurría desde el Rhoyne, y desde Volantis sus fuerzas conquistadoras
cruzaron el río en gran número. Al inicio, los Ándalos podrían haber peleado contra
ellos, y los Rhoynar podrían haberlos ayudado, pero su avance era imparable. Así que
es probable que los Ándalos decidieran huir en vez de enfrentarse a la inevitable
esclavitud que llegaba con la conquista Valyria. Se retiraron a El Hacha—las tierras de
donde habían surgido—y cuando aquello no los protegió, se retiraron más hacia el
noroeste hasta que llegaron al mar. Algunos debieron haberse rendido y entregado a su
suerte, y otros pudieron haber hecho un último esfuerzo por resistirse, pero muchos
otros construyeron barcos y navegaron en gran número a través del Mar Angosto hacia
las tierras de los Primeros Hombres en Poniente.
Los Valyrios les negaron a los Ándalos la promesa de los Siete en Essos, pero en
Poniente ellos eran libres. Hechos fervientes por el conflicto y la huida, los guerreros de
los Ándalos tatuaron en sus cuerpos la estrella de siete puntas y juraron por su sangre y
por los Siete que no descansarían hasta haber labrado sus reinos en las Tierras del
Ocaso. Su éxito le dio a Poniente un nuevo nombre: Rhaesh Andahli—la Tierra de los
Ándalos, como los Dothraki le dicen hoy en día.
Los septones, los bardos y los maestres concuerdan en que el primer lugar donde los
Ándalos desembarcaron fue en los Dedos en el Valle de Arryn. Tallas de la estrella de
siete puntas se encuentran dispersas en las rocas y piedras en toda esta área—una
práctica que con el tiempo cayó en desuso mientras las conquistas de los Ándalos
progresaban.
Barriendo el Valle con espadas y fuego, los Ándalos empezaron su conquista de
Poniente. Sus armas y armaduras de hierro sobrepasaban las de bronce que los
Primeros Hombres usaban para luchar, y muchos de los Primeros Hombres perecieron
en esta guerra. Una guerra—o una serie de varias guerras—que posiblemente se
extendió durante varias décadas. Eventualmente algunos de los Primeros Hombres se
rindieron, y es por esto que aún existen casas en el Valle que proclaman con orgullo su
descendencia de los Primeros Hombres, como los Redfort y los Royce.
Los bardos dicen que el héroe Ándalo Ser Artys Arryn voló sobre un halcón para
asesinar al Rey Grifo sobre la Lanza del Gigante, fundando de este modo el linaje real
de la casa Arryn. Estas son tonterías, si bien una corrupción de la verdadera historia de
los Arryn entremezcladas con leyendas de la Edad de los Héroes. En cambio, lo que
sucedió fue que los reyes Arryn suplantaron a los Reyes Supremos de la Casa Royce.
Con el Valle resguardado, los Ándalos volvieron su atención al resto de Poniente y
marcharon desde la Puerta de Sangre. En las guerras posteriores, los aventureros
Ándalos forjaron pequeños reinos de los viejos reinos de los Primeros Hombres y
lucharon entre sí con tanta frecuencia como lo hicieron con sus enemigos.
En las guerras sobre el Tridente, se dice que siete reyes Ándalos unieron fuerzas contra
el último verdadero Rey de los Ríos y las Colinas, Tristifer el Cuarto, quien era
descendiente de los Primeros Hombres, y lo derrotaron en lo que los bardos afirman
fue su centésima batalla. Su heredero, Tristifer el Quinto, demostró ser incapaz de
defender el legado de su padre, y así fue como su reino cayó ante los Ándalos.
En esta misma era un Ándalo, recordado en las leyendas como Erreg el Matarreyes, se
topó con la gran colina de Alto Corazón. Allí, bajo la protección de los reyes de los
Primeros Hombres, los niños del bosque cuidaban de los enormes arcianos tallados que
la coronaban (treinta uno, según el Archimaestre Laurent en su manuscrito “Antiguos
Lugares del Tridente”). Cuando los guerreros de Erreg intentaron talar los árboles, se
dice que los Primeros Hombres pelearon junto a los niños, pero el poder de los Ándalos
fue mucho mayor. A pesar de que los niños y los Primeros Hombres hicieron un
valiente esfuerzo para defender su arboleda sagrada, todos fueron asesinados. Hoy en
día los cuentacuentos afirman que los fantasmas de los niños aún merodean la colina
por las noches. Incluso hoy en día, los ribereños evitan el lugar.
Los clanes de las Montañas de la Luna son, sin lugar a duda, descendientes de los Primeros
Hombres quienes no doblaron la rodilla ante los Ándalos y, por tanto, fueron expulsados a las
montañas. Por otra parte, hay similitudes entre sus costumbres y las costumbres de los
salvajes de más allá del Muro—tales como el rapto de la novia, su obstinado deseo de
gobernarse a sí mismos, y otros similares—ya que los salvajes también son descendientes
indiscutibles de los Primeros Hombres.
Al igual que los Primeros Hombres antes que ellos, los Ándalos demostraron ser
enemigos acérrimos de los niños restantes. A sus ojos, los niños adoraban dioses
extraños y tenían extrañas costumbres, por lo que los Ándalos los expulsaron de todos
los espesos bosques que el Pacto les había concedido. Debilitados y aislados con el paso
de los años, los niños carecían de cualquier ventaja que pudieran haber tenido sobre los
Primeros Hombres. Y lo que los Primeros Hombres nunca pudieron lograr—erradicar
por completo a los niños—los Ándalos lo lograron en muy poco tiempo. Algunos pocos
niños pudieron haber escapado al Cuello, donde podrían haber encontrado seguridad
entre los pantanos y las ciénagas, pero si lo hicieron, no quedó ningún rastro de ellos.
Es posible que unos pocos sobrevivieran en la Isla de los Rostros, como algunos han
escrito, bajo la protección de los hombres verdes, a quienes los Ándalos nunca pudieron
exterminar. Pero de nuevo, nunca se han encontrado pruebas definitivas.
La masacre de los niños del bosque a manos del guerrero Ándalo, Erreg el Matareyes
De cualquier modo, los pocos niños restantes escaparon o perecieron, y los Primeros
Hombres se hallaban perdiendo guerras tras guerra, y reino tras reino, ante los
invasores Ándalos. Las batallas y guerras fueron interminables, pero eventualmente
todos los reinos sureños cayeron. Al igual que los hombres del Valle, algunos se
sometieron ante los Ándalos, incluso tomando la fe de los Siete. En muchos casos, los
Ándalos tomaron a las esposas e hijas de los reyes derrotados en matrimonio, a modo
de consolidar su derecho a gobernar. Ya que, a pesar de todo, los Primeros Hombres
eran mucho más numerosos que los Ándalos y no podían simplemente dejarlos de lado.
El hecho de que muchos castillos sureños aún tengan bosques de dioses con arcianos
tallados en su interior se dice que es gracias a los primeros reyes Ándalos, quienes
cambiaron su deseo de conquista por el de la integración, evitando de este modo
conflictos basados en la diferencia de credos.
Incluso los Hombres del Hierro—los feroces guerreros navegantes que se pensaban
seguros en sus islas—cayeron ante el avance de la conquista Ándala. Porque aunque a
los Ándalos les tomó mil años dirigir su atención hacia las Islas del Hierro, cuando lo
hicieron, lo hicieron con renovado fervor. Los Ándalos arrasaron las islas,
exterminando el linaje de Urron Manorroja, que había gobernado con hacha y espada
durante mil años.
Haereg escribe que, en un comienzo, los nuevos reyes Ándalos intentaron forzar la
adoración de los Siete en los hombres del hierro, pero estos no lo aceptaron. En su
lugar, permitieron que su fe coexistiera junto a la del Dios Ahogado. Al igual que en el
continente, los Ándalos se casaron con las esposas e hijas de los hombres del hierro y
tuvieron hijos con ellas. Pero a diferencia de en el continente, la Fe nunca echó raíces;
ni siquiera se mantuvo firme entre las familias de sangre Ándala. Con el tiempo, tan
sólo la fe del Dios Ahogado reinó sobre las Islas del Hierro, con sólo unas cuantas casas
recordando a los Siete.
Tan sólo el Norte fue capaz de mantener a los Ándalos a raya, gracias a los
impenetrables pantanos del Cuello y los antiguos fuertes de Foso Cailin. Es difícil
estimar el número de armadas Ándalas que fueron destruidas en el Cuello, pero fue así
como los Reyes del Invierno preservaron su regencia durante los siglos venideros.
DIEZ MIL BARCOS
LA ÚLTIMA DE las grandes migraciones hacia Poniente ocurrió mucho tiempo después
de la llegada de los Primeros Hombres y de los Ándalos. Una vez que las guerras
Ghiscari terminaron, los señores dragón de Valyria volvieron su mirada hacia el oeste
donde el creciente poderío Valyrio llevó al Feudo y a sus colonias a entrar en conflicto
con los pueblos del Rhoyne.
El río más caudaloso del mundo, y los múltiples afluentes del Rhoyne se extendían por
gran parte del occidente de Essos. A lo largo de sus orillas había surgido una
civilización y cultura tan legendaria y antigua como la del Viejo Imperio de Ghis. Los
Rhoynar se habían enriquecido con la generosidad de su río; la Madre Rhoyne, como la
llamaban.
Pescadores, comerciantes, maestros, eruditos, trabajadores de la madera, la piedra y el
metal, ellos erigieron sus elegantes ciudades y pueblos desde la cabecera hasta las
desembocaduras del Rhoyne, cada una más bella que la anterior. Estaba Ghoyan Drohe
en las Colinas de Terciopelo, con sus arboledas y sus cascadas; Ny sar, la ciudad de las
fuentes, llena de música; Ar Noy en el Qhoyne, con sus salas de mármol verde; la pálida
Sar Mell de las flores; Sarhoy a orillas del mar con sus canales y jardines de agua
salada; y Chroyane, la más grande de todas, la ciudad festiva con su grandioso Palacio
del Amor.
El arte y la música florecieron en el Rhoyne, y se dice que su gente tenía su propia
magia—una magia de agua muy diferente de las hechicerías de Valyria que eran
producto de la sangre y el fuego. Aunque estaban unidas por la sangre, la cultura y el río
que les había dado nacimiento, las ciudades Rhoynar eran extremadamente
independientes, cada una con su propio príncipe… o princesa, ya que entre estas gentes
de los ríos, las mujeres eran consideradas como iguales de los hombres.
Aunque generalmente eran un pueblo pacífico, los Rhoynar podían ser formidables
cuando eran incitados, como debió haber aprendido muy a su pesar más de algún
aspirante a conquistador Ándalo. El guerrero Rhoynar con su armadura de escamas
plateadas, casco con forma de cabeza de pez, alta lanza, y escudo de caparazón de
tortuga era respetado y temido por aquellos que lo enfrentaban en batalla. Se decía que
la Madre Rhoyne misma les susurraba a sus hijos sobre cualquier amenaza, que los
príncipes Rhoynar poseían extraños, y misteriosos poderes, que las mujeres Rhoynar
peleaban tan ferozmente como los hombres Rhoynar, y que sus ciudades estaban
protegidas por "murallas de agua" que se elevaban para ahogar a cualquier enemigo.
Por varios siglos los Rhoynar vivieron en paz. Aunque muchos pueblos salvajes
habitaban las colinas y bosques alrededor de la Madre Rhoyne, todos se cuidaban de
molestar a las gentes del río. Y los propios Rhoynar mostraban poco interés en
expandirse; el río era su hogar, su madre, y su diosa, y muy pocos de ellos deseaban
morar alejados del sonido de su eterna canción.
Cuando aventureros, exiliados y comerciantes del Feudo Franco de Valyria empezaron
a expandirse más allá de las Tierras del Largo Verano en los siglos posteriores a la caída
del Viejo Imperio de Ghis, los príncipes Rhoynar los recibieron, en un comienzo, y sus
sacerdotes declaraban que todo hombre era bienvenido a compartir la generosidad de
la Madre Rhoyne.
A medida que esos asentamientos Valyrios se transformaron en pueblos, y esos pueblos
en ciudades, algunos Rhoynar llegaron a lamentar la tolerancia de sus padres. La
amistad dio paso a la enemistad, particularmente en la ribera baja del río, donde la
antigua ciudad de Sar Mell y la ciudad Valyria amurallada de Volon Therys se
enfrentaban a través de las aguas, y en las costas del Mar del Verano, donde la Ciudad
Libre de Volantis pronto rivalizó con el puerto escalado de Sarhoy, donde cada una de
sus escalas dominaba cada una de las cuatro desembocaduras de la Madre Rhoyne.
Las disputas entre los ciudadanos de las ciudades rivales se hicieron cada vez más
frecuentes y rencorosas, produciendo al final una serie de pequeñas pero sangrientas
guerras. Sar Mell y Volon Therys fueron las primeras ciudades en entrar en batalla. La
leyenda afirma que el enfrentamiento empezó cuando los Valyrios pescaron y mataron
una de las gigantescas tortugas que los Rhoynar conocían como el Viejo Hombre del
Río y consideraban sagradas como consortes de la propia Madre Rhoyne. La Primera
Guerra Tortuga duró menos de dos cambios de luna. Sar Mell fue asaltada e
incendiada, pero salió victoriosa después de que los magos del agua Rhoynar invocaran
el poder del río e inundaran Volon Therys. La mitad de la ciudad fue arrasada, si le
damos crédito a los cuentos.
Los Rhoynar enfrentándose al poderío del Feudo.
No obstante, otras guerras la sucedieron: la Guerra de los Tres Príncipes, La Segunda
Guerra Tortuga, la Guerra del Pescador, la Guerra de la Sal, la Tercera Guerra Tortuga,
la Guerra en el Lago Daga, la Guerra de las Especias, y muchas más, demasiado
numerosas para escribirlas aquí. Ciudades y pueblos fueron quemados, ahogados, y
reconstruidos. Miles fueron asesinados o esclavizados. En estos conflictos los Valryos
eran quienes salían victoriosos con mayor frecuencia. Los príncipes del Rhoyne, muy
orgullosos de su independencia, peleaban por su cuenta, mientras que las colonias
Valyrias se ayudaban entre ellas, y cuando estaban en apuros, convocaban el poder del
mismísimo Feudo. “Historia de las Guerras Rhoynar” de Beldecar hace un excelente
trabajo describiendo estos conflictos, los cuales se extendieron por casi dos siglos y
medio.
Esta serie de conflictos alcanzó un clímax sangriento hace mil años durante la Segunda
Guerra de las Especias, cuando tres señores dragón de Valyria se unieron con sus
parientes y primos en Volantis para derrotar, saquear y destruir Sarhoy, la gran ciudad
portuaria Rhoynar sobre el Mar del Verano. Los guerreros de Sarhoy fueron
salvajemente asesinados, sus hijos fueron arrastrados a la esclavitud, y su orgullosa
ciudad amarilla fue pasada por el fuego. Después los Volantinos sembraron las ruinas
humeantes con sal para que Sarhoy no pudiera volver a levantarse nunca jamás.
La destrucción absoluta de una de las ciudades más ricas y hermosas del Rhoyne, y el
esclavizamiento de su gente, conmocionó y consternó al resto de príncipes Rhoynar.
"Todos seremos esclavos a menos que nos unamos para ponerle fin a esta amenaza,"
declaró el más poderoso de ellos, Garin de Chroyane. Este príncipe guerrero convocó a
sus compañeros para unírsele en una gran alianza, para arrasar todas las ciudades
Valyrias en el río.
Tan sólo la Princesa Nymeria de Ny Sar habló en su contra. “Esta es una guerra que no
podemos esperar ganar," les advirtió, pero los otros príncipes la abuchearon y le
juraron sus espadas a Garin. Incluso los guerreros del mismo Ny Sar estaban ansiosos
por luchar, y Nymeria no tuvo otra opción más que unirse a la gran alianza.
El ejército más grande que Essos jamás haya visto pronto se reunió en Chroyane, bajo
el mando del Príncipe Garin. Según Beldecar, tenía un cuarto de millón de hombres.
Desde los nacimientos del Rhoyne hasta sus múltiples desembocaduras, todo hombre
con edad para pelear tomó la espada y el escudo y se dirigió hacia la ciudad festiva para
unirse a esta gran campaña. El príncipe declaró que mientras el ejército se mantuviera
cerca de la Madre Rhoyne, no tendrían por qué temerle a los dragones de Valyria; sus
propios magos de las aguas los protegerían contra los fuegos del Feudo.
Garin dividió sus enormes huestes en tres partes; una marchó por la orilla este del
Rhoyne, la otra por el lado oeste, mientras que una gran flota de galeras de guerra
mantenían el paso en las aguas, dejando el río libre de naves enemigas. Desde
Chroyane, el Príncipe Garin condujo sus huestes río abajo, destruyendo cada aldea,
pueblo, y asentamiento en su camino y aplastando cualquier oposición.
En Selhorys ganó su primera batalla, derrotando un ejército Valyrio de treinta mil
hombres y tomando la ciudad por asalto. Valysar corrió la misma suerte. En Volon
Therys, Garin se enfrentó a cien mil enemigos, cien elefantes de guerra, y tres señores
dragón. Aquí también triunfó, pero a un gran costo. Miles fueron incinerados, pero
miles más buscaron refugio en las aguas poco profundas del río, mientras sus magos
levantaron enormes remolinos de agua contra los dragones del enemigo. Los arqueros
Rhoynar derribaron a dos de los dragones, mientras que el tercero escapó, herido.
Como consecuencia, la Madre Rhoyne se levantó con furia para engullir Volon Therys.
Después de esto, los hombres empezaron a llamar Garin el Grande al victorioso
príncipe, y se dice que en Volantis los grandes señores temblaban de terror a medida
que sus huestes avanzaban. En vez de enfrentársele en campo abierto, los Vonlatinos se
refugiaron tras sus Murallas Negras y recurrieron al Feudo buscando ayuda.
Y los dragones llegaron. Pero no fueron tres, como los que el príncipe Garin había
enfrentado en Volon Therys, sino que fueron trescientos o más, si podemos creer en los
cuentos que nos han llegado. Contra sus fuegos, los Rhoynar no tuvieron opción.
