2. Igual parece a los eternos dioses
Quien logra verse frente a ti
sentado:
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el corazón se
oprime
Sólo en mirarte: ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir; y rota
Calla la lengua
Fuego sutil dentro mi cuerpo todo
Presto discurre: los inciertos ojos
Vagan sin rumbo, los oídos hacen
Ronco zumbido.
Cúbrame toda de sudor helado:
Pálida quedo cual marchita hierba
Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte
Parezco muerta
SAFO DE LESBO
3. ¡Ve! si en oriente la graciosa luz
su cabeza flamígera levanta,
los ojos de los hombres, sus
vasallos,
con miradas le rinden homenaje.
Y mientras sube al escarpado
cielo,
como un joven robusto en su edad
media,
lo siguen venerando las miradas
que su dorada procesión escoltan.
Pero cuando en su carro fatigado
deja la cumbre y abandona al día,
apártense los ojos antes fieles,
del anciano y su marcha
declinante.
Así tú, al declinar sin ser mirado,
si no tienes un hijo, morirás.
WILLIAN SHEKESPEARE
4. EXTRELLAS FIJAS
Te vi un punto;
era una noche de julio, noche tibia
y perfumada,
noche diáfana,
de la Luna plena y límpida,
límpida como tu alma,
descendían
sobre el parque adormecido
gráciles velos de plata;
ni una ráfaga
el infinito silencio
y la quietud perturbaban;
en el parque
evaporaban las rosas los perfumes
de sus almas,
para que los recogieras
en aquella noche mágica;
para que tú lo aspiraras su último
aliento exhalaban,
como en una muerte extática;
y era una selva encantada,
y era una noche de ensueños y
claridades fantásticas!
EDGAR ALLAN POE
ALA MAR
Francisco Quevedo
5. La voluntad de Dios por grillos
tienes,
Y escrita en la arena, ley te
humilla;
Y por besarla llegas a la orilla,
Mar obediente, a fuerza de
vaivenes.
En tu soberbia misma te detienes,
Que humilde eres bastante a
resistilla;
A ti misma tu cárcel maravilla,
Rica, por nuestro mal, de nuestros
bienes.
¿Quién dio al pino y la haya
atrevimiento
De ocupar a los peces su morada,
Y al Lino de estorbar el paso al
viento?
Sin duda el verte presa,
encarcelada,
La codicia del oro macilento,
Ira de Dios al hombre encaminada.
6. PARAISO PERDIDO
Canta celeste Musa la primera
desobediencia del hombre. Y el
fruto de aquel árbol prohibido
cuyo funesto manjar Trajo la
muerte al mundo y todos
nuestros males Con la pérdida
del Edén, hasta que un Hombre,
más grande, Reconquistó para
nosotros la mansión
bienaventurada. En la secreta
cima del Horeb o del Sinaí tú
inspiraste aquel pastor que fue el
primero en enseñar a la
escogida grey Cómo en su
principio salieron del caos los
cielos y la tierra; Y si te place
más la colina de Sion o el arroyo
de SiloéQue se deslizaba rápido
junto al oráculo de Dios, Allí
invocaré tu auxilio en favor de mi
osado canto; Que no con débil
vuelo pretendo remontarme
Sobre el monte Aonio al
empeñarme en un asunto Que ni
en prosa ni en verso nadie
intentó jamás.
Y tú singularmente ¡Oh Espíritu!
que prefieres A todos los
templos un corazón recto y puro,
Inspírame tu sabiduría. Tú
estabas presente desde el
principio desplegando como una
paloma tus poderosas alas
Cubriste el vasto abismo
haciéndolo fecundo, Ilumina mi
oscuridad; realza y alienta mi
baje zapara que desde la altura
7. de este gran propósito Pueda
glorificar a la Providencia eterna
Justificando las miras de Dios
para con los hombres.
JOHN MILTON
8. La necedad, el error, el pecado, la
tacañería,
Ocupan nuestros espíritus y trabajan
nuestros cuerpos,
Y alimentamos nuestros amables
remordimientos,
Como los mendigos nutren su miseria.
Nuestros pecados son testarudos,
nuestros arrepentimientos cobardes;
Nos hacemos pagar largamente
nuestras confesiones,
Y entramos alegremente en el camino
cenagoso,
Creyendo con viles lágrimas lavar
todas nuestras manchas.
Sobre la almohada del mal está Satán
Trismegisto
Que mece largamente nuestro espíritu
encantado,
Y el rico metal de nuestra voluntad
Está todo vaporizado por este sabio
químico.
AL LECTOR
Charles Baudelaire
9. A usted, estos versos, por la
consoladora gracia
De sus ojos grandes donde se ríe y
llora un dulce sueño;
A su alma pura y buena, a usted
Estos versos desde el fondo de mi
violenta miseria.