Decenas de miles fueron incinerados mientras otros se precipitaron al río, esperando
que el abrazo de la Madre Rhoyne les ofreciera protección contra el fuego de dragón…
tan sólo para ahogarse con el abrazo de su madre.
Algunas crónicas insisten en que los fuegos ardieron con tal intensidad que las
mismísimas aguas del río hirvieron y se convirtieron en vapor. Garin el Grande fue
capturado vivo y obligado a observar como su gente sufría por su insolencia. Sus
guerreros no recibieron misericordia alguna. Los Volantinos y sus parientes Valyrios los
pasaron por la espada—fueron tantos que se dice que su sangre tiñó de rojo el puerto de
Volantis tan lejos como alcanzaba la vista.
Después los vencedores reunieron sus propias huestes y marcharon hacia el norte a lo
largo del río, saqueando Sar Mell salvajemente antes de avanzar hacia Chroyane, la
ciudad del príncipe Garin. Encerrado en una jaula dorada por órdenes de los señores
dragón, Garin fue arrastrado de regresó a la ciudad festiva para presenciar su
destrucción.
Una pila de muertos al lado del Rhoyne.
En Chroyane, la jaula fue colgada de las murallas, de modo que el príncipe pudiera
presenciar el esclavizamiento de las mujeres y niños cuyos padres y hermanos habían
muerto en su valerosa e irremediable guerra… pero se dice que el príncipe invocó una
maldición sobre los conquistadores, suplicándole a la Madre Rhoyne para que vengara
a sus hijos. Y así fue que, esa misma noche, el Rhoyne se desbordó y con una intensidad
como no había sido vista nunca antes. Cayó una espesa niebla llena de vapores
malignos, y los conquistadores Valyrios empezaron a morir de psoriagrís. (Existe, por
lo menos, algo de verdad en la historia: en siglos posteriores, Lomas Pasolargo escribió
de las ruinas ahogadas de Chroyane, sus infectas nieblas y aguas, y el hecho de que los
viajeros descuidados infectados con la psoriagrís merodean las ruinas—un peligro para
aquellos que viajan en el río por debajo del derrumbado Puente de los Sueños.)
Más arriba en el Rhoyne, en Ny Sar, la Princesa Nymeria pronto recibió noticias de la
demoledora derrota de Garin y del esclavizamiento de los pueblos de Chroyane y Sar
Mell. Ella vio que el mismo destino le esperaba a su propia ciudad. Así que reunió cada
embarcación que quedaba en el Rhoyne, grande o pequeña, y las llenó con tantas
mujeres y niños pudo llevar (ya que la mayoría de hombres en edad de pelear se habían
marchado con Garin, y habían muerto). Nymeria condujo esta irregular flota río abajo,
pasando a través de pueblos humeantes en ruinas y campos de muertos, a través de
aguas atestadas de cadáveres flotantes e hinchados. Para evitar a Volantis y sus huestes,
decidió seguir el viejo canal y emergió hacia el Mar del Verano por donde estaba
Sarhoy.
La leyenda nos dice que Nymeria llevó diez mil naves hacia el mar, buscando un nuevo
hogar para su pueblo, más allá del alcance de Valyria y sus señores dragón. Beldecar
sostiene que este número fue muy exagerado, quizás hasta diez veces. Otros cronistas
ofrecen otros números, pero a decir verdad nunca se hizo ningún tipo de conteo.
Podemos decir con seguridad que eran muchísimas naves. La mayoría eran
embarcaciones fluviales, esquifes y botes de pértigas, galeras comerciantes, botes de
pesca, barcazas de placer, incluso balsas, sus cubiertas y bodegas repletas de mujeres,
niños y ancianos. Sólo uno de cada diez estaba en condiciones de navegar, insiste
Beldecar.
El viaje de Nymeria fue largo y terrible. Más de un centenar de barcos naufragaron y se
hundieron con la primera tormenta que su flota enfrentó. Muchos más regresaron por
miedo y fueron capturados como esclavos cerca de Volantis. Otros se quedaron atrás o
se alejaron, para no ser vistos nunca jamás.
La Princesa Nymeria guiando los diez mil barcos.
El resto de la flota navegó por el Mar del Verano hacia las Islas del Basilisco, donde se
detuvieron para tomar agua fresca y provisiones, tan sólo para caer en manos de los
reyes corsarios de la Isla Hacha, la Garra y la Montaña Aullante, quienes dejaron de
lado sus propias riñas por el tiempo suficiente para caer sobre los Rhoynar con fuego y
espadas, pasando cuarenta naves por la antorcha y llevándose a cientos como esclavos.
Después, los corsarios ofrecieron permitirle a los Rhoynar asentarse en las Isla de los
Sapos, con tal que ellos renunciaran a sus barcos y enviarán a cada rey treinta niñas
vírgenes y muchachos bonitos cada año como tributo.
Nymeria se negó y llevó su flota de vuelta al mar, esperando encontrar refugio entre las
calurosas junglas de Sothoryos. Algunos se establecieron en Punta del Basilisco,
algunos cerca de las brillantes aguas verdes del Zamoyos, entre arenas movedizas,
cocodrilos, y árboles podridos medio-sumergidos. La Princesa Nymeria permaneció con
las naves en Zamettar, una colonia Ghiscari abandonada hace mil años, mientras otros
se abrieron camino río arriba hacia las enormes ruinas de Yeen, atormentadas por
espíritus y arañas.
Existían riquezas escondidas en Sothoryos—oro, gemas, maderas poco comunes, pieles
exóticas, misteriosas frutas, y extrañas especias—pero los Rhoynar no pudieron
prosperar allí. El sofocante calor y la humedad agobiaron sus espíritus, y enjambres de
moscas que picaban esparcieron una enfermedad tras otra: fiebre verde, la plaga
danzante, hervores de sangre, llagas supurantes, la putrefacción dulce. Los jóvenes y los
ancianos resultaron ser especialmente vulnerables a este tipo de contagios. Incluso
zambullirse en el río significaba cortejar a la muerte, ya que el Zamoyo estaba infestado
con bancos de peces carnívoros, y diminutos gusanos que ponían sus huevos bajo la piel
de los nadadores. Dos de los nuevos pueblos en Punta del Basilisco fueron arrasados
por esclavistas, sus poblaciones fueron pasadas por la espada o arrastradas en cadenas,
mientras que los que estaban en Yeen tuvieron que lidiar con los ataques de los
espíritus moteados de las espesas junglas.
Por más de un año los Rhoynar lucharon por sobrevivir en Sothoryos, hasta el día en
que un bote de Zamettar llegó a Yeen y se encontró con que cada hombre, mujer, y niño
en aquella atormentada ciudad en ruinas había desaparecido durante la noche.
Entonces Nymeria convocó a su gente de regreso a los botes y zarpó hacia el mar de
nuevo.
Por los siguientes tres años los Rhoynar deambularon en los mares del sur, buscando
un nuevo hogar. En Naath, la Isla de las Mariposas, el pacífico pueblo les dio la
bienvenida, pero la diosa que protegía aquella extraña tierra pronto empezó a atacar a
los recién llegados con una mortal enfermedad, llevándolos de vuelta a sus naves. En
las Islas del Verano, se establecieron en una roca inhabitada frente a la costa oriental de
Walano, la cual pronto empezó a ser llamada Isla de las Mujeres, pero su terreno
delgado y pedregoso producía muy poca comida, y muchos murieron de hambre.
Cuando las velas se volvieron a levantar, algunos de los Rhoynar abandonaron a
Nymeria para seguir a una sacerdotisa llamada Druselka, quien afirmaba haber
escuchado a la Madre Rhoyne pidiendo que sus hijos regresaran a casa… pero cuando
Druselka y sus seguidores regresaron a sus viejas ciudades, encontraron a sus enemigos
esperándolos, y pronto la mayoría fueron perseguidos, asesinados, o esclavizados.
El maltrecho y destrozado remanente de los diez mil barcos navegó hacia el oeste con la
Princesa Nymeria. Esta vez ella se decidió por ir a Poniente. Después de tanto
deambular, sus naves eran incluso menos navegables que cuando habían partido de la
Madre Rhoyne. La flota no llegó completa a Dorne. Incluso hoy en día existen grupos
aislados de Rhoynar en los Peldaños de Piedra, que afirman ser descendientes de
aquellos que naufragaron. Otras naves, desviados de curso por las tormentas, llegaron a
Lys o Tyrosh, donde prefirieron entregarse como esclavos antes que perecer ahogados.
El resto de las naves desembarcó en las costas de Dorne cerca de la desembocadura del
río Sangreverde, no muy lejos de las antiguas murallas de arenisca del Barco de Arena,
asentamiento de la Casa Martell.
Seca, desolada, y escasamente poblada, Dorne en ese entonces era una tierra pobre
donde una veintena de señores y pequeños reyes peleaban constantemente sobre el
dominio de cada río, arroyo, pozo, o pedazo de tierra fértil. Muchos de estos señores
Dornienses veían a los Rhoynar como intrusos no deseados, invasores extranjeros de
extrañas costumbres y dioses, que debían ser expulsados de vuelta al mar de donde
habían venido. Pero Mors Martell, el Señor de Barco de Arena, encontró en los recién
llegados una oportunidad… y si podemos darle crédito a los bardos, su señoría también
perdió el corazón por Nymeria, la feroz reina guerrera que había liderado a su gente a
través de medio mundo para mantenerlos libres.
Se dice que, de entre los Rhoynar que llegaron a Dorne con Nymeria, ocho de cada diez
eran mujeres … pero un cuarto de ellas eran guerreras, según la tradición Rhoynar, e
incluso aquellas que no lo eran, se habían endurecido durante el tormentoso viaje. Así
como también miles que habían sido niños cuando partieron del Rhoyne habían llegado
a la adultez y habían tomado la lanza durante los años que deambularon. Al unirse a los
recién llegados, los Martell habían incrementado por diez veces el tamaño de sus
huestes.
Cuando Mors Martell tomó a Nymeria como esposa, cientos de sus caballeros,
escuderos y señores banderizos también se casaron con mujeres Rhoynar, y muchos de
aquellos que ya estaban casados tomaron mujeres como amantes. Así fue como los dos
pueblos se unieron por sangre. Estas uniones enriquecieron y fortalecieron a la Casa
Martell y a sus aliados Dornienses. Los Rhoynar trajeron consigo innumerables
riquezas; sus artesanos, trabajadores del metal y de la piedra, trajeron habilidades más
avanzadas que las alcanzadas por sus homólogos Ponienti, y sus armeros pronto
empezaron a producir espadas, lanzas y armaduras de escamas y placas que ningún
herrero Ponienti podía esperar igualar. Aún más importante, se dice que las brujas del
agua Rhoynar conocían hechizos secretos que hacían que los arroyos secos volvieran a
fluir y que los desiertos florecieran.
Para celebrar estas uniones, y asegurarse de que su pueblo no pudiera regresar al mar,
Nymeria quemó los navíos Rhoynar. "Al fin dejaremos de deambular", declaró. "Hemos
encontrado un nuevo hogar, y aquí viviremos y moriremos."
(Algunos Rhoynar lamentaron la pérdida de las naves, y en vez de abrazar su nueva
tierra, empezaron a navegar las aguas del Sangreverde, considerándolo una pálida
sombra de la Madre Rhoyne, a quien siguieron adorando. Aún existen hoy en día, y son
conocidos como los huérfanos del Sangreverde.)
Las llamas iluminaron la costa por cincuenta leguas mientras cientos de cascos
destrozados eran pasados por la antorcha y se convertían en cenizas; a la luz de las
llamas, la Princesa Nymeria nombró a Mors Martell como Príncipe de Dorne, al estilo
Rhoynar, afirmando su dominio sobre las "arenas rojas y blancas, y todas las tierras y
ríos desde las montañas hasta el gran mar salado."
No obstante, tal supremacía era más fácil de declarar que de conseguir. Siguieron años
de guerras, mientras los Martell y sus compañeros Rhoynar encontraron y sometieron a
un rey tras otro. No menos de seis reyes conquistados fueron enviados al Muro con
cadenas de oro, por Nymeria y su príncipe, hasta que sólo quedo el más grande de sus
enemigos: Yorick Yronwood, el Sangre Regia, Quinto de su Nombre, Señor de
Palosanto, Guardián del Sendahueso, Caballero de los Pozos, Rey de las Marcas Rojas,
Rey del Cinturón Verde, y Rey de los Dornienses.
Durante nueve años Mors Martell y sus aliados (entre ellos la Casa Fowler de Dominio
del Cielo, la Casa Tolland de Colina Fantasma, la Casa Dayne de Campoestrella, y la
Casa Uller de Sotoinferno) pelearon contra Yronwood y sus banderizos (los Jordayne
de Tor, los Wyl de Sendahueso, junto a los Blackmont, los Qorgyle, y muchos más), en
batallas demasiado numerosas para ser mencionadas aquí. Cuando Mors Martell cayó
antes la espada de Yorick Yronwood en la Tercera Batalla de Sendahueso, la Princesa
Nymeria asumió el mando completo de sus ejércitos. Se requirieron dos años más de
batallas, pero al final fue ante Nymeria que Yorick Yronwood dobló la rodilla, y
Nymeria gobernó desde Lanza del Sol a partir de entonces.
Aunque se volvió a casar dos veces (primero con el anciano Lord Uller de Sotointerno, y
después con el apuesto Ser Davos Dayne de Campoestrella, la Espada de la Mañana),
Nymeria permaneció como la incuestionable gobernante de Dorne por cerca de
veintisiete años, y sus esposos sirvieron como consejeros y consortes. Sobrevivió una
docena de atentados contra su vida, acabó con dos rebeliones, y desbarató dos
invasiones del Rey Tormenta Durran el Tercero y una del Rey Greydon del Dominio.
Cuando por fin murió, fue la mayor de las cuatro hijas de Mors Martell quien la
sucedió, no el hijo que tuvo con Davos Dayne, ya que para entonces los Dornienses
habían adoptado muchas de las leyes y costumbres de los Rhoynar, aunque los
recuerdos de la Madre Rhoyne y de los diez mil barcos se fueron desvaneciendo hasta
convertirse en leyendas.
LA MALDICIÓN DE VALYRIA
CON LA DESTRUCCION de los Rhoynar, Valyria pronto consiguió el dominio
completo de la mitad occidental de Essos, desde el Mar Angosto hasta la Bahía de los
Esclavos, y desde el Mar del Verano hasta el Mar de los Escalofríos. Los esclavos
llegaron a raudales al Feudo y rápidamente fueron enviados a trabajar dentro de las
Catorce Llamas para extraer el precioso oro y la plata que los señores del Feudo tanto
apreciaban. Quizás, también en preparación para cruzar el Mar Angosto, los Valyrios
también establecieron su asentamiento más occidental en la isla que llegaría a
conocerse como Rocadragón, unos doscientos años antes de la Maldición. Ningún rey
se les opuso—y los señores locales que hicieron algún esfuerzo para resistirse se dieron
cuenta que la fuerza de Valyria era muy grande. Con sus artes arcanas, los Valyrios
levantaron la Ciudadela de Rocadragón.
Dos siglos pasaron—siglos en los que las codiciadas espadas de acero Valyrio
empezaron a emerger en los Siete Reinos con mayor rapidez que antes—pero no con
tanta rapidez como para complacer a todos los señores y reyes que las deseaban. Y
aunque la visión de un señor dragón que sobrevolando la Bahía del Aguasnegras ya no
era del todo desconocida, a medida que el tiempo pasaba esto ocurrió con más
frecuencia. Valyria sintió que su sentamiento estaba asegurado, y los señores dragón
continuaron con sus planes e intrigas en su continente natal.
Y luego, inesperado para todos (salvo tal vez para Aenar Targaryen y su hija doncella
Daenys la Soñadora) la Maldición cayó sobre Valyria.
Hasta el día de hoy, nadie sabe con exactitud que causó la Maldición. Muchos dicen que
fue un cataclismo natural—una explosión catastrófica causada por la erupción conjunta
de los Catorce Fuegos. Algunos septones, menos sabios, afirman que los Valyrios
trajeron el desastre sobre ellos debido a sus promiscuas creencias en cientos de dioses,
y hurgaron demasiado en su sacrilegio desatando los fuegos de los Siete Infiernos sobre
el Feudo.
Un puñado de maestres influenciados por fragmentos de la obra del Septon Barth,
sostienen que Valyria había usado hechizos para contener las Catorce Llamas por miles
de años, que su incesante hambre de esclavos y riquezas era, tanto para sostener estos
hechizos como para expandir su poder, y que cuando al fin esos hechizos decayeron, el
cataclismo fue inevitable.
Acerca de esto, algunos afirman que fue la maldición de Garin el Grande, quien al fin
obtuvo su venganza. Otros hablan de los sacerdotes de R’hllor invocando los fuegos de
su dios en extraños rituales. Algunos, enlazando la noción fantástica de la magia Valyria
con la realidad de las ambiciosas casas Valyrias, argumentan que el incesante conflicto
y engaño entre estas grandes casas lo que pudo desencadenar el asesinato de muchos
de los respetados magos que renovaban y mantenían los rituales que contenían las
llamas de los Catorce Fuegos.
La única cosa que se puede decir con certeza es que fue un cataclismo como el mundo
no había visto nunca antes. El antiguo y poderoso Feudo Franco—hogar de dragones y
hechiceros de inigualable habilidad—fue arrasado y destruido en cuestión de horas. Se
dice que cada colina en quinientas millas a la redonda se rompió en pedazos llenando el
aire con cenizas, humo y fuego tan caliente y voraz que incluso los dragones que los
sobrevolaban fueron engullidos y consumidos. Grandes grietas se abrieron en la tierra,
tragándose palacios, templos, y pueblos enteros. Los lagos hirvieron y se convirtieron
en ácido, las montañas explotaron, fuentes ardientes expulsaron roca fundida a mil pies
de altura, y nubes rojas llovieron vidriagón y sangre negra de demonios. Hacia el norte,
el suelo se resquebrajó y colapsó sobre sí mismo, y la inundó un mar furioso de agua
hirviendo.
La ciudad más orgullosa del mundo desapareció en un instante, el legendario imperio
se desvaneció en un día. Las Tierras del Largo Verano—una vez las más fértiles del
mundo—fueron arrasadas, inundadas y destruidas, y continuaron cobrando vidas
incluso en el siglo siguiente.
Tras el súbito vacío empezó el caos. Los señores dragón estaban reunidos en Valyria
como era su costumbre... a excepción de Aenar Targaryen, sus hijos y sus dragones, que
habían volado a Rocadragón y así escaparon de la maldición. Algunos relatos afirman
que unos pocos más también sobrevivieron... por poco tiempo.
Se dice que algunos señores dragón en Tyrosh y Lys se salvaron, pero en la apremiante
conmoción política que siguió a la Maldición, ellos y sus dragones fueron asesinados
por los ciudadanos de las Ciudades Libres. En cambio, las historias de Qohor afirman
que un señor dragón que pasaba de visitaba, Aurion, reunió fuerzas de los colonos
Qohorienses y se autoproclamó Emperador de Valyria. Él voló hacia Valyria, montado
en su gran dragón, seguido por un ejercido a pie de treinta mil hombres, para reclamar
lo que había quedado de Valyria y restablecer el Feudo. Pero ni el Emperador Aurion ni
sus huestes fueron vistos de nuevo.
La época de los dragones en Essos llegaba a su fin.
Volantis, la más poderosa de las Ciudades Libres, pronto hizo reclamo sobre la
soberanía de Valyria. Hombres y mujeres nobles de sangre Valyria, que no eran señores
dragón, entraron en guerra con las otras ciudades. Los tigres, como se hacían llamar
aquellos que abogaban por la conquista, guiaron a Volantis hacia un gran conflicto con
las otras Ciudades Libres. En un principio, sus flotas y ejércitos tuvieron gran éxito
controlando Lys y Myr, y comandando las los dominios sureños en el Rhoyne. Fue
cuando se extralimitaron, e intentaron apoderarse también de Tyrosh, que su
floreciente imperio colapsó. Temerosa del ataque Volantino, Pentos se unió a los
Tyroshi en la resistencia. Myr y Lys se rebelaron, y el Señor del Mar de Braavos
proporcionó una flota de cien navíos para ayudar a Lys. Además, el Rey Tormenta de
Poniente, Argilac el Arrogante, guió una hueste hacia las Tierras de la Discordia—a
cambio de la promesa de oro y gloria—que derrotó a los regimientos Volantinos que
intentaban recuperar Myr.
A raíz de todos estos conflictos, y las luchas que continuaron hasta estos días sobre las Tierras
de la Discordia, la plaga de las Compañías Libres nació y echo raíces. Al principio, estas
bandas de mercenarios simplemente peleaban por aquellos que les pagaban. Pero hay algunos
que dicen, que cuando la paz se instauraba, los capitanes de estas Compañías Libres
instigaban nuevas guerras para sustentarse, y beneficiarse con los saqueos.
Cerca del final, incluso el futuro Conquistador, el todavía joven Aegon Targaryen, se
involucró en el conflicto. Sus antepasados siempre miraron hacia el este, pero su
atención desde una edad temprana había estado centrada en el oeste. Sin embargo,
cuando Pentos y Tyrosh se le acercaron, invitándolo a unírseles en una gran alianza en
contra de Volantis, él los escuchó. Y por razones que aún desconocemos, decidió
aceptar su propuesta… hasta cierto punto. Montando en el Terror Negro, se dice que
voló hacia el este, reuniéndose con el Príncipe de Pentos y los magísteres de la Ciudad
Libre, y desde ahí voló sobre Balerion hasta Lys, justo a tiempo para abatir una flota
Volantina que se preparaba para invadir aquella Ciudad Libre.
Volantis sufrió más derrotas—en el Lago Daga, donde las galeras de fuego de Qohor y
Norvos destruyeron gran parte de la flota Volantina que controlaba el Rhoyne; y en el
este donde los Dothraki empezaron a salir como un enjambre del Mar Dothraki,
dejando, a su paso, ciudades y pueblos en ruinas mientras atacaban a la debilitada
Volantis. Al final, los elefantes—la facción Volantina que favorecía la paz, y que estaba
formada en su mayoría por los adinerados comerciantes y mercaderes que habían
sufrido bastante con la guerra—les arrebataron el poder a los tigres, quienes favorecían
la conquista, y pusieron fin al conflicto.
Un dragón ardiendo durante la Maldición.
En cuanto a Aegon Targaryen, poco después de su intervención en Lys, está escrito que
perdió todo interés en los asuntos del este. Pensando que el reinado de Volantis había
llegado a su fin, voló de regreso a Rocadragón.
Y entonces, cuando las guerras en Essos dejaron de ser un proble, volvió su mirada
hacia el oeste.
El Feudo Franco de Valyria y su imperio fueron destruidos por la Maldición, pero la
destrozada península aún existe. Histroias extrañas se cuentan sobre ella hoy en día, cuentos
sobre demonios que atormentan el Mar Humeante donde una vez estuvieron los Catorce
Fuegos. De hecho, el camino que une Volantis con la Bahía de los Esclavos llego a ser conocido
como “el camino del demonio” y es evitado por los viajeros más sensatos.
Los hombres que se atreven a entrar al Mar Humeante no regresan, como Volantis aprendió
durante el Siglo de Sangre, cuando desapareció una flota que había sido enviada para
reclamar la península. Existen rumores extraños sobre hombres viviendo entre las ruinas de
Valyria y en las ciudades circundantes de Oros y Tyria. Pero muchos refutan dichos rumores,
alegando que la Maldición aún perdura en Valyria.
No obstante, algunas de las ciudades alejadas del corazón de Valyria permanecen
inhabitadas—lugares fundados por el Feudo y sujetos al mismo. El más siniestro de estos es
Mantarys, un lugar donde se dice que los hombres nacen deformados y monstruosos; algunos
atribuyen esto a la cercanía de la ciudad al camino del demonio. La reputación de Tolos,
donde se encuentran los mejores honderos del mundo, y de la ciudad de Elyria en su isla, es
meno siniestra, y meno notable también, ya que estas hicieron tratados con las ciudades
Ghiscari en la Bahía de los Esclavos y por tanto, evitaron verse involucradas en cualquier
intento por reclamar el corazón ardiente de la destrozada Valyria.
Rocadragón
Aegon el Conquistador sobre Balerion, el Terror Negro.
AQUÍ SE PRESENTA UN relato del reinado de la Casa Targaryen, desde Aegon el
Conquistador hasta Aerys el Rey Loco. Muchos maestres han escrito sobre estos temas,
y el conocimiento que ellos han recopilado conforma gran parte de lo siguiente. Pero en
una parte me he tomado cierta libertad: el relato de la Conquista de Aegon no es de mi
propio trabajo, sino algo que fue descubierto recientemente en los archivos de la
Ciudadela, olvidado desde el triste final de Aegon, el Quinto de Su Nombre. Este
fragmento—parte de una obra aun mayor, que parecía ser un recuento de la historia de
los reyes Targaryen—fue encontrado entre un montón de papeles polvorientos
pertenecientes al Archimaestre Gerold, el historiador cuyos escritos sobre la historia de
Antigua habían sido admirados en sus tiempos. Pero este no fue escrito por él. El estilo
de escritura era distinto, aunque ciertas notas encontradas junto a estos papeles
indican que fue escrito por el Archimaestre Gyldayn, el último maestre que sirvió en
Refugio Estival antes de su destrucción en el reinado de Aegon el Afortunado, el Quinto
de su Nombre, quien pudo haberlos enviado a Gerold por su comentario y aprobación.
La historia de la Conquista es tan completa como cualquier otra, y por eso la he puesto
aquí, para que, al menos, más ojos además de los míos y los del difunto Archimaestre
Gerold puedan apreciar y aprender de ella. He descubierto otros manuscritos escritos
por esta misma mano, pero muchas páginas se han extraviado o destruido, y otras se
han dañado por el abandono y el fuego. Quizás un día, se encontren más, y esta obra
mestra perdidas pueda ser copiada y publicada, ya que lo poco que he encontrado ha
causado gran expetación en la Ciudadela.
Sin embargo, hasta entonces, sus fragmentos sirven como una de las muchas fuentes de
información sobre los reinados de los reyes Targaryen, desde el Conquistador hasta el
fallecido Aerys II—el último rey Targaryen que se sentó en el Trono de Hierro.
LA CONQUISTA
Los maestres de la Ciudadela, quienes custodian las historias de
Poniente, han utilizado la Conquista de Aegon como su piedra
angular durante los últimos trescientos años. Los nacimientos,
muertes, batallas, y otros eventos son fechados como DC (Después
de la Conquista) o AC (Antes de la Conquista).
Los verdaderos eruditos saben que tales fechas están lejos de ser exactas. La conquista
de los Siete Reinos de Aegon Targaryen no tuvo lugar en un solo día. Pasaron más de
dos años entre el desembarco de Aegon y su coronación en Antigua… e incluso entonces
la Conquista seguía incompleta, pues Dorne seguía siendo un territorio independiente.
Todos los intentos esporádicos de anexar Dorne al reino continuaron a través del
reinado del Rey Aegon y los reinos de sus hijos, haciendo imposible fijar una fecha
precisa para el final de las Guerras de la Conquista.
Incluso la fecha del inicio es materia de malinterpretación. Muchos asumen,
erróneamente, que el reino de Rey Aegon I Targaryen empezó el día en que éste
arribaró a la desembocadura del Aguasnegras, bajo las tres colinas dónde se erigiría la
ciudad de Desembarco del Rey. Pero esto no es así. El día del Desembarco de Aegon fue
celebrado por el Rey y sus descendientes, pero la fecha real del comienzo del reinado
del Conquistador fue el día en que fue coronado y ungido en el Septo Estrellado de
Antigua por el Septon Supremo de la Fe. Esta coronación tuvo lugar dos años después
del desembarco de Aegon, mucho después de haber ganado tres de las principales
batallas de las Guerras de la Conquista. Por lo tanto, se puede ver que la mayor parte de
la conquista real de Aegon tuvo lugar entre 2 y 1 AC, Antes de la Conquista.
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  • 1.
  • 2.
  • 3. EL MUNDO DE HIELO Y FUEGO LA HISTORIA NO CONTADA DE PONIENTE Y JUEGO DE TRONOS GEORGE R. R. MARTIN ELIO GARCÍA JR. Y LINDA ANTONSSON
  • 4. El Mundo de Hielo y Fuego es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y hechos ocurridos son producto de la imaginación del autor o son usados ficcionalmente. Cualquier semejanza con personas, vivas o fallecidas, eventos o locales es una entera coincidencia. Copyright © 2014 by George R. R. Martin All rights reserved. Published in the United States by Bantam Books, an imprint of Random House, a division of Random House LLC, a Penguin Random House Company, New York. BANTAM BOOKS and the HOUSE colophon are registered trademarks of Random House LLC. LIBRARY OF CONGRESS CATALOGING-IN-PUBLICATION DATA Martin, George R. R. The World of Ice & Fire : the Untold History of Westeros and the Game of Thrones / George R.R. Martin, Elio Garcia, and Linda Antonsson. pages cm — (A song of ice and fire) Includes index. ISBN 978-0-553-80544-4 eBook ISBN 978-0-345-53555-9 1. Martin, George R. R. Song of ice and fire. 2. Game of thrones (Television program) I. Garcia, Elio. II. Antonsson, Linda. III. Title. PS3563.A7239S5936 2014 813’.6—dc23 2014013093 www.bantamdell.com Book design by Rosebud Eustace
  • 5. EQUIPO DE TRADUCTORES Simon Romera Klement Paolo Villanueva Kevin Leon María Camila Meléndez Ricardo Berrios "Caras Teorias Locas Manchada" Lu Hermida Maria Gay Niko Ignacio Ferreyra Luis Alfonso Figueroa Bockelmann Alejandra Martinez Cruz Denisse Brust Klau Correa Guillermo E Lengua Camelo Raúl Vega Mendicuti Y agradecemos la inestimable ayuda de las traducciones del portal: juegodetronos.1foro.com, sin cuyas traducciones esto no hubiera sido posible, o tal vez dentro de un milenio ya que fueron los banderizos a quienes llamamos en tiempos de urgencia. GRACIAS. La presente es una traducción libre y desinteresada del texto original, sin ánimos de lucro por parte de los traductores, movidos por el mero ánimo de hacer accesible la cultura a personas hispanoparlantes. Todos los derechos pertenecen al autor del libro y los traductores o quien publica esta traducción no tienen responsabilidad alguna sobre el destino que se le dé a la traducción. Recomendamos comprar el original para ayudar a editorial, escritor y a todo lo que implica el realizar un libro.
  • 7.
  • 8.
  • 9. PREFACIO SE DICE con certeza que cada edificio se construye piedra tras piedra, y lo mismo puede decirse del conocimiento, extraído y compilado por muchos hombres instruidos, cada uno de los cuales construye sobre el trabajo de aquellos que les precedieron. Lo que uno de ellos no sabe es sabido por otro, y poco permanece como verdaderamente desconocido si uno busca lo suficiente. Ahora yo, el Maestre Yandel, tomó mi turno como constructor, aportando lo que sé para colocar una piedra más en el gran bastión del conocimiento que ha sido construido a lo largo de los siglos tanto dentro como fuera de los confines de la Ciudadela—un bastión construido por incontables manos que aun llegando antes, y el cual sin duda, continuará creciendo con la ayuda de incontables manos aún por venir. Yo fui un niño huérfano desde mi nacimiento, en el décimo año del reinado del último rey Targaryen, abandonado en una mañana cerca de un tenderete vacío en el Hogar de los Escribas, donde los acólitos practicaban el arte de las letras para aquellos que lo necesiten. El curso de mi vida fue determinado ese día, cuando fui encontrado por un acólito que me llevó ante el Senescal de ese año, el Archimaestre Edgerran. Edgerran, cuyo anillo, barra y máscara eran de plata, completó mi rostro berreante y anunció que yo podría serles de gran utilidad. La primera vez que me dijeron esto de pequeño, lo interpreté como que él había previsto mi destino como maestre; pero tiempo después supe del Archimaestre Ebrose que Edgerran estaba escribiendo un tratado sobre como envolver a los niños y quería confirmar ciertas teorías. Pero por poco prometedor que aquello suene, el resultado fue que me dejaron al cuidado de los sirvientes y recibí la atención ocasional de los maestres. Yo mismo fui criado como un sirviente entre los salones, cámaras y bibliotecas, pero recibí el don de las letras del Archimaestre Walgrave. Así llegue a conocer y amar la Ciudadela y a los caballeros de la mente que protegían su preciosa sabiduría. Deseaba más que nada llegar a ser uno de ellos—leer sobre lugares lejanos y hombres hace mucho muertos, contemplar las estrellas y medir el paso de las estaciones. Y eso hice. Forjé el primer eslabón de mi cadena a los trece, y otros eslabones después de ese. Completé mi cadena e hice el juramento en el noveno año del reinado del Rey Robert, el Primero de su Nombre, y sentí bendecido de seguir en la Ciudadela, para servir a los Archimaestres y ayudarles en todo lo que hicieran. Era un gran honor, pero mi gran deseo era crear una obra propia, un trabajo que tanto hombres humildes como letrados pudieran leer—y leerlo para sus esposas e hijos—de modo que aprendieran sobre cosas tanto buenas como malas, justas e injustas, grandes y pequeñas, y de aquel modo saber más acera del conocimiento que se recoge en la Ciudadela. Así que me puse a trabajar nuevamente en mi forja, para crear contenido valioso acerca de las obras maestras de aquellos maestres fallecidos hace tiempo que me precedieron. Lo que sigue a continuación nació de aquel deseo: una historia de los hechos galantes y malvados, de personajes familiares y extraños, y de las tierras cercanas y las lejanas.
  • 10. Aegon el Conquistador sobre Balerion, el Terror Negro.
  • 11.
  • 13. LA EDAD DEL AMANECER NO HAY NADIE que pueda decir con certeza cuándo empezó el mundo, aunque esto no ha detenido a muchos maestres y eruditos de buscar la respuesta. Tiene cuarenta mil años de antigüedad, según algunos, o tal vez un número tan grande como quinientos mil—o ¿quizás más? No está escrito en ningún libro conocido, ya que en la primera edad de este mundo, la Edad del Amanecer, los hombres no conocían las letras. De todas formas, podemos estar seguros de que el mundo era mucho más primitivo, un mundo bárbaro poblado de tribus que vivían directamente de la tierra sin saber cómo trabajar el metal o como adestrar a las bestias. Lo poco que sabemos de aquellos días está contenido en los textos más antiguos: las historias escritas por los Ándalos, los Valyrios y por los Ghiscarios, e incluso por aquellas distantes gentes de la legendaria Asshai. Aun así, por más viejos que fueran estos pueblos letrados, no eran más que niños durante la Edad del Amanecer. Así que las verdades que puedan contener sus historias son difíciles de encontrar, como intentar separar los granos de la paja. ¿Qué podemos decir con certeza sobre la Edad del Amanecer? Las tierras del este estaban inundadas de gente, incivilizadas, ya que todo el mundo lo era, aunque numerosas. Pero en Poniente, desde las Tierras del Eterno Invierno hasta las costas del Mar del Verano, existían solo dos pueblos: los niños del bosque y la raza de criaturas conocidas como gigantes. Poco, y quizás menos, puede ser dicho de los gigantes de la Edad del Amanecer, ya que nadie recopiló sus relatos, sus leyendas, o sus historias. Los Hombres de la Guardia dicen que los salvajes tienen relatos de gigantes viviendo de forma intranquila entre los niños, yendo por donde querían y tomando lo que deseaban. Todos los reportes indican que eran inmensas y poderosas criaturas, pero ingenuas. Reportes de confianza de los exploradores de la Guardia de la Noche, quienes fueron los últimos en ver a los gigantes mientras vivían, afirman que estaban cubiertos por un tupido pelaje, en vez de ser simplemente hombres de gran tamaño, como dicen los cuentos de niños. Existe evidencia considerable de entierros entre los gigantes, como registra "Pasajes de los Muertos" del Maestre Kennet, un estudio de los túmulos y los sepulcros del Norte en su tiempo al servicio de Invernalia, durante el largo reinado de Cregan Stark. De los huesos hallados en el Norte y enviados a la Ciudadela, algunos maestres calculan que el más grande de los gigantes pudo alcanzar los cuatro metros, mientras que otros dicen que tres metros y medio es más cercano a la verdad. Los relatos de los exploradores, hace mucho fallecidos, concuerdan en que los gigantes no construían casa ni confeccionaban vestimentas, y no conocían mejores herramientas o armas además de ramas arrancadas de los árboles. Los archivos de la Ciudadela contienen una carta del Maestre Aemon, enviada en los primeros años del reinado de Aegon V, informando sobre el relato de un explorador llamado Redwyn, escrito en los días del Rey Dorren Stark. Es el recuento de un viaje a Punta Lorn y la Costa Helada, en el cual se dice que el explorador y sus compañeros pelearon contra los gigantes y comerciaron con los niños del bosque. La carta de Aemon afirmaba que había encontrado muchos de estos relatos en sus búsquedas en los archivos de la Guardia en el Castillo Negro, y los consideró creíbles.