Y es que, ¡ay!, la horrible pesadilla
que me visita
No me da tregua y, va, furiosa,
loca, celosa,
Multiplicándose como un cortejo
de lobos
Y se cuelga tras mi sino, que
ensangrienta.
Oh, sufro, sufro espantosamente,
de tal modo
Que el primer gemido del hombre
Arrojado del Edén es una égloga al
lado del mío.
Y las penas que usted pueda tener
son como
Las golondrinas que un cielo al
mediodía,
Querida, en un bello día de
septiembre tibio.
A una mujer
Paul Verlaine
10. Con diecisiete años, no puedes ser
formal.
-¡Una tarde, te asqueas de jarra y
limonada,
de los cafés ruidosos con lustros
deslumbrantes!
-Y te vas por los tilos verdes de la
alameda.
¡Qué bien huelen los tilos en las
tardes de junio!
El aire es tan suave que hay que
bajar los párpados;
Y el viento rumoroso -la ciudad no
está lejos¬-
trae aromas de vides y aromas de
cerveza.
De pronto puede verse en el cielo
un harapo
de azul mar, que la rama de un
arbolito enmarca
y que una estrella hiere, fatal,
mientras se funde
con temblores muy dulces,
pequeñita y tan blanca...
¡Diecisiete años!, ¡Noche de junio!
-Te emborrachas.
La savia es un champán que sube
a tu cabeza...
Divagas; y presientes en los labios
un beso
que palpita en la boca, como un
animalito.
Aventura
11. "No poseo nombre:
pero nací hace dos días."
¿Cómo te llamaré?
"Soy feliz.
Me llamo alegría."
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
¡Bonita alegría!
Dulce alegría, de apenas dos días,
te llamo dulce alegría:
así tú sonríes,
mientras yo canto.
¡Que el dulce júbilo sea contigo!
Alegría
William Blake
12. En la bula áurea que dictó Alexis Comnenos
para honrar en forma magnífica a su madre,
a la muy prudente señora Ana Dalasene
-distinguida en sus obras, en sus costumbres-
hay elogios diversos: traigamos aquí de entre
ellos
una frase hermosa, noble
"Jamás esta fría palabra; lo mía o lo tuyo,
dijo".
Ana Dalasene
Constantino Cavafis
13. Al comenzar mis estudios, el
primer paso me agradó mucho,
El mero hecho consciente, las
formas, el poder moverme,
El menor insecto o animal, los
sentidos, la vista, el amor,
El primer paso me dominó y tanto
me agradó
Que me costó proseguir y si me
detuve fue
Porque quise detenerme allí,
holgazaneando para cantar
eso en mis extasiados cantos.
14. En la gran oscilación
Entre creer y no creer,
El corazón se trastorna
Lleno de nada saber
Y, ajeno a lo que sabía
Por no saber lo que es,
Sólo un instante le cabe
Que es el conocer la fe.
Fe que los astros conocen
Porque es la araña que está
En la tela que ellos tejen,
Y es vida que había ya.
En la gran oscilación...
Fernando Pessoa
15. Si! Os respondí anoche,
¡No! Esta mañana, Señor, he
dicho.
Los colores, vistos a la luz de las
velas,
No brillan igual durante el día.
Cuando los tambores sonaron
perfectos,
Las lámparas arriba y las risas
abajo,
Ámame sonaba como algo sínico,
Tanto para el Sí como para el No.
Llámame falsa, o llámame libre;
Y no importa qué luces brillen,
Ningún hombre verá en tu rostro
La incierta pena de mi
inconstancia.
Pues el pecado oscila sobre
ambos;
(Es tiempo de danzas y no de
compromisos,
Y la luz de la promesa destruye la
fidelidad)
Abate sobre mí la cobardía que
yace en tí.
El Sí de la Dama
Elizabeth Barret Browning
16. Otra vez huele el bosque,
se ciernen las alondras,
elevándose
con el cielo, que estaba pesado en
nuestros hombros;
cierto es que se veía por las ramas
el día
qué vacío que estaba;
pero tras de lluviosas tardes largos
vienen las horas nuevas,
soleadas de oro,
huyendo de las cuales, en
fachadas lejanas,
todas las desgarradas
ventanas temerosas agitan sus
batientes.
Luego se hace la calma. Hasta la
lluvia
cae más queda en el brillo de la
piedra, que en paz
se ensombrece. Los ruidos
enteros se agazapan
en los fúlgidos brotes de las
yemas.
De un abril
Rainer María Rilke
¿A qué me lo dices? Lo sé: es
17. mudable,
es altanera y vana y caprichosa,
antes que el sentimiento de su
alma
brotará el agua de la estéril roca.
Sé que en su corazón, nido de
sierpes,
no hay una fibra que al amor
responda:
que es una estatua inanimada...;
pero...
¡es tan hermosa!
Rima XXXIX
Gustavo Adolfo Bécquer
18. SALUTACION DEL OPTIMISTA
RUBEN DARIO
Ínclitas razas ubérrimas, sangre de
Hispania fecunda,
espíritus fraternos, luminosas
almas, ¡salve!
Porque llega el momento en que
habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor
llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van
renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede
engañada la muerte,
se anuncia un reino nuevo, feliz
sibila sueña,
y en la caja pan dórica de que
tantas desgracias surgieron
encontramos de súbito, talismán
Ica, pura, riente,
cual pudiera decirla en sus versos
Virgilio divino,
la divina reina de luz, ¡la celeste
Esperanza!
Pálidas indolencias,
desconfianzas fatales que a tumba
o a perpetuo presidio,
condenasteis al noble entusiasmo,
ya veréis el salir del sol en un
triunfo de liras,
mientras dos continentes,
abandonados de huesos gloriosos,
del Hércules antiguo la gran
sombra soberbia evocando,
digan al orbe: la alta virtud
resucita,
19. que a la hispana progenie hizo
dueña de siglos.
20. Rodando a goterones solos,
a gotas como dientes,
a espesos goterones de
mermelada y sangre,
rodando a goterones
cae el agua,
como una espada en gotas,
como un desgarrador río de vidrio,
cae mordiendo,
golpeando el eje de la simetría,
pegando en las costuras del alma,
rompiendo cosas abandonadas,
empapando lo oscuro.
Solamente es un soplo, más
húmedo que el llanto,
un líquido, un sudor, un aceite sin
nombre,
un movimiento agudo,
haciéndose, espesándose,
cae el agua,
a goterones lentos,
hacia su mar, hacia su seco
océano,
hacia su ola sin agua.
AGUA SEXUAL
PABLO NERUDA
21. Calma Chica
Esperando que el viento
doble tus ramas
que el nivel de las aguas
llegue a tu arena
esperando que el cielo
forme tu barro
y que a tus pies la tierra
se mueve sola
pueblo estás quieto cómo
no sabes
cómo no sabes
todavía que eres el viento
la marca que eres la lluvia
el terremoto.
MARIO BENEDETTI
ADIOS
22. ¡Adiós! si dicha se concede al
hombre
de una plegaria en premio, ésta tu
nombre
elevará hasta el trono del Señor.
Promesas, quejas, llanto, fueran
vanos;
más que el lloro, exprimido, ya
sangrante,
de ojos sin luz, tenaz
remordimiento
esta palabra dice... ¡Adiós! ¡Adiós!
Secos están mis ojos, extinguida
mi voz, pero al dejarte, de mi vida
se adueña para siempre un gran
dolor.
Aunque el pesar y la pasión
torturan
mi corazón, quejarse no le es
dado...
Yo sólo sé que en vano hemos
amado...
Sólo puedo sentir... ¡Adiós! adiós.
LORD BAIRON
23. Las fuentes se unen con el río
y los ríos con el Océano.
Los vientos celestes se
mezclan
por siempre con calma
emoción.
Nada es singular en el mundo:
todo por una ley divina
se encuentra y funde en un
espíritu.
¿Por qué no el mío con el tuyo?
Las montañas besan el Cielo,
las olas se engarzan una a otra.
¿Qué flor sería perdonada
si menospreciase a su
hermano?
La luz del sol ciñe a la tierra
y la luna besa a los mares:
¿para qué esta dulce tarea
si luego tú ya no me besas?
LA FILOSOFIA DEL AMOR
Percy Bysshe Shelley
¡Oh, Soledad! Si contigo debo vivir,
Que no sea en el desordenado
24. sufrir
De turbias y sombrías moradas,
Subamos juntos la escalera
empinada;
Observatorio de la naturaleza,
Contemplando del valle su
delicadeza,
Sus floridas laderas,
Su río cristalino corriendo;
Permitid que vigile, soñoliento,
Bajo el tejado de verdes ramas,
Donde los ciervos pasan como
ráfajas,
Agitando a las abejas en sus
campanas.
Pero, aunque con placer imagino
Estas dulces escenas contigo,
El suave conversar de una mente,
Cuyas palabras son imágenes
inocentes,
Es el placer de mi alma; y sin duda
debe ser
El mayor gozo de la humanidad,
Soñar que tu raza pueda sufrir
Por dos espíritus que juntos
deciden huir.
LA SOLEDAD
John Keats