  • 14. Los gigantes no tenían rey ni señores, no construían hogares excepto en cavernas o bajo árboles altos, y no trabajaban ni el metal ni los campos. Permanecieron como criaturas de la Edad del Amanecer incluso después de que las eras transcurrieran, los hombres se volvieron cada vez más numerosos, y los bosques fueron dominados y reducidos. Ahora los gigantes se han ido incluso de las tierras de Mas-allá-del-Muro, y los últimos informes de su avistamiento tienen más de cien años de antigüedad. E incluso esos son dudosos, historias de los exploradores de la Guardia podrían contar junto a una cálida hoguera. Los niños del bosque eran, en muchos aspectos, lo opuesto a los gigantes. Pequeños como niños pero de piel oscura y hermosa apariencia, vivían de una forma que hoy en día podríamos considerar ordinaria, sin embargo eran menos barbáricos que los gigantes. No trabajaban el metal, pero tenían gran habilidad trabajando la obsidiana (lo que el pueblo llano conoce como vidriagón, mientras que los Valyrios lo conocían por una palabra que significaba "fuego helado") para fabricar herramientas y armas para cazar. No tejían ropas pero tenían talento en la confección de prendas hechas de hojas y corteza de árbol. Aprendieron a hacer arcos de arciano y a construir trampas de hierba, que ambos sexos utilizaban para cazar. Se dice que su música era tan hermosa como ellos, pero lo que cantaban ya no se recuerda, salvo en pequeños fragmentos transmitidos desde días antiguos. "Reyes del Invierno, o las Leyendas y Linajes de los Stark de Invernalia" del Maestre Childer, contiene un fragmento de una balada que supuestamente habla del tiempo en el que Brandon el Constructor buscó la ayuda de los niños mientras construía el Muro. Fue llevado a un lugar secreto para reunirse con ellos, pero al principio no fue capaz de entender su lenguaje, que fue descrito como el sonido de las piedras en un arroyo, o del viento soplando a través de las hojas, o de la lluvia al caer sobre el agua. La forma en que Brandon llegó a comprender el lenguaje de los niños es un relato en sí mismo, y no vale la pena repetirlo aquí. Pero parece ser que su lenguaje se originó, o tomó inspiración de los sonidos que escuchaban a diario. Los dioses que adoraban los niños eran los dioses sin nombre que algún día se convertirían en los dioses de los Primeros Hombres, los innumerables dioses de los ríos, los bosques y las piedras. Fueron los niños quienes tallaron los rostros en los arcianos, tal vez para que sus dioses pudieran observar a sus fieles y sus oraciones. Otros, con poca evidencia, dicen que los verdevidentes—los sabios entre los niños—eran capaces de ver a través de los ojos de los arcianos tallados. La supuesta prueba de ello sería el hecho de que los Primeros Hombres creían en esto. Fue su miedo a que los arcianos los espiaran lo que los llevó a cortar muchos de los árboles tallados y las arboledas de arcianos, para negarles a los niños tal ventaja. Sin embargo, los Primeros Hombres eran menos instruidos de lo que somos ahora, y creían en cosas que sus descendientes actuales no; consideremos "Casado con el Mar, un Relato de la Historia de Puerto Blanco desde sus Primeros Días” del Maestre Yorrick, el cual relata la práctica del sacrificio de sangre para los antiguos dioses. Dichos sacrificios persistieron hasta hace tan poco como cinco siglos atrás, de acuerdo a los relatos de los predecesores del Maestre Yorrick en Puerto Blanco. Esto no quiere decir que los verdevidentes no conocían artes perdidas que pertenecían a los misterios mayores, como ver eventos a gran distancia, o comunicarse a través de medio reino (como hacían los valyrios, los cuales llegarían mucho tiempo después que ellos). Pero tal vez algunas de estas proezas que los verdevidentes poseían, tenían más que ver con charlatanería que con la verdad. Ellos no podían transformarse en bestias, como decían algunos, pero parece ser cierto que eran capaces de comunicarse con los animales de una manera que no podemos conseguir hoy en día. Así es como surgieron las leyendas de cambiapieles y hombres bestia.
  • 15. Un gigante A decir verdad, son muchas las leyendas sobre cambiapieles, pero la más común— traída desde más-allá-del-Muro por hombres de la Guardia de la Noche, y registradas en el Muro por septones y maestres de siglos anteriores—sostienen que los cambiapieles no solo se comunicaban con las bestias, sino que podían controlarlas al
  • 16. unir sus espíritus. Aun entre los salvajes, estos cambiapieles eran temidos como hombres antinaturales que podían convocar a los animales para ser sus aliados. Algunos relatos hablan de cambiapieles que se pierden dentro de sus bestias, y otros dicen que los animales podían hablar con voz humana cuando un cambiapieles los controlaba. Pero todos los relatos acuerdan en que los cambiapieles más comunes eran aquellos que controlaban lobos—incluso huargos—y estos tenían un nombre especial entre los salvajes: wargs. Además, las leyendas sostienen que los verdevidentes podían ahondar en el pasado y ver lejos en el futuro. Pero como nuestro aprendizaje nos ha enseñado, los misterios mayores que afirman este poder también afirman que las visiones de los eventos por venir son confusas y a menudo malinterpretadas, algo útil que decir cuando se intenta engañar a los desprevenidos con adivinaciones del futuro. A pesar de que los niños tienen sus propias artes, siempre debemos procurar separar la verdad de la superstición, y el conocimiento debe ser probado y confirmado. Los misterios mayores y las artes mágicas, fueron y están más allá de los límites de nuestra capacidad mortal para entenderlos. Aunque actualmente es considerado desacreditado, un fragmento de "Historia antinatural" del Septon Barth se ha convertido en fuente de controversias en la Ciudadela. Reclamando haber consultado en los textos que se dice son conservados en el Castillo Negro, el Septon Barth asegura que los niños del bosque podían hablar con los cuervos y hacer que repitieran sus palabras. Según Barth, este misterio mayor les fue enseñado a los Primeros Hombres por los niños para que pudieran transmitir mensajes a gran distancia. Esto fue transmitido, de forma degradada, hasta los maestres de hoy en día, quienes ya no saben cómo hablar con estas aves. Es cierto que nuestra orden entiende el lenguaje de los cuervos… pero esto supone los propósitos básicos de sus graznidos y ronquidos, sus signos de miedo e ira, y las formas en las que ellos muestran su disposición para aparearse o su falta de salud. Los cuervos están entre los pájaros más inteligentes, pero no son más listos que los niños pequeños, y son considerablemente menos capaces de poseer un verdadero lenguaje, fuera lo que fuera que el Septon Barth pueda haber creído. Unos pocos maestres, dedicados al eslabón de acero valyrio, han dicho que Barth estaba en lo cierto, pero ninguno ha sido capaz de probar sus afirmaciones respecto a la comunicación entre cuervos y hombres. Sin importar la veracidad de sus artes, los niños fueron guiados por los verdevidentes, y no cabe duda de que en algún momento se los pudo encontrar desde las Tierras del Eterno Invierno hasta las costas del Mar del Verano. Erigieron sus casas con sencillez, sin construir fuertes, ni castillos, ni ciudades. En lugar de esto, vivían en los bosques, en chozas sobre los pantanos y ciénagas, y hasta en cavernas y colinas huecas. Se dice que, en los bosques, construyeron refugios de hojas y juncos sobre las ramas de los árboles, "ciudades" secretas entre los árboles.
  • 17. Un niño del bosque
  • 18. Durante mucho se ha creído que hacían esto para protegerse de predadores como los huargos o los gatosombras, contra los que sus simples armas de piedra—y hasta sus alardeados verdevidentes—no podían hacer nada. Pero otras fuentes niegan esto, afirmando que sus mayores enemigos eran los gigantes, tal como insinúan los relatos contados en el Norte, y como probablemente fue probado por el Maestre Kenneth en su estudio de los túmulos cerca del Lago Largo—la tumba de un gigante con puntas de flecha de obsidiana encontrados entre las sus costillas. Trae a la mente una transcripción de una canción salvaje en la "Historia de los Reyes de Mas-Allá-del- Muro" del Maestre Herryk, con respecto a los hermanos Gendel y Gorne. Ellos fueron llamados a mediar en una disputa entre un clan de niños y una familia de gigantes sobre la posesión de una caverna. Se dice que Gendel y Gorne resolvieron el asunto a través de engaños, haciendo que ambas partes renunciaran a cualquier deseo sobre la caverna, después de que los hermanos descubrieran que esta era parte de una cadena de cavernas mucho más grande que en algún punto pasaba por debajo el Muro. Pero teniendo en cuenta que los salvajes no eran letrados, sus tradiciones deben ser vistas con cierta dosis de escepticismo. Sin embargo, las bestias de los bosques y los gigantes eventualmente se unieron a causa de otro, aun mayor peligro. Surge la posibilidad de que una tercera raza haya habitado los Siete Reinos en la Edad del Amanecer, pero es tan especulativa que sólo necesita ser tratada con brevedad. Entre los hombres del hierro, se dice que los primeros de los Primeros Hombres que llegaron a las Islas del Hierro encontraron la famosa Silla de Piedramar en Viejo Wyk, pero las islas estaban deshabitadas. De ser cierto esto, la naturaleza y origen de los creadores de la silla son un misterio. El Maestre Kirth, en su colección de leyendas sobre los hombres del hierro "Canciones que cantan los Hombres Ahogados", sugiere que la silla fue dejada por visitantes venidos desde el otro lado del Mar del Ocaso, pero no hay evidencias de esto, tan sólo son especulaciones. LA LLEGADA DE LOS PRIMEROS HOMBRES DE ACUERDO A los informes más prestigiosos de la Ciudadela, hace entre ocho mil a doce mil años, en los confines meridionales de Poniente, un nuevo pueblo cruzó la franja de tierra que unía el Mar Angosto y conectaba las tierras orientales con las tierras donde los niños y los gigantes vivían. Fue aquí cuando los Primeros Hombres llegaron a en Dorne a través del Brazo Roto, que en ese entonces aún no estaba roto. El por qué estas personas dejaron su tierra natal es totalmente desconocido, pero cuando llegaron lo hicieron en cantidad. Miles entraron y comenzaron a establecerse en las tierras, y con el paso de las décadas, se fueron estableciendo cada vez más hacia el norte. Los cuentos que tenemos de aquellos días de migración no son confiables, porque sugieren que, en unos pocos años, los primeros hombres lograron moverse más allá del Cuello e incluso en el Norte. Sin embargo, en realidad, habría tomado décadas, sino siglos, para que esto ocurriese. No obstante, lo que sí parece ser cierto de todos los cuentos es que los Primeros Hombres pronto entraron en conflicto con los niños del bosque. A diferencia de los niños, los Primeros Hombres cultivaban la tierra y levantaron fuertes circulares y
  • 19. aldeas. Y al hacerlo, talaron los arcianos, incluyendo aquellos con rostros tallados, y fue por esto que los niños les atacaron, lo que llevó a cientos de años de guerra. Los Primeros Hombres—que habían traído consigo otros dioses, caballos, ganado y armas de bronce—eran también más grandes y fuertes que los niños, por lo que representaban una amenaza significativa. Los cazadores entre los niños—sus danzarines del bosque—se convirtieron también en sus guerreros, pero todas sus artes secretas sobre los árboles y las hojas, no pudieron hacer nada más que retrasar el avance de los Primeros Hombres. Los verdevidentes emplearon sus artes, y lo cuentos dicen que podían llamar a las bestias de los pantanos, los bosques y los cielos para que lucharan por ellos: lobos huargo y monstruosos osos de las nieves, leones de las cavernas y águilas, mamuts y serpientes, y muchos más. Pero los Primeros Hombres resultaron demasiado poderosos, y se dice que los niños se vieron forzados a tomar acciones desesperadas. Un arciano tallado Las leyendas dicen que las grandes inundaciones que rompieron el puente de tierra que ahora es el Brazo Roto y convirtieron al cuello en un pantano fueron la obra de los verdevidentes, quienes se reunieron en Foso Cailin para llevar a cabo su magia oscura. Sin embargo, algunos discuten esto: los Primeros Hombres ya estaban en Poniente cuando esto ocurrió, y detener las invasiones provenientes del este no hizo más que ralentizar su avance. Además, tales poderes estaban más allá de lo que se decía que los verdevivientes tradicionalmente han sido capaces de hacer… y hasta esos cuentos parecen exagerados. Es más probable que las inundaciones del Cuello y la ruptura del Brazo fueran eventos naturales, posiblemente causados por un hundimiento natural de la tierra. Es bien sabido lo que ocurrió en Valyria, y en las Islas del Hierro, el castillo de Pyke se asienta sobre pilares de piedra que fueron en alguna ocasión parte de una isla más grande, antes de segmentos de la misma se derrumbaran en el mar. En cualquier caso, los niños del bosque pelearon tan ferozmente como los Primeros Hombres para defender sus vidas. Inevitablemente, la guerra se extendió por generaciones, hasta que al final los niños entendieron que no podrían ganar. Los Primeros Hombres, quizás cansados de la
  • 20. guerra, también querían ponerle fin al conflicto. Los más sabios de ambas razas se hicieron oír, y los jefes, héroes y gobernantes de ambos bandos se reunieron en la isla del Ojo de Dioses para llevar a cabo un Pacto. Renunciando a todas las tierras de Poniente salvo por los espesos bosques, los niños obtuvieron de los primeros hombres la promesa de que ellos ya no volverían a talar sus arcianos. Se tallaron rostros en todos los arcianos de la isla en la cual el Pacto fue forjado de forma que los dioses pudieran atestiguarlo, y se formó la orden de los hombres verdes para atender a los arcianos y proteger la isla. Los niños del bosque y los Primeros Hombres llevando a cabo el Pacto.
  • 21. Con el pacto, la Edad del Amanecer del mundo llegó a su fin y la Edad de los Héroes le sucedió. No está claro si los hombres verdes aún sobreviven en su isla, aunque hay relatos ocasionales de algún joven temerario señor de los ríos que toma un bote hacia la isla para observarlos antes de los vientos los desvíen o una bandada de cuervos lo termine alejando. Los cuentos de niños afirman que ellos poseen cuernos y tienen la piel de un color verde muy oscuro, pero esto es una corrupción de la probable verdad, ya que los hombres verdes llevaban prendas de color verde y tocados astados. LA EDAD DE LOS HÉROES LA EDAD DE LOS HÉROES duró miles de años, en los cuales reinos florecieron y se marchitaron, casas nobles fueron fundadas y se extinguieron, y grandes hazañas fueron llevadas a cabo. Sin embargo, lo que realmente sabemos de esos antiguos tiempos es poco más de lo que sabemos de la Edad del Amanecer. Las historias que tenemos ahora son producto del trabajo de septones y maestres quienes las escribieron miles de años después de sucedieran los hechos—no obstante, a diferencia de los niños del bosque y los gigantes, los Primeros Hombres de la Edad de los Héroes dejaron atrás algunas ruinas y antiguos castillos que pueden corroborar parte de estas leyendas, y existen algunos monumentos en los túmulos y en otras partes marcados con sus runas. Es a través de estos restos que podemos empezar a desentrañar la verdad oculta en los cuentos. Lo que es comúnmente aceptado de la Edad de los Héroes es que comenzó con el Pacto y se extendió por de miles de años en los cuales los Primeros Hombres y los niños vivieron de forma pacífica entre ellos. Con tanta tierra a su disposición, los Primeros Hombres por fin tuvieron espacio para expandirse. Desde las Tierras del Eterno Invierno hasta las costas del Mar del Verano, los Primeros Hombres gobernaron desde sus fuertes circulares. Los reyes menores y los señores poderosos proliferaron, pero con el tiempo algunos demostraron ser más fuertes que el resto, plantando las semillas de los reinos que son los ancestros de los Siete Reinos que conocemos hoy en día. Los nombres de los reyes de esos reinos primitivos están envueltos en leyenda, y los cuentos que afirman que sus reinados individuales duraron cientos de años deben ser entendidos como errores y fantasías introducidos por otros en los días posteriores. Nombres tales como Brandon el Constructor, Garth Manoverde, Lann el Astuto y Durran Pesardedioses son figuras destacadas de esta era, pero es probable que sus leyendas contengan menos verdad que fantasía. En otro lugar, me esforzaré por discernir los granos de verdad entre la paja, pero por ahora es suficiente con reconocer estos cuentos. Y además de los legendarios reyes y los cientos de reinos de los cuales nacieron los Siete Reinos, historias tales como las de Symeon Ojos de Estrella, Serwyn del Escudo Espejo, y otros héroes se convirtieron en pasto tanto para septones como para bardos. ¿Tales héroes alguna vez existieron? Podría ser. Pero cuando los bardos cuentan a Serwyn del Escudo Espejo como un miembro de la Guardia Real—una institución que fue formada durante el reinado de Aegon el Conquistador—podemos ver porque es que pocos de estos cuentos pueden ser considerados verdaderos. Los primeros septones que escribieron sobre ellos tomaron los detalles que les convenían y añadieron otros, y los
  • 22. bardos los cambiaron—algunas veces más allá de todo parecido—con tal de obtener un lugar en el cálido salón de algún señor. De tal manera que algunos de los Primeros Hombres hace mucho tiempo fallecidos se convirtieron en caballeros que seguían la Fe de los Siete y protegían a los reyes Targaryen miles de años después de que haber existido (si es que en verdad lo hicieron). Son incontables las legiones de niños y jóvenes que son engañados con estos cuentos tontos sobre la historia pasada de Poniente. Es mejor recordar que cuando hablamos de esos legendarios fundadores del reino, hablamos simplemente de algunos dominios primitivos—generalmente centrados en un gran asentamiento, como Roca Casterly o Invernalia—que con el tiempo incorporaron más tierras y poder a sus dominios. Si Garth Manoverde alguna vez gobernó sobre lo que él afirmaba era el Reino del Dominio, es probable que su mandato no se extendiera más allá de quince días de marcha desde los salones de su castillo. Pero es desde estos pequeños dominios de donde surgieron los más poderosos reinos que llegaron a dominar Poniente en los milenios siguientes. Un fuerte circular en ruinas de los Primeros Hombres. LA LARGA NOCHE A MEDIDA QUE LOS PRIMEROS HOMBRES establecían sus reinos tras el Pacto, poco les preocupaba a excepción de sus propias peleas y guerras, o al menos eso nos dicen las historias. Es también de estas historias de donde aprendemos sobre la Larga Noche, cuando llegó una estación de invierno que duró una generación—una generación en la cual los niños nacían, crecían y llegaban a la adultez, y en muchos casos morían sin llegar a ver la primavera. De hecho, algunos de los cuentos más antiguos dicen que nunca llegaron a ver la luz del día, así de terrible fue el invierno que cayó sobre el mundo. Mientras que esto último podría no ser más que fantasía, el hecho de que algún tipo de cataclismo tuviera lugar hace muchos miles de años parece ser cierto. Lomas Pasolargo, en sus “Maravillas creadas por el Hombre”, relata haberse reunido con
  • 23. descendientes de los Rhoynar en las ruinas de la ciudad festiva de Chroyane, quienes tenían cuentos de una oscuridad que hizo que el Rhoyne menguara y despareciera, sus hacia se congelaron incluso tan al sur como en la unión con el Selhoru. De acuerdo a esos cuentos, el sol tan sólo regreso cuando un héroe convenció a los múltiples hijos de la Madre Rhoyne—dioses menores como el Rey Cangrejo y el Viejo Hombre del Rio—de dejar a un lado sus disputas y unirse para cantar una canción secreta que trajo de vuelta al día. También está escrito que existen anales en Asshai sobre tal oscuridad, y sobre un héroe que la combatió usando una espada roja. Se dice que sus hazañas se realizaron antes del surgimiento de Valyria, en la edad temprana cuando el Viejo Ghis recién empezaba a formase como un imperio. Esta leyenda se ha extendido al oeste de Asshai, los seguidores de R’hllor afirman que este héroe fue llamado Azor Ahai, y profetizan su regreso. En el “Compendio Jade”, Colloquo Votar relata una curiosa leyenda de Yi Ti, la cual establece que el sol ocultó su rostro del mundo por una eternidad, avergonzado por algo que nadie pudo descubrir, y que ese desastre fue evitado tan sólo por las hazañas de una mujer con cola de mono. A pesar de que durante mucho tiempo la Ciudadela ha buscado aprender la manera de predecir la duración y el cambio de las estaciones, todos sus esfuerzos han resultado en vano. El septon Barth parece argumentar, en un tratado fragmentario, que la inconstancia de las estaciones era una materia de las artes mágicas más que del conocimiento confiable. “Medición de los Días” del maestre Nicol—de otra manera, un trabajo loable que contiene cosas de mucha utilidad—parece influenciado por este argumento. Basado en su estudio sobre el movimiento de las estrellas en el firmamento, Nicol sostiene de forma muy convincente que las estaciones podrían haber tenido, en el pasado, una duración regular, determinada únicamente por la forma en la cual el mundo se coloca respecto al sol en su curso celestial. La idea detrás de este argumento parece ser cierta—que el alargamiento y acortamiento de los días, si hubiese sido más regular, hubiera llevado a estaciones más regulares—pero fue incapaz de encontrar evidencia de que aquel hubiera sido el caso, salvo lo que decían los antiguos cuentos. No obstante, si este cruel invierno tuvo lugar como lo describen los cuentos, la miseria que debió haber provocado de seguro fue un espectáculo atroz. Durante los inviernos más duros, entre los norteños, es costumbre que los más viejos y los enfermos digan que van a salir de cacería—sabiendo muy bien que nunca regresaran pero dejando así un poco más de comida para aquellos con más probabilidades de sobrevivir. Sin duda esta práctica era común durante la Larga Noche. Sin embargo, existen otros cuentos—más difíciles de dar crédito pero aún más importantes en las viejas historias—sobre criaturas conocidas como los Otros. De acuerdo con esos cuentos, ellos venían de las congeladas Tierras del Eterno Invierno, trayendo consigo el frío y la oscuridad buscando extinguir toda luz y calidez. Los cuentos dicen que montaban monstruosas arañas de hielo y los caballos de los muertos, resucitados para servirles, así como que también resucitaban a los hombres muertos para que peleen por ellos.
  • 24. Los Otros montados en arañas de hielo y caballos muertos, como afirman las leyendas. El cómo llegó a su fin la Larga Noche es materia de leyendas, así como todas las cuestiones del pasado parecen serlo. En el Norte, hablan de un último héroe quien buscó la intercesión de los niños del bosque, sus compañeros lo abandonaron o murieron uno tras otro mientras se enfrentaban a gigantes hambrientos, sirvientes del frío, y a los mismos Otros. Sólo, al final, llegó donde los niños, a pesar de los esfuerzos de los caminantes blancos, y todos los cuentos coinciden en que este fue un momento decisivo. Gracias a los niños, los primeros hombres de la Guardia de la Noche, se unieron y fueron capaces de pelear—y ganar—la Batalla por el Amanecer: la última batalla que acabó con el invierno sin fin y envió a los Otros de regreso al norte congelado. Ahora, seis mil años después (u ocho mil como propone “Historia Verdadera”), el Muro, construido para defender los reinos de los hombres aún esta al mando de las hermanos juramentados de la Guardia de la Noche, y ni los Otros ni los niños han sido vistos en muchos siglos.
  • 25. “Las Mentiras de los Antiguos” del Archimaestre Fomas—aunque poco apreciada en estos días por sus afirmaciones erróneas sobre la fundación de Valyria y ciertos reclamos limítrofes en el Dominio y las tierras de Occidente—especula que los Otros de las leyendas no fueron más que una tribu de los Primeros Hombres, ancestros de los salvajes, que se habían establecido en el lejano norte. A causa de la Larga Noche, esos primitivos salvajes se vieron obligados a comenzar una ola de conquistas hacia el sur. El que se conviertan en monstruos en los relatos contados posteriormente, según Fomas, refleja el deseo de la Guardia de la Noche y los Stark de darse una identidad más heroica como salvadores de la humanidad, y no simplemente como los vencedores de una lucha sobre el dominio de sus tierras. Los Señores dragón de Valyria. EL ASCENSO DE VALYRIA MIENTRAS PONIENTE SE RECUPERABA de la Larga Noche, un nuevo poder nacía en Essos. El vasto continente, extendiéndose desde el Mar Angosto hasta el legendario Mar de Jade y el lejano Ulthos, parece ser el lugar donde la se desarrolló la civilización como la conocemos. La primera de estas (sin considerar las dudosas afirmaciones de Qarth, las leyendas de Yi Ti del Gran Imperio del Amanecer, y las dificultades al buscar cualquier rastro de verdad en los cuentos de la legendaria Asshai) tenía sus raíces en el Viejo Ghis: una ciudad construida sobre la esclavitud. El legendario fundador de la
  • 26. ciudad, Grazdan el Grande, sigue siendo tan reverenciado que los hombres de las familias esclavistas con frecuencia son nombrados como él. Grazdan fue quien, según las más viejas historias de los Ghiscaris, fundó las legiones de marcha sincronizada, con sus altos escudos y sus tres lanzas, las cuales fueron las primeras en pelear como cuerpos disciplinados. El Viejo Ghis y su ejército procedieron a colonizar sus alrededores, luego, ejerciendo presión, subyugaron a sus vecinos. Así fue que el primer imperio nació, y por varios siglos reinó con supremacía. Fue en la gran península al otro lado de la Bahía de los Esclavos donde se originaron aquellos que pusieron fin al imperio del Viejo Ghis—aunque no del todo. Allí, resguardados entre las montañas volcánicas conocidas como los Catorce Fuegos, fueron los Valyrios, quienes aprendieron a domar a los dragones y a convertirlos en las armas de guerra más temibles que el mundo jamás ha visto. Los relatos que los Valyrios contaban de sí mismos decían que ellos descendían de los dragones y eran parientes de los que controlaban. En fragmentos de “Historia Antinatural” de Barth, el septon parece haber considerado varias leyendas examinando el origens de los dragones y como estos llegaron a ser controlados por los Valyrios. Los Valyrios afirmaban que los dragones brotaron como los hijos de las Catorce Llamas, mientras que en Qarth los cuentos manifiestan que una vez existió una segunda luna en el cielo. Un día esta luna fue calentada por el sol y se rompió como un huevo, y un millón de dragones brotaron de ella. En Asshai, los relatos son variados y confusos, pero algunos textos—todos muy antiguos—afirman que los dragones llegaron de la Sombra, un lugar donde todo nuestro conocimiento nos falla. Estas historias de Asshai dicen que un pueblo, tan antiguo que no tenía nombre, fue el primero en domar a los dragones en la Sombra y los llevaron a Valyria, donde les enseñaron a los Valyrios sus artes antes de desaparecer de los anales de la historia. Sin embargo, si estos hombres de la Sombra fueron los primeros en domar a los dragones, ¿por qué no conquistaron el mundo como hicieron los valyrios? Lo más probable es que el relato Valyrio sea el verdadero. Pero también hubo dragones en Poniente, mucho antes que llegaran los Targaryen, como nuestras propias leyendas e historias nos dicen. Si los dragones en verdad surgieron de las Catorce Llamas, deben haberse extendido por gran parte del mundo conocido antes de que fueran domados. Y, en efecto, existe evidencia de esto, ya que se han encontrado huesos de dragón tan al norte como en Ib, e incluso en las junglas de Sothoryos. Pero los Valyrios los entrenaron y dominaron como nadie más pudo. La gran belleza de los Valyrios—con su cabello color plata o dorado y ojos en tonalidad de color púrpura no encontrados entre otras razas del mundo—es bien conocida, y a menudo presentada como una prueba de que los Valyrios no eran completamente de la misma sangre que otros hombres. Aunque, hay maestres quienes señalan que, mediante la reproducción selectiva de animales, uno puede hacer resaltar una característica deseable, y que poblaciones en aislamiento con frecuencia pueden mostrar notables variaciones que podrían considerarse fuera de lo común. Esto puede ser una respuesta más probable para el misterio de los orígenes Valyrios, aunque esto no explica la afinidad con los dragones que aquellos con sangre Valyria claramente tenían. Los Valyrios no tuvieron reyes, en lugar de eso se llamaron el Feudo Franco porque todos los ciudadanos que poseían tierras tenían voz. Se elegían arcontes para ayudar con el gobierno, pero eran elegidos por los señores del Feudo de entre ellos mismos, y por un periodo limitado de tiempo. No era frecuente que Valyria fuera gobernada por una sola familia del Feudo aunque tampoco era del todo imposible.
  • 27. Las cinco grandes guerras entre el Feudo Franco y el Viejo Ghis cuando el mundo aún era joven, son materia de leyendas—enfrentamiento que siempre terminaron con la victoria de los Valyrios sobre los Ghiscaris. Fue durante la quinta y última guerra que el Feudo Franco decidió asegurase de que no existiera una sexta guerra. Las antiguas murallas adoquinadas del Viejo Ghis, levantadas en tiempos antiguos por Grazdan el Grande, fueron arrasadas. Las colosales pirámides, templos y hogares cedieron ante las llamas de dragón. Los campos fueron sembrados con sal, cal y cráneos. Muchos de los Ghiscaris fueron asesinados, y muchos otros fueron esclavizados y perecieron trabajando para sus conquistadores. Así los Ghiscaris se convirtieron en parte del nuevo imperio Valyrio, y con el tiempo olvidaron la lengua que hablaba Grazdan, aprendiendo en su lugar el Alto Valyrio. Así fue como unos imperios cayeron y en su lugar surgieron otros. Ahora queda muy poco de lo que alguna vez fue el orgulloso imperio del Viejo—un par de ciudades que se aferran como llagas a la Bahía de los Esclavos y otra que pretende ser el Viejo Ghis renacido. Después de que la Maldición llegará a Valyria, las ciudades de la Bahía de los Esclavos fueron capaces de liberarse del último de los grilletes Valyrios, gobernándose a sí mismos en verdad en vez de hacerlo sólo en apariencia. Y los Ghiscaris restante rápidamente restablecieron su comercio de esclavos—aunque donde alguna vez los ganaban por conquista, ahora tan sólo los compraban y reproducían. Una vieja rima dice “con adoquines y sangre se construyó Astapor, y con adoquines y sangre su gente”, refiriéndose a las murallas adoquinadas de la ciudad y la sangre derramada por los miles de esclavos quienes vivieron, trabajaron y murieron construyéndolas. Gobernada por hombres quienes se llamaban a sí mismos como los Bondadosos Amos, Astapor es mejor conocida por la creación de los esclavos soldados eunucos llamados Inmaculados—hombres criados desde su niñez para convertirse en feroces guerreros incapaces de sentir dolor. Los Astaporis pretenden que son las legiones de marcha sincronizada del Viejo Imperio renacidas, pero aquellos hombres eran libertos, y los Inmaculados no lo son. De Yunkai, la ciudad amarilla, poco necesita decirse, pues es un lugar con aún peor reputación. Los hombres que la gobiernan se llaman a sí mismos los Sabios Amos, están inmersos en la corrupción, vendiendo esclavas de cama, niños prostitutos y cosas peores. La más formidable de las ciudades en la Bahía de los Esclavos es la antigua Meereen, pero a diferencia del resto, es un lugar en ruinas, su población es una fracción de lo que alguna vez albergó el Viejo Imperio en sus tiempos de gloria. Sus murallas de adoquines multicolores contienen sufrimiento sin fin, ya que los Grandes Amos de Meereen entrenan esclavos para pelear y morir para su entretenimiento en las sangrientas arenas de lucha. Se sabe que las tres ciudades pagan tributos a los khalasars que las visitan en vez de enfrentarlos en batalla abierta, pues los dothrakis les proveen muchos de los esclavos que los Ghiscaris entrenan y venden —esclavos tomados de sus conquistas y vendidos en los mercados de carne de Meereen, Yunkai y Astapor. La más importante de las ciudades Ghiscaris es también la más pequeña y la más joven, y no menos presta a la grandeza: Nuevo Ghis, legada en su isla y en sus propias costumbres. Ahí, los Amos han formado legiones de hierro a semejanza de las legiones del Viejo Ghis, pero a diferencia de los Inmaculados, estos son hombres libres, como lo fueron los soldados del Viejo Imperio.
  • 28. La caída del Viejo Ghis LAS HIJAS DE VALYRIA LOS VALYRIOS APRENDIERON algo deplorable de los Ghiscari: la esclavitud. Los Ghiscari que ellos conquistaron fueron los primeros en ser esclavizados, pero no los últimos. Las montañas ardientes de los Catorce Fuegos eran ricas en minerales, y los Valyrios los anhelaban: cobre y estaño para el bronce de sus armas y monumentos; también hierro para el acero de sus legendarias espadas; y como siempre, también oro y plata para pagarlo todo. Las propiedades del acero Valyrio son bien conocidas, y son el resultado tanto de plegar el hierro varias veces para balancearlos y remover las impurezas, y el uso de hechizos—o al menos artes que nosotros no conocemos—para darle una fuerza supernatural al acero resultante. Esas artes ahora se han perdido, aunque los herreros de Qohor afirman aún conocer los hechizos para reforjar el acero Valyrio sin que éste pierda su fuerza o su capacidad inigualable para mantener el filo. Las espadas de acero Valyrio que quedan en el mundo pueden contarse por miles, pero en los Siete Reinos hay solo 227 de tales armas según “Inventarios” del Archimaestre Thurgood, desde entonces algunas se han perdido o han desaparecido de los anales de la Historia. Nadie puede decir cuántos perecieron, trabajando en las minas Valyrias, pero ciertamente el número es tan grande que desafía la comprensión. A medida que Valyria crecía, también lo hacía su necesidad de minerales, lo que los llevó a más conquistas para mantener sus minas abastecidas de esclavos. Los Valyrios se expandieron en todas las direcciones, extendiéndose hacia el este, más allá de las ciudades Ghiscari y al oeste, hasta los confines de Essos, donde ni siquiera los Ghiscari habían hecho incursiones. Esta primera incursión del nuevo imperio fue de suma importancia para Poniente y para el futuro de los Siete Reinos. Mientras Valyria buscaba conquistar más y más
  • 29. tierras y pueblos, algunos huyeron buscando seguridad, liberándose del yugo Valyrio. En las costas de Essos, levantaron ciudades, que conocemos hoy en día como Ciudades Libres. Sus orígenes fueron muy diversos. Qohor y Norvos fueron fundados siguiendo cismas religiosos. Otras, como la Antigua Volantis y Lys, fueron las primeras colonias mercantes de importancia, fundadas por mercaderes adinerados y nobles quienes compraron el derecho para gobernarse a sí mismos como clientes del Feudo Franco y no como sus súbditos. Estas ciudades prefirieron elegir a sus propios líderes en vez de recibir arcontes provenientes de Valyria (a menudo montados en dragones) para supervisarlos. En algunas historias se afirma que Pentos y Lorath eran de un tercer tipo—ciudades que ya existían antes de que los Valyrios llegaran, cuyos gobernantes pagaban tributos a Valyria y por tanto mantenían su derecho a gobernarse. En estas ciudades, la afluencia de sangre Valyria llegó mediante emigrantes del Feudo Franco, o a través de matrimonios políticos utilizados para consolidad los vínculos entre estas ciudades y Valyria. Sin embargo, la mayoría de las historias que recuentan esto utilizan como fuente a “Antes de los Dragones” de Gessio Haratis. Haratis era de Pentos, y en ese tiempo, Volantis amenazaba con restaurar el imperio Valyrio bajo su control, así que la idea de una Pentos independiente con orígenes alejados de Valyria hubiera sido de mayor conveniencia política. No obstante, es evidente que Braavos era única entre todas las Ciudades Libres, ya que no fue fundada por voluntad del Feudo, ni por sus ciudadanos, sino por sus esclavos. Según los relatos de los Bravoosi, una gran flota esclavista que había estado recolectando tributos humanos en las tierras del Mar del Verano y del Mar de Jade, fue víctima de un levantamiento de esclavos; el éxito de éste levantamiento sin duda dependió del hecho de que los Valyrios solían usar esclavos como remeros, e incluso como marineros, y estos hombres terminaron uniéndose a la revuelta. Tomando control de la flota pero dándose cuenta de que no había ningún lugar cercano en el cual esconderse del Feudo, los esclavos decidieron buscar una tierra alejada de Valyria y de sus súbditos, y a escondidas fundaron su propia ciudad. La leyenda dice que las Cantantes Lunares (o Bardos Lunares) profetizaron que la flota debía viajar al lejano norte, a un rincón desolado de Essos—un lugar de marismas, aguas salobres y neblinas. Allí, los esclavos empezaron a sentar las bases de su ciudad. Por siglos, los Braavosi permanecieron ocultos del mundo en su remota laguna. Y aún Después de revelarse, Braavos siguió siendo conocida como la Ciudad Secreta. Los Bravoosi eran un pueblo que no era un solo pueblo: decenas de razas, cientos de lenguas, y cientos de dioses. Todos tenían en común el lenguaje Valyrio, que se convirtió en el idioma de comercio en Essos, y el hecho de que ahora eran libres, cuando antes habían sido esclavos. Las Cantantes Lunares fueron honradas guiarlos a su ciudad, pero los más sabios entre los esclavos libertos determinaron que, para unificarse, debían aceptar todos los dioses que los esclavos habían traído consigo, sin honrar a ninguno con preferencia sobre el resto. En resumen, hoy en día se desconoce el número de pueblos que cayeron ante Valyria. Los reportes que los Valyrios mantenían de sus conquistas fueron completamente destruidos durante la Maldición, y muy pocos de estos pueblos documentaron sus propias historias de un modo que sobrevivieran al dominio del Feudo Franco.
  • 30. Los fuegos de las Catorce Flamas fluyendo a través de Valyria, combustible de la magia de los piromantes. Algunos pocos, como los Rhoynar, resistieron su avance durante siglos, incluso milenios. Se decía que los Rhoynar, quienes fundaron grandes ciudades a lo largo del Rhoyne, fueron los primeros en aprender a trabajar el hierro. Además, la confederación de ciudades posteriormente conocida como el Reino de Sarnor sobrevivió la expansión Valyria gracias a la gran llanura que separaba a unos de los otros… pero esa llanura y la gente que la ocupaba—los Dothraki o Señores de los Caballos—fueron el origen de la caída de Sarnor después de la Maldición.
  • 31. De la historia de Valyria como es conocida hoy en día, muchos volúmenes han sido escritos durante los siglos, y los detalles de sus conquistas, sus colonizaciones, los feudos de los Señores Dragón, los dioses que adoraban, y más, podrían llenar bibliotecas y aun así estar incompletos. “Los Fuegos del Feudo Franco” de Galendro es considerado la historia más completa de Valyria, y aún de este, a la Ciudadela le faltan veintisiete de sus pergaminos. Y aquellos que querían ser esclavos, pero eran incapaces de resistir ante el poderío de Valyria, huyeron. Muchos fracasaron y fueron olvidados. Pero un pueblo, alto y de cabello rubio, valiente e indomable gracias a su fe, tuvo éxito en su escape de Valyria. Y aquellos hombres fueron los Ándalos. LA LLEGADA DE LOS ÁNDALOS LOS ÁNDALOS SE OGIRINARON en las tierras de El Hacha, al noreste de donde ahora se ubica Pentos, aunque por muchos siglos fueron un pueblo migratorio que no permanecía en un sólo lugar por demasiado tiempo. Desde el corazón de El Hacha—un gran espolón de tierra rodeado por el Mar de los Escalofríos—ellos viajaron al suroeste para forjar Andalia: el antiguo reino que los Ándalos gobernaron antes de cruzar el Mar Angosto. Andalia se extendía desde El Hacha hasta lo que ahora es la Costa Braavosi, y al sur hasta las Llanuras y las Colinas de Terciopelo. Los Ándalos trajeron consigo armas de hierro y armaduras de placas de hierro, contra los cuales las tribus que habitaban estas tierras no pudieron hacer nada. Una de estas tribus era la de los hombres peludos; su nombre ha sido olvidado, pero aún se recuerdan en ciertas historias Pentoshi. (Los Pentoshi creían que estaban emparentados con los hombres de Ib, y las historias de la Ciudadela concuerdan, aunque algunos argumentan que los hombres peludos se establecieron en Ib, y otros dicen que los hombres peludos llegaron desde Ib.) El hecho de que los Ándalos forjaran el hierro ha sido tomado por algunos como prueba de que los Siete los guiaban—que el Herrero mismo les enseño este arte—y así lo enseñan los textos sagrados. Pero los Rhoynar ya eran una civilización avanzada en ese entonces, y ellos también sabían del hierro, así que tan sólo hace falta revisar un mapa para darse cuenta que los primeros Ándalos deben haber tenido contacto con los Rhoynar. El Olas Oscuras y el Noyne yacen directamente en el trayecto de la migración de los Ándalos, y según el historiador norvoshi Doro Golanthis aún existen restos de asentamientos Rhoynar en Andalia. Y no sería la primera vez que los hombres aprendieran a trabajar el hierro de los Rhoynar; se dice que los Valyrios también aprendieron el arte de ellos, aunque los Valyrios eventualmente los superaron. Durante miles de años los Ándalos moraron en Andalia, haciéndose cada vez más numerosos. En el más antiguo de los libros sagrados, “La Estrella de Siete Puntas”, se dice que los Siete caminaban entre su gente en las colinas de Andalia, y que fueron ellos quienes coronaron a Hugo de la Colina y le prometieron a él a sus descendientes grandes reinos en una tierra lejana. Esto es lo que los septones y septas enseñan como la razón por la cual los Ándalos dejaron Essos y marcharon rumbo al oeste hacia Poniente, pero la historia que, a través de los siglos, la Ciudadela ha descubierto podría proporcionar una mejor explicación.
  • 32. Aventureros ándalos en el Valle, con las Montañas de la Luna en la distancia. Una vieja leyenda contada en Pentos afirma que los Ándalos asesinaron a las doncellas cisne que atraían a los viajeros hacia su muerte en las Colinas de Terciopelo, que se encuentran al este de la Ciudad Libre. Un héroe que los Pentoshi llaman Hukko guiaba a los Ándalos en ese entonces, y se dice que asesinó a las siete doncellas no por los crímenes que cometieron, sino para entregarlas como sacrificio a sus dioses. Algunos maestres piensan que Hukko podría ser una traducción del nombre Hugor. Pero las antiguas leyendas del este deben ser desconfiadas, incluso más que aquellas de los Siete Reinos. Demasiados pueblos han viajado de un lado a otro, y muchas leyendas y cuentos han sido entremezclados. Durante un par de siglos, mientras los Ándalos prosperaban en las Colinas de Andalia, fueron dejados en paz. Pero con la caída del Viejo Ghis llegó la gran oleada de conquistas y colonización del Feudo Franco de Valyria, mientras estos expandían sus dominios y buscaban más esclavos. Al comienzo, el Rhoyne y los Rhoynar sirvieron como un escudo. Para cuando los Valyrios llegaron al gran río, descubrieron que sería difícil cruzarlo a la fuerza. Los señores dragón no tendrían problemas, pero los que iban a pie y los jinetes a caballo encontraban desalentadora la perspectiva de enfrentarse a la resistencia Rhoynar, dado que los Rhoynar eran de momento tan poderosos como lo había sido Ghis en su gloria. Hubo una tregua durante años entre los Valyrios y los Rhoynar, pero tan sólo protegió a los Ándalos de momento. En la desembocadura del Rhoyne, los Valyrios fundaron la primera de sus colonias. Allí, Volantis fue erigida por los hombres más ricos del Feudo con el fin de reunir la riqueza que discurría desde el Rhoyne, y desde Volantis sus fuerzas conquistadoras cruzaron el río en gran número. Al inicio, los Ándalos podrían haber peleado contra ellos, y los Rhoynar podrían haberlos ayudado, pero su avance era imparable. Así que es probable que los Ándalos decidieran huir en vez de enfrentarse a la inevitable
  • 33. esclavitud que llegaba con la conquista Valyria. Se retiraron a El Hacha—las tierras de donde habían surgido—y cuando aquello no los protegió, se retiraron más hacia el noroeste hasta que llegaron al mar. Algunos debieron haberse rendido y entregado a su suerte, y otros pudieron haber hecho un último esfuerzo por resistirse, pero muchos otros construyeron barcos y navegaron en gran número a través del Mar Angosto hacia las tierras de los Primeros Hombres en Poniente. Los Valyrios les negaron a los Ándalos la promesa de los Siete en Essos, pero en Poniente ellos eran libres. Hechos fervientes por el conflicto y la huida, los guerreros de los Ándalos tatuaron en sus cuerpos la estrella de siete puntas y juraron por su sangre y por los Siete que no descansarían hasta haber labrado sus reinos en las Tierras del Ocaso. Su éxito le dio a Poniente un nuevo nombre: Rhaesh Andahli—la Tierra de los Ándalos, como los Dothraki le dicen hoy en día. Los septones, los bardos y los maestres concuerdan en que el primer lugar donde los Ándalos desembarcaron fue en los Dedos en el Valle de Arryn. Tallas de la estrella de siete puntas se encuentran dispersas en las rocas y piedras en toda esta área—una práctica que con el tiempo cayó en desuso mientras las conquistas de los Ándalos progresaban. Barriendo el Valle con espadas y fuego, los Ándalos empezaron su conquista de Poniente. Sus armas y armaduras de hierro sobrepasaban las de bronce que los Primeros Hombres usaban para luchar, y muchos de los Primeros Hombres perecieron en esta guerra. Una guerra—o una serie de varias guerras—que posiblemente se extendió durante varias décadas. Eventualmente algunos de los Primeros Hombres se rindieron, y es por esto que aún existen casas en el Valle que proclaman con orgullo su descendencia de los Primeros Hombres, como los Redfort y los Royce. Los bardos dicen que el héroe Ándalo Ser Artys Arryn voló sobre un halcón para asesinar al Rey Grifo sobre la Lanza del Gigante, fundando de este modo el linaje real de la casa Arryn. Estas son tonterías, si bien una corrupción de la verdadera historia de los Arryn entremezcladas con leyendas de la Edad de los Héroes. En cambio, lo que sucedió fue que los reyes Arryn suplantaron a los Reyes Supremos de la Casa Royce. Con el Valle resguardado, los Ándalos volvieron su atención al resto de Poniente y marcharon desde la Puerta de Sangre. En las guerras posteriores, los aventureros Ándalos forjaron pequeños reinos de los viejos reinos de los Primeros Hombres y lucharon entre sí con tanta frecuencia como lo hicieron con sus enemigos. En las guerras sobre el Tridente, se dice que siete reyes Ándalos unieron fuerzas contra el último verdadero Rey de los Ríos y las Colinas, Tristifer el Cuarto, quien era descendiente de los Primeros Hombres, y lo derrotaron en lo que los bardos afirman fue su centésima batalla. Su heredero, Tristifer el Quinto, demostró ser incapaz de defender el legado de su padre, y así fue como su reino cayó ante los Ándalos. En esta misma era un Ándalo, recordado en las leyendas como Erreg el Matarreyes, se topó con la gran colina de Alto Corazón. Allí, bajo la protección de los reyes de los Primeros Hombres, los niños del bosque cuidaban de los enormes arcianos tallados que la coronaban (treinta uno, según el Archimaestre Laurent en su manuscrito “Antiguos Lugares del Tridente”). Cuando los guerreros de Erreg intentaron talar los árboles, se dice que los Primeros Hombres pelearon junto a los niños, pero el poder de los Ándalos fue mucho mayor. A pesar de que los niños y los Primeros Hombres hicieron un valiente esfuerzo para defender su arboleda sagrada, todos fueron asesinados. Hoy en día los cuentacuentos afirman que los fantasmas de los niños aún merodean la colina por las noches. Incluso hoy en día, los ribereños evitan el lugar.
  • 34. Los clanes de las Montañas de la Luna son, sin lugar a duda, descendientes de los Primeros Hombres quienes no doblaron la rodilla ante los Ándalos y, por tanto, fueron expulsados a las montañas. Por otra parte, hay similitudes entre sus costumbres y las costumbres de los salvajes de más allá del Muro—tales como el rapto de la novia, su obstinado deseo de gobernarse a sí mismos, y otros similares—ya que los salvajes también son descendientes indiscutibles de los Primeros Hombres. Al igual que los Primeros Hombres antes que ellos, los Ándalos demostraron ser enemigos acérrimos de los niños restantes. A sus ojos, los niños adoraban dioses extraños y tenían extrañas costumbres, por lo que los Ándalos los expulsaron de todos los espesos bosques que el Pacto les había concedido. Debilitados y aislados con el paso de los años, los niños carecían de cualquier ventaja que pudieran haber tenido sobre los Primeros Hombres. Y lo que los Primeros Hombres nunca pudieron lograr—erradicar por completo a los niños—los Ándalos lo lograron en muy poco tiempo. Algunos pocos niños pudieron haber escapado al Cuello, donde podrían haber encontrado seguridad entre los pantanos y las ciénagas, pero si lo hicieron, no quedó ningún rastro de ellos. Es posible que unos pocos sobrevivieran en la Isla de los Rostros, como algunos han escrito, bajo la protección de los hombres verdes, a quienes los Ándalos nunca pudieron exterminar. Pero de nuevo, nunca se han encontrado pruebas definitivas. La masacre de los niños del bosque a manos del guerrero Ándalo, Erreg el Matareyes
  • 35. De cualquier modo, los pocos niños restantes escaparon o perecieron, y los Primeros Hombres se hallaban perdiendo guerras tras guerra, y reino tras reino, ante los invasores Ándalos. Las batallas y guerras fueron interminables, pero eventualmente todos los reinos sureños cayeron. Al igual que los hombres del Valle, algunos se sometieron ante los Ándalos, incluso tomando la fe de los Siete. En muchos casos, los Ándalos tomaron a las esposas e hijas de los reyes derrotados en matrimonio, a modo de consolidar su derecho a gobernar. Ya que, a pesar de todo, los Primeros Hombres eran mucho más numerosos que los Ándalos y no podían simplemente dejarlos de lado. El hecho de que muchos castillos sureños aún tengan bosques de dioses con arcianos tallados en su interior se dice que es gracias a los primeros reyes Ándalos, quienes cambiaron su deseo de conquista por el de la integración, evitando de este modo conflictos basados en la diferencia de credos. Incluso los Hombres del Hierro—los feroces guerreros navegantes que se pensaban seguros en sus islas—cayeron ante el avance de la conquista Ándala. Porque aunque a los Ándalos les tomó mil años dirigir su atención hacia las Islas del Hierro, cuando lo hicieron, lo hicieron con renovado fervor. Los Ándalos arrasaron las islas, exterminando el linaje de Urron Manorroja, que había gobernado con hacha y espada durante mil años. Haereg escribe que, en un comienzo, los nuevos reyes Ándalos intentaron forzar la adoración de los Siete en los hombres del hierro, pero estos no lo aceptaron. En su lugar, permitieron que su fe coexistiera junto a la del Dios Ahogado. Al igual que en el continente, los Ándalos se casaron con las esposas e hijas de los hombres del hierro y tuvieron hijos con ellas. Pero a diferencia de en el continente, la Fe nunca echó raíces; ni siquiera se mantuvo firme entre las familias de sangre Ándala. Con el tiempo, tan sólo la fe del Dios Ahogado reinó sobre las Islas del Hierro, con sólo unas cuantas casas recordando a los Siete. Tan sólo el Norte fue capaz de mantener a los Ándalos a raya, gracias a los impenetrables pantanos del Cuello y los antiguos fuertes de Foso Cailin. Es difícil estimar el número de armadas Ándalas que fueron destruidas en el Cuello, pero fue así como los Reyes del Invierno preservaron su regencia durante los siglos venideros. DIEZ MIL BARCOS LA ÚLTIMA DE las grandes migraciones hacia Poniente ocurrió mucho tiempo después de la llegada de los Primeros Hombres y de los Ándalos. Una vez que las guerras Ghiscari terminaron, los señores dragón de Valyria volvieron su mirada hacia el oeste donde el creciente poderío Valyrio llevó al Feudo y a sus colonias a entrar en conflicto con los pueblos del Rhoyne. El río más caudaloso del mundo, y los múltiples afluentes del Rhoyne se extendían por gran parte del occidente de Essos. A lo largo de sus orillas había surgido una civilización y cultura tan legendaria y antigua como la del Viejo Imperio de Ghis. Los Rhoynar se habían enriquecido con la generosidad de su río; la Madre Rhoyne, como la llamaban. Pescadores, comerciantes, maestros, eruditos, trabajadores de la madera, la piedra y el metal, ellos erigieron sus elegantes ciudades y pueblos desde la cabecera hasta las desembocaduras del Rhoyne, cada una más bella que la anterior. Estaba Ghoyan Drohe en las Colinas de Terciopelo, con sus arboledas y sus cascadas; Ny sar, la ciudad de las fuentes, llena de música; Ar Noy en el Qhoyne, con sus salas de mármol verde; la pálida
  • 36. Sar Mell de las flores; Sarhoy a orillas del mar con sus canales y jardines de agua salada; y Chroyane, la más grande de todas, la ciudad festiva con su grandioso Palacio del Amor. El arte y la música florecieron en el Rhoyne, y se dice que su gente tenía su propia magia—una magia de agua muy diferente de las hechicerías de Valyria que eran producto de la sangre y el fuego. Aunque estaban unidas por la sangre, la cultura y el río que les había dado nacimiento, las ciudades Rhoynar eran extremadamente independientes, cada una con su propio príncipe… o princesa, ya que entre estas gentes de los ríos, las mujeres eran consideradas como iguales de los hombres. Aunque generalmente eran un pueblo pacífico, los Rhoynar podían ser formidables cuando eran incitados, como debió haber aprendido muy a su pesar más de algún aspirante a conquistador Ándalo. El guerrero Rhoynar con su armadura de escamas plateadas, casco con forma de cabeza de pez, alta lanza, y escudo de caparazón de tortuga era respetado y temido por aquellos que lo enfrentaban en batalla. Se decía que la Madre Rhoyne misma les susurraba a sus hijos sobre cualquier amenaza, que los príncipes Rhoynar poseían extraños, y misteriosos poderes, que las mujeres Rhoynar peleaban tan ferozmente como los hombres Rhoynar, y que sus ciudades estaban protegidas por "murallas de agua" que se elevaban para ahogar a cualquier enemigo. Por varios siglos los Rhoynar vivieron en paz. Aunque muchos pueblos salvajes habitaban las colinas y bosques alrededor de la Madre Rhoyne, todos se cuidaban de molestar a las gentes del río. Y los propios Rhoynar mostraban poco interés en expandirse; el río era su hogar, su madre, y su diosa, y muy pocos de ellos deseaban morar alejados del sonido de su eterna canción. Cuando aventureros, exiliados y comerciantes del Feudo Franco de Valyria empezaron a expandirse más allá de las Tierras del Largo Verano en los siglos posteriores a la caída del Viejo Imperio de Ghis, los príncipes Rhoynar los recibieron, en un comienzo, y sus sacerdotes declaraban que todo hombre era bienvenido a compartir la generosidad de la Madre Rhoyne. A medida que esos asentamientos Valyrios se transformaron en pueblos, y esos pueblos en ciudades, algunos Rhoynar llegaron a lamentar la tolerancia de sus padres. La amistad dio paso a la enemistad, particularmente en la ribera baja del río, donde la antigua ciudad de Sar Mell y la ciudad Valyria amurallada de Volon Therys se enfrentaban a través de las aguas, y en las costas del Mar del Verano, donde la Ciudad Libre de Volantis pronto rivalizó con el puerto escalado de Sarhoy, donde cada una de sus escalas dominaba cada una de las cuatro desembocaduras de la Madre Rhoyne. Las disputas entre los ciudadanos de las ciudades rivales se hicieron cada vez más frecuentes y rencorosas, produciendo al final una serie de pequeñas pero sangrientas guerras. Sar Mell y Volon Therys fueron las primeras ciudades en entrar en batalla. La leyenda afirma que el enfrentamiento empezó cuando los Valyrios pescaron y mataron una de las gigantescas tortugas que los Rhoynar conocían como el Viejo Hombre del Río y consideraban sagradas como consortes de la propia Madre Rhoyne. La Primera Guerra Tortuga duró menos de dos cambios de luna. Sar Mell fue asaltada e incendiada, pero salió victoriosa después de que los magos del agua Rhoynar invocaran el poder del río e inundaran Volon Therys. La mitad de la ciudad fue arrasada, si le damos crédito a los cuentos.
  • 37. Los Rhoynar enfrentándose al poderío del Feudo. No obstante, otras guerras la sucedieron: la Guerra de los Tres Príncipes, La Segunda Guerra Tortuga, la Guerra del Pescador, la Guerra de la Sal, la Tercera Guerra Tortuga, la Guerra en el Lago Daga, la Guerra de las Especias, y muchas más, demasiado numerosas para escribirlas aquí. Ciudades y pueblos fueron quemados, ahogados, y reconstruidos. Miles fueron asesinados o esclavizados. En estos conflictos los Valryos eran quienes salían victoriosos con mayor frecuencia. Los príncipes del Rhoyne, muy orgullosos de su independencia, peleaban por su cuenta, mientras que las colonias Valyrias se ayudaban entre ellas, y cuando estaban en apuros, convocaban el poder del mismísimo Feudo. “Historia de las Guerras Rhoynar” de Beldecar hace un excelente trabajo describiendo estos conflictos, los cuales se extendieron por casi dos siglos y medio. Esta serie de conflictos alcanzó un clímax sangriento hace mil años durante la Segunda Guerra de las Especias, cuando tres señores dragón de Valyria se unieron con sus parientes y primos en Volantis para derrotar, saquear y destruir Sarhoy, la gran ciudad portuaria Rhoynar sobre el Mar del Verano. Los guerreros de Sarhoy fueron salvajemente asesinados, sus hijos fueron arrastrados a la esclavitud, y su orgullosa ciudad amarilla fue pasada por el fuego. Después los Volantinos sembraron las ruinas humeantes con sal para que Sarhoy no pudiera volver a levantarse nunca jamás. La destrucción absoluta de una de las ciudades más ricas y hermosas del Rhoyne, y el esclavizamiento de su gente, conmocionó y consternó al resto de príncipes Rhoynar. "Todos seremos esclavos a menos que nos unamos para ponerle fin a esta amenaza," declaró el más poderoso de ellos, Garin de Chroyane. Este príncipe guerrero convocó a sus compañeros para unírsele en una gran alianza, para arrasar todas las ciudades Valyrias en el río. Tan sólo la Princesa Nymeria de Ny Sar habló en su contra. “Esta es una guerra que no podemos esperar ganar," les advirtió, pero los otros príncipes la abuchearon y le juraron sus espadas a Garin. Incluso los guerreros del mismo Ny Sar estaban ansiosos por luchar, y Nymeria no tuvo otra opción más que unirse a la gran alianza. El ejército más grande que Essos jamás haya visto pronto se reunió en Chroyane, bajo el mando del Príncipe Garin. Según Beldecar, tenía un cuarto de millón de hombres. Desde los nacimientos del Rhoyne hasta sus múltiples desembocaduras, todo hombre con edad para pelear tomó la espada y el escudo y se dirigió hacia la ciudad festiva para unirse a esta gran campaña. El príncipe declaró que mientras el ejército se mantuviera
  • 38. cerca de la Madre Rhoyne, no tendrían por qué temerle a los dragones de Valyria; sus propios magos de las aguas los protegerían contra los fuegos del Feudo. Garin dividió sus enormes huestes en tres partes; una marchó por la orilla este del Rhoyne, la otra por el lado oeste, mientras que una gran flota de galeras de guerra mantenían el paso en las aguas, dejando el río libre de naves enemigas. Desde Chroyane, el Príncipe Garin condujo sus huestes río abajo, destruyendo cada aldea, pueblo, y asentamiento en su camino y aplastando cualquier oposición. En Selhorys ganó su primera batalla, derrotando un ejército Valyrio de treinta mil hombres y tomando la ciudad por asalto. Valysar corrió la misma suerte. En Volon Therys, Garin se enfrentó a cien mil enemigos, cien elefantes de guerra, y tres señores dragón. Aquí también triunfó, pero a un gran costo. Miles fueron incinerados, pero miles más buscaron refugio en las aguas poco profundas del río, mientras sus magos levantaron enormes remolinos de agua contra los dragones del enemigo. Los arqueros Rhoynar derribaron a dos de los dragones, mientras que el tercero escapó, herido. Como consecuencia, la Madre Rhoyne se levantó con furia para engullir Volon Therys. Después de esto, los hombres empezaron a llamar Garin el Grande al victorioso príncipe, y se dice que en Volantis los grandes señores temblaban de terror a medida que sus huestes avanzaban. En vez de enfrentársele en campo abierto, los Vonlatinos se refugiaron tras sus Murallas Negras y recurrieron al Feudo buscando ayuda. Y los dragones llegaron. Pero no fueron tres, como los que el príncipe Garin había enfrentado en Volon Therys, sino que fueron trescientos o más, si podemos creer en los cuentos que nos han llegado. Contra sus fuegos, los Rhoynar no tuvieron opción. Decenas de miles fueron incinerados mientras otros se precipitaron al río, esperando que el abrazo de la Madre Rhoyne les ofreciera protección contra el fuego de dragón… tan sólo para ahogarse con el abrazo de su madre. Algunas crónicas insisten en que los fuegos ardieron con tal intensidad que las mismísimas aguas del río hirvieron y se convirtieron en vapor. Garin el Grande fue capturado vivo y obligado a observar como su gente sufría por su insolencia. Sus guerreros no recibieron misericordia alguna. Los Volantinos y sus parientes Valyrios los pasaron por la espada—fueron tantos que se dice que su sangre tiñó de rojo el puerto de Volantis tan lejos como alcanzaba la vista. Después los vencedores reunieron sus propias huestes y marcharon hacia el norte a lo largo del río, saqueando Sar Mell salvajemente antes de avanzar hacia Chroyane, la ciudad del príncipe Garin. Encerrado en una jaula dorada por órdenes de los señores dragón, Garin fue arrastrado de regresó a la ciudad festiva para presenciar su destrucción.
  • 39. Una pila de muertos al lado del Rhoyne. En Chroyane, la jaula fue colgada de las murallas, de modo que el príncipe pudiera presenciar el esclavizamiento de las mujeres y niños cuyos padres y hermanos habían muerto en su valerosa e irremediable guerra… pero se dice que el príncipe invocó una maldición sobre los conquistadores, suplicándole a la Madre Rhoyne para que vengara a sus hijos. Y así fue que, esa misma noche, el Rhoyne se desbordó y con una intensidad como no había sido vista nunca antes. Cayó una espesa niebla llena de vapores malignos, y los conquistadores Valyrios empezaron a morir de psoriagrís. (Existe, por lo menos, algo de verdad en la historia: en siglos posteriores, Lomas Pasolargo escribió de las ruinas ahogadas de Chroyane, sus infectas nieblas y aguas, y el hecho de que los viajeros descuidados infectados con la psoriagrís merodean las ruinas—un peligro para aquellos que viajan en el río por debajo del derrumbado Puente de los Sueños.) Más arriba en el Rhoyne, en Ny Sar, la Princesa Nymeria pronto recibió noticias de la demoledora derrota de Garin y del esclavizamiento de los pueblos de Chroyane y Sar Mell. Ella vio que el mismo destino le esperaba a su propia ciudad. Así que reunió cada embarcación que quedaba en el Rhoyne, grande o pequeña, y las llenó con tantas mujeres y niños pudo llevar (ya que la mayoría de hombres en edad de pelear se habían marchado con Garin, y habían muerto). Nymeria condujo esta irregular flota río abajo, pasando a través de pueblos humeantes en ruinas y campos de muertos, a través de aguas atestadas de cadáveres flotantes e hinchados. Para evitar a Volantis y sus huestes, decidió seguir el viejo canal y emergió hacia el Mar del Verano por donde estaba Sarhoy. La leyenda nos dice que Nymeria llevó diez mil naves hacia el mar, buscando un nuevo hogar para su pueblo, más allá del alcance de Valyria y sus señores dragón. Beldecar sostiene que este número fue muy exagerado, quizás hasta diez veces. Otros cronistas ofrecen otros números, pero a decir verdad nunca se hizo ningún tipo de conteo. Podemos decir con seguridad que eran muchísimas naves. La mayoría eran embarcaciones fluviales, esquifes y botes de pértigas, galeras comerciantes, botes de pesca, barcazas de placer, incluso balsas, sus cubiertas y bodegas repletas de mujeres,
  • 40. niños y ancianos. Sólo uno de cada diez estaba en condiciones de navegar, insiste Beldecar. El viaje de Nymeria fue largo y terrible. Más de un centenar de barcos naufragaron y se hundieron con la primera tormenta que su flota enfrentó. Muchos más regresaron por miedo y fueron capturados como esclavos cerca de Volantis. Otros se quedaron atrás o se alejaron, para no ser vistos nunca jamás. La Princesa Nymeria guiando los diez mil barcos. El resto de la flota navegó por el Mar del Verano hacia las Islas del Basilisco, donde se detuvieron para tomar agua fresca y provisiones, tan sólo para caer en manos de los reyes corsarios de la Isla Hacha, la Garra y la Montaña Aullante, quienes dejaron de lado sus propias riñas por el tiempo suficiente para caer sobre los Rhoynar con fuego y espadas, pasando cuarenta naves por la antorcha y llevándose a cientos como esclavos. Después, los corsarios ofrecieron permitirle a los Rhoynar asentarse en las Isla de los
  • 41. Sapos, con tal que ellos renunciaran a sus barcos y enviarán a cada rey treinta niñas vírgenes y muchachos bonitos cada año como tributo. Nymeria se negó y llevó su flota de vuelta al mar, esperando encontrar refugio entre las calurosas junglas de Sothoryos. Algunos se establecieron en Punta del Basilisco, algunos cerca de las brillantes aguas verdes del Zamoyos, entre arenas movedizas, cocodrilos, y árboles podridos medio-sumergidos. La Princesa Nymeria permaneció con las naves en Zamettar, una colonia Ghiscari abandonada hace mil años, mientras otros se abrieron camino río arriba hacia las enormes ruinas de Yeen, atormentadas por espíritus y arañas. Existían riquezas escondidas en Sothoryos—oro, gemas, maderas poco comunes, pieles exóticas, misteriosas frutas, y extrañas especias—pero los Rhoynar no pudieron prosperar allí. El sofocante calor y la humedad agobiaron sus espíritus, y enjambres de moscas que picaban esparcieron una enfermedad tras otra: fiebre verde, la plaga danzante, hervores de sangre, llagas supurantes, la putrefacción dulce. Los jóvenes y los ancianos resultaron ser especialmente vulnerables a este tipo de contagios. Incluso zambullirse en el río significaba cortejar a la muerte, ya que el Zamoyo estaba infestado con bancos de peces carnívoros, y diminutos gusanos que ponían sus huevos bajo la piel de los nadadores. Dos de los nuevos pueblos en Punta del Basilisco fueron arrasados por esclavistas, sus poblaciones fueron pasadas por la espada o arrastradas en cadenas, mientras que los que estaban en Yeen tuvieron que lidiar con los ataques de los espíritus moteados de las espesas junglas. Por más de un año los Rhoynar lucharon por sobrevivir en Sothoryos, hasta el día en que un bote de Zamettar llegó a Yeen y se encontró con que cada hombre, mujer, y niño en aquella atormentada ciudad en ruinas había desaparecido durante la noche. Entonces Nymeria convocó a su gente de regreso a los botes y zarpó hacia el mar de nuevo. Por los siguientes tres años los Rhoynar deambularon en los mares del sur, buscando un nuevo hogar. En Naath, la Isla de las Mariposas, el pacífico pueblo les dio la bienvenida, pero la diosa que protegía aquella extraña tierra pronto empezó a atacar a los recién llegados con una mortal enfermedad, llevándolos de vuelta a sus naves. En las Islas del Verano, se establecieron en una roca inhabitada frente a la costa oriental de Walano, la cual pronto empezó a ser llamada Isla de las Mujeres, pero su terreno delgado y pedregoso producía muy poca comida, y muchos murieron de hambre. Cuando las velas se volvieron a levantar, algunos de los Rhoynar abandonaron a Nymeria para seguir a una sacerdotisa llamada Druselka, quien afirmaba haber escuchado a la Madre Rhoyne pidiendo que sus hijos regresaran a casa… pero cuando Druselka y sus seguidores regresaron a sus viejas ciudades, encontraron a sus enemigos esperándolos, y pronto la mayoría fueron perseguidos, asesinados, o esclavizados. El maltrecho y destrozado remanente de los diez mil barcos navegó hacia el oeste con la Princesa Nymeria. Esta vez ella se decidió por ir a Poniente. Después de tanto deambular, sus naves eran incluso menos navegables que cuando habían partido de la Madre Rhoyne. La flota no llegó completa a Dorne. Incluso hoy en día existen grupos aislados de Rhoynar en los Peldaños de Piedra, que afirman ser descendientes de aquellos que naufragaron. Otras naves, desviados de curso por las tormentas, llegaron a Lys o Tyrosh, donde prefirieron entregarse como esclavos antes que perecer ahogados. El resto de las naves desembarcó en las costas de Dorne cerca de la desembocadura del río Sangreverde, no muy lejos de las antiguas murallas de arenisca del Barco de Arena, asentamiento de la Casa Martell. Seca, desolada, y escasamente poblada, Dorne en ese entonces era una tierra pobre donde una veintena de señores y pequeños reyes peleaban constantemente sobre el
  • 42. dominio de cada río, arroyo, pozo, o pedazo de tierra fértil. Muchos de estos señores Dornienses veían a los Rhoynar como intrusos no deseados, invasores extranjeros de extrañas costumbres y dioses, que debían ser expulsados de vuelta al mar de donde habían venido. Pero Mors Martell, el Señor de Barco de Arena, encontró en los recién llegados una oportunidad… y si podemos darle crédito a los bardos, su señoría también perdió el corazón por Nymeria, la feroz reina guerrera que había liderado a su gente a través de medio mundo para mantenerlos libres. Se dice que, de entre los Rhoynar que llegaron a Dorne con Nymeria, ocho de cada diez eran mujeres … pero un cuarto de ellas eran guerreras, según la tradición Rhoynar, e incluso aquellas que no lo eran, se habían endurecido durante el tormentoso viaje. Así como también miles que habían sido niños cuando partieron del Rhoyne habían llegado a la adultez y habían tomado la lanza durante los años que deambularon. Al unirse a los recién llegados, los Martell habían incrementado por diez veces el tamaño de sus huestes. Cuando Mors Martell tomó a Nymeria como esposa, cientos de sus caballeros, escuderos y señores banderizos también se casaron con mujeres Rhoynar, y muchos de aquellos que ya estaban casados tomaron mujeres como amantes. Así fue como los dos pueblos se unieron por sangre. Estas uniones enriquecieron y fortalecieron a la Casa Martell y a sus aliados Dornienses. Los Rhoynar trajeron consigo innumerables riquezas; sus artesanos, trabajadores del metal y de la piedra, trajeron habilidades más avanzadas que las alcanzadas por sus homólogos Ponienti, y sus armeros pronto empezaron a producir espadas, lanzas y armaduras de escamas y placas que ningún herrero Ponienti podía esperar igualar. Aún más importante, se dice que las brujas del agua Rhoynar conocían hechizos secretos que hacían que los arroyos secos volvieran a fluir y que los desiertos florecieran. Para celebrar estas uniones, y asegurarse de que su pueblo no pudiera regresar al mar, Nymeria quemó los navíos Rhoynar. "Al fin dejaremos de deambular", declaró. "Hemos encontrado un nuevo hogar, y aquí viviremos y moriremos." (Algunos Rhoynar lamentaron la pérdida de las naves, y en vez de abrazar su nueva tierra, empezaron a navegar las aguas del Sangreverde, considerándolo una pálida sombra de la Madre Rhoyne, a quien siguieron adorando. Aún existen hoy en día, y son conocidos como los huérfanos del Sangreverde.) Las llamas iluminaron la costa por cincuenta leguas mientras cientos de cascos destrozados eran pasados por la antorcha y se convertían en cenizas; a la luz de las llamas, la Princesa Nymeria nombró a Mors Martell como Príncipe de Dorne, al estilo Rhoynar, afirmando su dominio sobre las "arenas rojas y blancas, y todas las tierras y ríos desde las montañas hasta el gran mar salado." No obstante, tal supremacía era más fácil de declarar que de conseguir. Siguieron años de guerras, mientras los Martell y sus compañeros Rhoynar encontraron y sometieron a un rey tras otro. No menos de seis reyes conquistados fueron enviados al Muro con cadenas de oro, por Nymeria y su príncipe, hasta que sólo quedo el más grande de sus enemigos: Yorick Yronwood, el Sangre Regia, Quinto de su Nombre, Señor de Palosanto, Guardián del Sendahueso, Caballero de los Pozos, Rey de las Marcas Rojas, Rey del Cinturón Verde, y Rey de los Dornienses. Durante nueve años Mors Martell y sus aliados (entre ellos la Casa Fowler de Dominio del Cielo, la Casa Tolland de Colina Fantasma, la Casa Dayne de Campoestrella, y la Casa Uller de Sotoinferno) pelearon contra Yronwood y sus banderizos (los Jordayne de Tor, los Wyl de Sendahueso, junto a los Blackmont, los Qorgyle, y muchos más), en batallas demasiado numerosas para ser mencionadas aquí. Cuando Mors Martell cayó
  • 43. antes la espada de Yorick Yronwood en la Tercera Batalla de Sendahueso, la Princesa Nymeria asumió el mando completo de sus ejércitos. Se requirieron dos años más de batallas, pero al final fue ante Nymeria que Yorick Yronwood dobló la rodilla, y Nymeria gobernó desde Lanza del Sol a partir de entonces. Aunque se volvió a casar dos veces (primero con el anciano Lord Uller de Sotointerno, y después con el apuesto Ser Davos Dayne de Campoestrella, la Espada de la Mañana), Nymeria permaneció como la incuestionable gobernante de Dorne por cerca de veintisiete años, y sus esposos sirvieron como consejeros y consortes. Sobrevivió una docena de atentados contra su vida, acabó con dos rebeliones, y desbarató dos invasiones del Rey Tormenta Durran el Tercero y una del Rey Greydon del Dominio. Cuando por fin murió, fue la mayor de las cuatro hijas de Mors Martell quien la sucedió, no el hijo que tuvo con Davos Dayne, ya que para entonces los Dornienses habían adoptado muchas de las leyes y costumbres de los Rhoynar, aunque los recuerdos de la Madre Rhoyne y de los diez mil barcos se fueron desvaneciendo hasta convertirse en leyendas. LA MALDICIÓN DE VALYRIA CON LA DESTRUCCION de los Rhoynar, Valyria pronto consiguió el dominio completo de la mitad occidental de Essos, desde el Mar Angosto hasta la Bahía de los Esclavos, y desde el Mar del Verano hasta el Mar de los Escalofríos. Los esclavos llegaron a raudales al Feudo y rápidamente fueron enviados a trabajar dentro de las Catorce Llamas para extraer el precioso oro y la plata que los señores del Feudo tanto apreciaban. Quizás, también en preparación para cruzar el Mar Angosto, los Valyrios también establecieron su asentamiento más occidental en la isla que llegaría a conocerse como Rocadragón, unos doscientos años antes de la Maldición. Ningún rey se les opuso—y los señores locales que hicieron algún esfuerzo para resistirse se dieron cuenta que la fuerza de Valyria era muy grande. Con sus artes arcanas, los Valyrios levantaron la Ciudadela de Rocadragón. Dos siglos pasaron—siglos en los que las codiciadas espadas de acero Valyrio empezaron a emerger en los Siete Reinos con mayor rapidez que antes—pero no con tanta rapidez como para complacer a todos los señores y reyes que las deseaban. Y aunque la visión de un señor dragón que sobrevolando la Bahía del Aguasnegras ya no era del todo desconocida, a medida que el tiempo pasaba esto ocurrió con más frecuencia. Valyria sintió que su sentamiento estaba asegurado, y los señores dragón continuaron con sus planes e intrigas en su continente natal. Y luego, inesperado para todos (salvo tal vez para Aenar Targaryen y su hija doncella Daenys la Soñadora) la Maldición cayó sobre Valyria. Hasta el día de hoy, nadie sabe con exactitud que causó la Maldición. Muchos dicen que fue un cataclismo natural—una explosión catastrófica causada por la erupción conjunta de los Catorce Fuegos. Algunos septones, menos sabios, afirman que los Valyrios trajeron el desastre sobre ellos debido a sus promiscuas creencias en cientos de dioses, y hurgaron demasiado en su sacrilegio desatando los fuegos de los Siete Infiernos sobre el Feudo. Un puñado de maestres influenciados por fragmentos de la obra del Septon Barth, sostienen que Valyria había usado hechizos para contener las Catorce Llamas por miles de años, que su incesante hambre de esclavos y riquezas era, tanto para sostener estos
  • 44. hechizos como para expandir su poder, y que cuando al fin esos hechizos decayeron, el cataclismo fue inevitable. Acerca de esto, algunos afirman que fue la maldición de Garin el Grande, quien al fin obtuvo su venganza. Otros hablan de los sacerdotes de R’hllor invocando los fuegos de su dios en extraños rituales. Algunos, enlazando la noción fantástica de la magia Valyria con la realidad de las ambiciosas casas Valyrias, argumentan que el incesante conflicto y engaño entre estas grandes casas lo que pudo desencadenar el asesinato de muchos de los respetados magos que renovaban y mantenían los rituales que contenían las llamas de los Catorce Fuegos. La única cosa que se puede decir con certeza es que fue un cataclismo como el mundo no había visto nunca antes. El antiguo y poderoso Feudo Franco—hogar de dragones y hechiceros de inigualable habilidad—fue arrasado y destruido en cuestión de horas. Se dice que cada colina en quinientas millas a la redonda se rompió en pedazos llenando el aire con cenizas, humo y fuego tan caliente y voraz que incluso los dragones que los sobrevolaban fueron engullidos y consumidos. Grandes grietas se abrieron en la tierra, tragándose palacios, templos, y pueblos enteros. Los lagos hirvieron y se convirtieron en ácido, las montañas explotaron, fuentes ardientes expulsaron roca fundida a mil pies de altura, y nubes rojas llovieron vidriagón y sangre negra de demonios. Hacia el norte, el suelo se resquebrajó y colapsó sobre sí mismo, y la inundó un mar furioso de agua hirviendo. La ciudad más orgullosa del mundo desapareció en un instante, el legendario imperio se desvaneció en un día. Las Tierras del Largo Verano—una vez las más fértiles del mundo—fueron arrasadas, inundadas y destruidas, y continuaron cobrando vidas incluso en el siglo siguiente. Tras el súbito vacío empezó el caos. Los señores dragón estaban reunidos en Valyria como era su costumbre... a excepción de Aenar Targaryen, sus hijos y sus dragones, que habían volado a Rocadragón y así escaparon de la maldición. Algunos relatos afirman que unos pocos más también sobrevivieron... por poco tiempo. Se dice que algunos señores dragón en Tyrosh y Lys se salvaron, pero en la apremiante conmoción política que siguió a la Maldición, ellos y sus dragones fueron asesinados por los ciudadanos de las Ciudades Libres. En cambio, las historias de Qohor afirman que un señor dragón que pasaba de visitaba, Aurion, reunió fuerzas de los colonos Qohorienses y se autoproclamó Emperador de Valyria. Él voló hacia Valyria, montado en su gran dragón, seguido por un ejercido a pie de treinta mil hombres, para reclamar lo que había quedado de Valyria y restablecer el Feudo. Pero ni el Emperador Aurion ni sus huestes fueron vistos de nuevo. La época de los dragones en Essos llegaba a su fin. Volantis, la más poderosa de las Ciudades Libres, pronto hizo reclamo sobre la soberanía de Valyria. Hombres y mujeres nobles de sangre Valyria, que no eran señores dragón, entraron en guerra con las otras ciudades. Los tigres, como se hacían llamar aquellos que abogaban por la conquista, guiaron a Volantis hacia un gran conflicto con las otras Ciudades Libres. En un principio, sus flotas y ejércitos tuvieron gran éxito controlando Lys y Myr, y comandando las los dominios sureños en el Rhoyne. Fue cuando se extralimitaron, e intentaron apoderarse también de Tyrosh, que su floreciente imperio colapsó. Temerosa del ataque Volantino, Pentos se unió a los Tyroshi en la resistencia. Myr y Lys se rebelaron, y el Señor del Mar de Braavos proporcionó una flota de cien navíos para ayudar a Lys. Además, el Rey Tormenta de Poniente, Argilac el Arrogante, guió una hueste hacia las Tierras de la Discordia—a
  • 45. cambio de la promesa de oro y gloria—que derrotó a los regimientos Volantinos que intentaban recuperar Myr. A raíz de todos estos conflictos, y las luchas que continuaron hasta estos días sobre las Tierras de la Discordia, la plaga de las Compañías Libres nació y echo raíces. Al principio, estas bandas de mercenarios simplemente peleaban por aquellos que les pagaban. Pero hay algunos que dicen, que cuando la paz se instauraba, los capitanes de estas Compañías Libres instigaban nuevas guerras para sustentarse, y beneficiarse con los saqueos. Cerca del final, incluso el futuro Conquistador, el todavía joven Aegon Targaryen, se involucró en el conflicto. Sus antepasados siempre miraron hacia el este, pero su atención desde una edad temprana había estado centrada en el oeste. Sin embargo, cuando Pentos y Tyrosh se le acercaron, invitándolo a unírseles en una gran alianza en contra de Volantis, él los escuchó. Y por razones que aún desconocemos, decidió aceptar su propuesta… hasta cierto punto. Montando en el Terror Negro, se dice que voló hacia el este, reuniéndose con el Príncipe de Pentos y los magísteres de la Ciudad Libre, y desde ahí voló sobre Balerion hasta Lys, justo a tiempo para abatir una flota Volantina que se preparaba para invadir aquella Ciudad Libre. Volantis sufrió más derrotas—en el Lago Daga, donde las galeras de fuego de Qohor y Norvos destruyeron gran parte de la flota Volantina que controlaba el Rhoyne; y en el este donde los Dothraki empezaron a salir como un enjambre del Mar Dothraki, dejando, a su paso, ciudades y pueblos en ruinas mientras atacaban a la debilitada Volantis. Al final, los elefantes—la facción Volantina que favorecía la paz, y que estaba formada en su mayoría por los adinerados comerciantes y mercaderes que habían sufrido bastante con la guerra—les arrebataron el poder a los tigres, quienes favorecían la conquista, y pusieron fin al conflicto. Un dragón ardiendo durante la Maldición.
  • 46. En cuanto a Aegon Targaryen, poco después de su intervención en Lys, está escrito que perdió todo interés en los asuntos del este. Pensando que el reinado de Volantis había llegado a su fin, voló de regreso a Rocadragón. Y entonces, cuando las guerras en Essos dejaron de ser un proble, volvió su mirada hacia el oeste. El Feudo Franco de Valyria y su imperio fueron destruidos por la Maldición, pero la destrozada península aún existe. Histroias extrañas se cuentan sobre ella hoy en día, cuentos sobre demonios que atormentan el Mar Humeante donde una vez estuvieron los Catorce Fuegos. De hecho, el camino que une Volantis con la Bahía de los Esclavos llego a ser conocido como “el camino del demonio” y es evitado por los viajeros más sensatos. Los hombres que se atreven a entrar al Mar Humeante no regresan, como Volantis aprendió durante el Siglo de Sangre, cuando desapareció una flota que había sido enviada para reclamar la península. Existen rumores extraños sobre hombres viviendo entre las ruinas de Valyria y en las ciudades circundantes de Oros y Tyria. Pero muchos refutan dichos rumores, alegando que la Maldición aún perdura en Valyria. No obstante, algunas de las ciudades alejadas del corazón de Valyria permanecen inhabitadas—lugares fundados por el Feudo y sujetos al mismo. El más siniestro de estos es Mantarys, un lugar donde se dice que los hombres nacen deformados y monstruosos; algunos atribuyen esto a la cercanía de la ciudad al camino del demonio. La reputación de Tolos, donde se encuentran los mejores honderos del mundo, y de la ciudad de Elyria en su isla, es meno siniestra, y meno notable también, ya que estas hicieron tratados con las ciudades Ghiscari en la Bahía de los Esclavos y por tanto, evitaron verse involucradas en cualquier intento por reclamar el corazón ardiente de la destrozada Valyria.
  • 48. Aegon el Conquistador sobre Balerion, el Terror Negro.
  • 49. AQUÍ SE PRESENTA UN relato del reinado de la Casa Targaryen, desde Aegon el Conquistador hasta Aerys el Rey Loco. Muchos maestres han escrito sobre estos temas, y el conocimiento que ellos han recopilado conforma gran parte de lo siguiente. Pero en una parte me he tomado cierta libertad: el relato de la Conquista de Aegon no es de mi propio trabajo, sino algo que fue descubierto recientemente en los archivos de la Ciudadela, olvidado desde el triste final de Aegon, el Quinto de Su Nombre. Este fragmento—parte de una obra aun mayor, que parecía ser un recuento de la historia de los reyes Targaryen—fue encontrado entre un montón de papeles polvorientos pertenecientes al Archimaestre Gerold, el historiador cuyos escritos sobre la historia de Antigua habían sido admirados en sus tiempos. Pero este no fue escrito por él. El estilo de escritura era distinto, aunque ciertas notas encontradas junto a estos papeles indican que fue escrito por el Archimaestre Gyldayn, el último maestre que sirvió en Refugio Estival antes de su destrucción en el reinado de Aegon el Afortunado, el Quinto de su Nombre, quien pudo haberlos enviado a Gerold por su comentario y aprobación. La historia de la Conquista es tan completa como cualquier otra, y por eso la he puesto aquí, para que, al menos, más ojos además de los míos y los del difunto Archimaestre Gerold puedan apreciar y aprender de ella. He descubierto otros manuscritos escritos por esta misma mano, pero muchas páginas se han extraviado o destruido, y otras se han dañado por el abandono y el fuego. Quizás un día, se encontren más, y esta obra mestra perdidas pueda ser copiada y publicada, ya que lo poco que he encontrado ha causado gran expetación en la Ciudadela. Sin embargo, hasta entonces, sus fragmentos sirven como una de las muchas fuentes de información sobre los reinados de los reyes Targaryen, desde el Conquistador hasta el fallecido Aerys II—el último rey Targaryen que se sentó en el Trono de Hierro. LA CONQUISTA Los maestres de la Ciudadela, quienes custodian las historias de Poniente, han utilizado la Conquista de Aegon como su piedra angular durante los últimos trescientos años. Los nacimientos, muertes, batallas, y otros eventos son fechados como DC (Después de la Conquista) o AC (Antes de la Conquista). Los verdaderos eruditos saben que tales fechas están lejos de ser exactas. La conquista de los Siete Reinos de Aegon Targaryen no tuvo lugar en un solo día. Pasaron más de dos años entre el desembarco de Aegon y su coronación en Antigua… e incluso entonces la Conquista seguía incompleta, pues Dorne seguía siendo un territorio independiente. Todos los intentos esporádicos de anexar Dorne al reino continuaron a través del reinado del Rey Aegon y los reinos de sus hijos, haciendo imposible fijar una fecha precisa para el final de las Guerras de la Conquista. Incluso la fecha del inicio es materia de malinterpretación. Muchos asumen, erróneamente, que el reino de Rey Aegon I Targaryen empezó el día en que éste arribaró a la desembocadura del Aguasnegras, bajo las tres colinas dónde se erigiría la ciudad de Desembarco del Rey. Pero esto no es así. El día del Desembarco de Aegon fue celebrado por el Rey y sus descendientes, pero la fecha real del comienzo del reinado del Conquistador fue el día en que fue coronado y ungido en el Septo Estrellado de Antigua por el Septon Supremo de la Fe. Esta coronación tuvo lugar dos años después del desembarco de Aegon, mucho después de haber ganado tres de las principales batallas de las Guerras de la Conquista. Por lo tanto, se puede ver que la mayor parte de la conquista real de Aegon tuvo lugar entre 2 y 1 AC, Antes de la Conquista.